En algún momento de la vida, 9 de cada 10 personas necesitarán una transfusión para sí o para alguien de su entorno. Esa estadística, difundida por el Ministerio de Salud de la Nación, resume el impacto de una acción que, aunque parezca simple, puede salvar hasta cuatro vidas.
En el Día Mundial del Donante de Sangre, siempre es bueno recordar que donar sangre no requiere tecnología sofisticada ni preparación extrema, pero activa un proceso complejo que abastece cirugías, tratamientos oncológicos, accidentes y trasplantes.
¿Por qué es importante donar sangre?
La sangre no se puede fabricar. Solo proviene de otras personas. Y en ese acto voluntario, repetido cada día en centros de salud de todo el país, se pone en marcha un sistema vital, donde cada minuto cuenta.
Donar una unidad de sangre no es una experiencia que se agote en el momento de la extracción. Una vez obtenida, esa sangre se separa en tres o cuatro componentes diferentes: glóbulos rojos, plasma, plaquetas y, en algunos casos, crioprecipitados.
¿Cómo se compone la sangre?
Cada uno tiene una función específica. Los glóbulos rojos transportan oxígeno y duran hasta 42 días refrigerados. Las plaquetas, necesarias para pacientes con cáncer o cirugías, tienen solo cinco días de vida útil y se conservan a temperatura ambiente. El plasma puede almacenarse hasta un año congelado y se utiliza para estabilizar la presión arterial, transportar hormonas y nutrientes, e incluso como insumo en la industria farmacéutica.
Este detalle logístico no es menor. Las plaquetas, por ejemplo, requieren una renovación constante debido a su corto período de conservación. Los bancos de sangre dependen de un flujo regular de donaciones para mantener disponibles estos componentes.
Si entre el 3 y el 5% de la población argentina donara sangre al menos dos veces por año, se cubrirían todas las necesidades del sistema sanitario nacional, sin depender de campañas extraordinarias ni llamados urgentes. La clave está en la regularidad y en la conciencia: cuanto más estable sea la red de donantes habituales, más segura será la disponibilidad de sangre para emergencias y tratamientos crónicos.
La seguridad es un punto clave. Las personas que donan regularmente son más conscientes de las situaciones de riesgo de transmisión de enfermedades y, al mismo tiempo, se someten a controles médicos frecuentes.
¿Qué sucede en el cuerpo y en el sistema sanitario después de donar?
El proceso de donación implica mucho más que una extracción. Comienza con un registro básico, una breve entrevista clínica y una revisión de signos vitales. Luego se realiza una prueba de hemoglobina para confirmar que el donante está en condiciones. La extracción dura entre 8 y 10 minutos, se recolectan 450 mililitros y, tras el procedimiento, se aconseja un descanso breve, hidratación y alimentación ligera. No es un chequeo médico, pero sí un momento en el que el cuerpo recibe atención y seguimiento.
¿Cuándo se recupera la sangre donada?
“A las 24 horas, el volumen de sangre se repone naturalmente. Las plaquetas se normalizan en unas 72 horas. Los glóbulos rojos, en cambio, tardan aproximadamente dos meses en volver a los niveles previos, por eso ese es el intervalo mínimo entre una donación y la siguiente. Los hombres pueden donar hasta cuatro veces al año, las mujeres tres. Esta diferencia responde a consideraciones fisiológicas relacionadas con las pérdidas de sangre durante el ciclo menstrual, y no a criterios discriminatorios”, como aclaran expertos de la Cruz Roja Argentina.
Uno de los aspectos menos conocidos es el efecto positivo que la donación puede tener sobre la salud del propio donante. Estudios citados por organismos internacionales y publicaciones como el Journal of the National Cancer Institute asociaron la reducción de los niveles de hierro –que se produce al donar– con un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Además, se reportaron mejoras en los valores de colesterol y triglicéridos, en la presión arterial y en la fluidez de la sangre, lo que reduce las probabilidades de sufrir obstrucciones arteriales. Donar, en este sentido, también es una forma de prevenir.
¿Cómo se analiza la sangre donada?
La sangre, además, sirve como una fuente de datos. Cada unidad extraída es sometida a análisis exhaustivos para descartar enfermedades transmisibles.
Se determina el grupo sanguíneo A,B, O y Rh, se identifican anticuerpos irregulares y se realizan pruebas de detección de VIH, hepatitis B y C, sífilis, Chagas, HTLV y paludismo, según el área geográfica. Toda esta información se remite al donante, quien puede así acceder a un control de salud gratuito y periódico.
