
Nueva evidencia muestra que el contacto frecuente con otras personas favorece el almacenamiento eficiente de la información en el cerebro.
Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) mostró que las interacciones sociales no solo enriquecen la vida cotidiana, sino que también cumplen una función esencial en la formación de memorias duraderas.
Un equipo de la Yong Loo Lin School of Medicine de la Universidad Nacional de Singapur, junto con la Universidad Fudan de China, demostró que la actividad social activa mecanismos específicos en el cerebro, capaces de transformar vivencias momentáneas en recuerdos persistentes, un descubrimiento que redefine la comprensión de la salud cerebral y la prevención del deterioro cognitivo.
El estudio, publicado en noviembre de 2025, se enfocó en el hipocampo, región clave para la memoria, y particularmente en un área poco estudiada llamada CA2.
Los investigadores identificaron que la interacción social activa la región CA2, la cual funciona como un “detonante social” y aumenta la capacidad cerebral para consolidar recuerdos. Este mecanismo resulta especialmente relevante en un escenario donde la soledad y el aislamiento social se asocian con el deterioro de la memoria y afecciones como la demencia.

Mecanismo biológico: CA2, CA1 y metaplasticidad
De acuerdo con PNAS, el fenómeno se explica por la conexión directa entre la región CA2 y otra zona fundamental del hipocampo: CA1, conocida como el “convertidor de la memoria”. Durante interacciones sociales novedosas, la activación de CA2 envía señales que fortalecen la capacidad de CA1 para formar recuerdos duraderos.
Este refuerzo ocurre a través de la metaplasticidad, proceso que incrementa la expresión de proteínas necesarias para consolidar la memoria, como PKMζ. La metaplasticidad posibilita que las experiencias sociales recientes preparen al cerebro para almacenar con mayor eficiencia los eventos posteriores.
La evidencia experimental surgió de estudios con modelos animales publicados en PNAS. Los científicos diseñaron una prueba donde ratones interactuaban con un congénere desconocido antes de realizar una tarea de memoria dependiente de CA1.
Se observó que solo los animales que experimentaban una novedad social retenían el aprendizaje de la tarea durante varios días. Además, el efecto dependía de una ventana temporal precisa: la interacción social debía producirse antes de la experiencia que debía recordarse, en un intervalo concreto; si se retrasaba, el beneficio desaparecía.

Cuando los expertos inhibieron la actividad de CA2, el refuerzo de la memoria motivado por la interacción social dejó de producirse, lo que confirma la importancia de esta región y su vínculo con CA1.
Los resultados también demostraron que la estimulación de CA2 potencia la plasticidad sináptica en CA1, pero solo con la síntesis de proteínas y en un marco temporal limitado. El hallazgo sugiere que tanto la regularidad como la novedad de las interacciones sociales son elementos cruciales para mantener la salud de la memoria.
Por otro lado, los experimentos indicaron que el efecto de CA2 sobre la consolidación de la memoria puede notarse incluso cuando se eleva la intensidad de la estimulación social, lo que facilita la cooperación sináptica y permite la creación de asociaciones más complejas entre diferentes recuerdos.

Implicaciones clínicas y aplicaciones
Según los investigadores, las implicaciones clínicas son de gran importancia. Esta línea de investigación ayuda a explicar la relación entre la soledad y el declive de la memoria, así como la aparición de trastornos como la demencia.
Comprender cómo las experiencias sociales influyen en el hipocampo abre posibilidades para terapias destinadas a recuperar la memoria en grupos vulnerables, entre ellos las personas mayores.
Entre las intervenciones futuras que se contemplan figuran el desarrollo de fármacos específicos, métodos de estimulación cerebral y estrategias de estilo de vida que aprovechen el efecto beneficioso de las interacciones sociales sobre la memoria.

Los responsables del estudio recalcaron la relevancia de estos datos para el cuidado cerebral. Sreedharan Sajikumar, investigador principal, afirmó: “La interacción social no es solo una actividad placentera. Es una necesidad biológica que cambia directamente el funcionamiento del cerebro. Estos procesos crean no solo los recuerdos que atesoramos, sino también los vínculos significativos que nos definen”.
Mohammad Zaki Bin Ibrahim, autor principal, añadió: “Nuestros resultados ayudan a explicar por qué la soledad y la falta sostenida de contacto social están vinculadas al deterioro de la memoria. Al entender cómo las experiencias sociales moldean el hipocampo, se pueden diseñar terapias para rescatar la memoria en grupos vulnerables e incluso promover la resiliencia”.