Una joven que no podía caminar ni respirar por sí sola debido a una rara forma genética de esclerosis lateral amiotrófica (ELA-FUS) logró recuperarse tras recibir un tratamiento experimental contra esta enfermedad neurodegenerativa.
En concreto, la paciente, recibió de forma prolongada, varias inyecciones del fármaco ulefnersen. El resultado fue considerado por los investigadores como “una recuperación funcional sin precedentes”.
El hallazgo, publicado en la revista médica The Lancet, fue liderado por el neurólogo Neil Shneider, del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia.
El estudio se centró en 12 pacientes con una mutación específica del gen FUS, que genera una forma temprana, agresiva y devastadora de ELA. Se trata de un tipo poco frecuente de la enfermedad, que representa entre el 1 y el 2 por ciento de los casos, pero que se manifiesta antes de los 40 años y deteriora con rapidez funciones esenciales como el habla, la movilidad y la respiración.
La estrategia del equipo de Columbia consistió en atacar de manera directa la causa genética de esta variante.
Para eso, desarrollaron un tratamiento con oligonucleótidos antisentido, una tecnología capaz de “silenciar” genes específicos, es decir, bloquear la producción de proteínas dañinas. En este caso, el objetivo fue frenar la síntesis anormal de la proteína FUS, que cuando muta se acumula dentro de las neuronas motoras y desencadena su destrucción progresiva.
El primer ensayo con este fármaco se remonta a 2019, cuando Shneider logró la autorización de la FDA para aplicarlo a través de un programa de acceso ampliado. La destinataria fue Jaci Hermstad, una joven de Iowa cuya hermana gemela había muerto de la misma enfermedad.
Su caso inspiró el nombre inicial del medicamento, jacifusen. Según el especialista, el tratamiento mostró un resultado tan alentador que motivó a la farmacéutica Ionis a financiar un ensayo clínico global, que hoy sigue en curso.
Desde entonces, al menos 25 pacientes han recibido el fármaco en programas de uso compasivo. Doce de ellos fueron evaluados clínicamente y sus datos componen el estudio publicado. De acuerdo con los resultados, todos los pacientes tratados mostraron una reducción significativa de una proteína conocida como neurofilamento ligero, un biomarcador que indica el grado de daño neurológico. La disminución llegó hasta un 83 por ciento en algunos casos, lo que sugiere que la terapia está logrando un efecto directo en la protección de las neuronas.
El caso que cambió la percepción sobre lo posible en la ELA genética
Más allá de las respuestas clínicas moderadas observadas en varios pacientes, dos casos reportados marcaron un quiebre. El primero fue el de una joven que había perdido la capacidad de caminar y de respirar sin ayuda mecánica. Desde fines de 2020 comenzó a recibir el tratamiento y, según se detalla en el informe, logró recuperar ambas funciones. Además, se convirtió en la paciente que más tiempo sobrevivió con esta forma juvenil de ELA-FUS.
El segundo caso relevante fue el de un hombre de unos 30 años, que inició el tratamiento antes de que se manifestaran los síntomas. Aunque sus estudios musculares ya mostraban señales anormales, logró mantenerse asintomático durante tres años, mientras continuaba recibiendo el fármaco. En ese período, la actividad eléctrica de sus músculos se normalizó, lo que para los autores indica que la intervención precoz puede tener efectos protectores incluso antes de que la enfermedad avance.
El estudio no se limitó a registrar los resultados clínicos. También analizó la seguridad de la droga experimental y confirmó que fue bien tolerada por todos los pacientes. No se registraron efectos adversos graves atribuibles al tratamiento, lo que refuerza su viabilidad para ensayos clínicos más amplios.
La novedad de este enfoque no radica solamente en la eficacia observada, sino en el cambio conceptual que plantea para el abordaje de la ELA. En palabras de Shneider, “al probar nuevos fármacos para la ELA, no esperamos ver una mejoría clínica”. Pero este caso modificó ese supuesto de base.
“Lo que hemos observado en un paciente es una recuperación funcional sin precedentes. Es sorprendente y profundamente motivador para nosotros, la comunidad de investigación de la ELA, pero también para la comunidad de pacientes con ELA”, expresó el investigador.
El fármaco experimental fue diseñado como una forma de medicina de precisión, basada en una comprensión detallada de la biología molecular que causa la enfermedad.
Según Shneider, “estas respuestas demuestran que, si intervenimos a tiempo y atacamos el objetivo correcto en el momento oportuno durante la evolución de la enfermedad, es posible no solo ralentizar su progresión, sino también revertir algunas de las pérdidas funcionales”.
Los especialistas destacan que no se trata de una cura definitiva, ni de una solución universal para todos los tipos de ELA.
Qué es la ELA-FUS y por qué es tan agresiva
La ELA-FUS es una subcategoría genética que afecta a una proporción muy baja de pacientes. Sin embargo, sus características la convierten en un modelo clave para investigar terapias dirigidas. Su aparición temprana, su evolución acelerada y su causa genética conocida hacen posible detectar la enfermedad a tiempo e intervenir con tratamientos personalizados.
El impacto del estudio va más allá de los resultados clínicos inmediatos. Representa un ejemplo concreto de cómo la investigación traslacional puede transformar avances básicos en estrategias terapéuticas tangibles.
El uso de oligonucleótidos antisentido en enfermedades neurodegenerativas ya mostró eficacia en otros trastornos raros, como la atrofia muscular espinal. Pero hasta ahora no se había logrado documentar una recuperación funcional como la observada en esta paciente con ELA-FUS.
En un campo marcado por la frustración terapéutica y la progresión inexorable de los síntomas, este tipo de evidencias genera nuevas expectativas.
La mayoría de los tratamientos actuales para ELA solo logran retrasar el deterioro, sin revertirlo. Por eso, la posibilidad de frenar e incluso revertir algunos daños neurológicos abre un camino distinto para la medicina neuromuscular.
La expectativa ahora está puesta en los resultados del ensayo clínico global. Si los datos preliminares se confirman, ulefnersen podría convertirse en el primer tratamiento aprobado que modifique de manera sustancial el curso de una forma de ELA.
La comunidad científica observa con atención el progreso del estudio, consciente de que cualquier éxito en este terreno puede sentar las bases para abordar variantes más comunes de la enfermedad.
La historia de esta paciente joven, que recuperó funciones vitales que ya se daban por perdidas, representa un hito clínico, pero también una señal de esperanza. “También es un magnífico ejemplo de medicina de precisión y desarrollo terapéutico basado en la ciencia y en la comprensión de la biología de la enfermedad”, concluyó Shneider.