¿Qué requisitos son necesarios para donar sangre?
Según las normas internacionales a las que el Ministerio de Salud se ha acogido, los requisitos para donar son concretos, pero no excluyentes. Tener entre 18 y 65 años, pesar más de 50 kilos, no haber donado en los últimos dos meses y no padecer enfermedades crónicas no controladas son condiciones básicas. También se requiere no haber viajado recientemente a zonas con brotes epidémicos, no estar bajo ciertos tratamientos farmacológicos y no presentar infecciones activas.
El límite de 50 kilos se explica porque, por ley, solo puede extraerse hasta un 13% del volumen sanguíneo. Las bolsas estándar recolectan 450 mililitros, volumen seguro para personas con ese peso mínimo.
El recorrido de la sangre y su impacto en la industria
Una vez obtenida la sangre, el procesamiento incluye la separación por centrifugación y la conservación según el tipo de componente. Los glóbulos rojos van a heladera, el plasma a congelación rápida a -80 °C, y las plaquetas a temperatura ambiente controlada. El objetivo es mantener la funcionalidad de cada parte para que puedan ser utilizadas en condiciones óptimas. La calidad del almacenamiento es determinante para la efectividad del tratamiento que recibirá el paciente.
Un caso especial es el del plasma. Además de su uso hospitalario, una parte del plasma que no se utiliza directamente se envía –según lo establece la Ley de Sangre 22.990– a la Planta de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba. Esta planta es una de las pocas en América Latina con capacidad para procesar plasma, inactivarlo con técnicas antivirales y transformarlo en productos farmacéuticos como albúmina humana o gammaglobulina hiperinmune. Estos derivados se utilizan en tratamientos inmunológicos y condiciones específicas donde el cuerpo necesita ayuda para defenderse.
El impacto de esta cadena no se limita a los hospitales. También alcanza a la industria nacional, que puede contar con insumos estratégicos de origen local, con control de calidad y trazabilidad. Este circuito permite no depender de importaciones y mejora la autosuficiencia del sistema de salud. En un contexto donde muchas veces faltan medicamentos o materiales, contar con una fuente propia de hemoderivados es una ventaja estructural.
Beneficios para el cuerpo y la mente al donar sangre
Expertos de Mayo Clinic afirman que además del aspecto clínico, existe una dimensión emocional en la donación de sangre. Quienes donan suelen reportar una sensación de bienestar, tanto físico como mental. A nivel psicológico, la evidencia muestra una disminución del cortisol, la hormona del estrés, apenas finaliza la extracción. A esto se suman la percepción de utilidad, el altruismo y la conciencia de haber contribuido a un bien mayor. El efecto acumulado de estos factores favorece un mejor estado de ánimo y una mayor percepción de salud general.
Desde la mirada sanitaria, una red de donantes habituales es más eficaz que una movilización espontánea frente a una emergencia. Las urgencias no esperan y el procesamiento de la sangre lleva tiempo. Por eso, las unidades deben estar disponibles de antemano. El tiempo que lleva analizar, clasificar y conservar cada componente es una variable crítica. En ese sentido, la previsibilidad es parte del éxito del sistema.
Más allá de los beneficios individuales, el gesto de donar sangre se inscribe en una lógica de cuidado colectivo. No exige grandes recursos ni requiere una frecuencia inalcanzable. Se puede hacer tres o cuatro veces por año. No genera daño en personas sanas. Y permite mantener vivo un circuito que, sin exageración, representa la diferencia entre la vida y la muerte para miles de personas cada mes.
Por todo eso, donar sangre no es solo un acto de solidaridad. Es también una herramienta de salud pública. Una intervención simple con un alcance inmenso.
Requerimientos para poder donar sangue
Los requisitos para donar son:
- Edad de 18 a 65 años.
- Mayor de 50 kilogramos.
- Estatura mayor a 1.50 metros.
- No pueden hacerlo aquellos que tuvieron hepatitis después de los 10 años.
- En caso de haber padecido alguna afección respiratoria siete días previos a la donación, no pueden hacerlo.
- En el caso de personas con tatuajes, perforaciones o piercings pueden hacerlo siempre y cuando haya pasado un año completo.
- En caso de haber sufrido algún tipo de cirugía, pueden proceder a hacerlo después de seis meses.
- Las personas hipertensas pueden donar siempre y cuando tengan la presión controlada.
- En el caso de las personas diabéticas pueden hacerlo siempre y cuando su control sea a través de medicamento oral y no por insulina.