Las alarmas sanitarias se encendieron en el sur de Brasil. El 16 de mayo, el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Brasil confirmó específicamente un brote de influenza aviar altamente patógena en una granja de cría de aves de corral comerciales.
El hecho activó una cadena de respuestas inmediatas en varios niveles: desde la instalación de barreras sanitarias en rutas brasileñas hasta la suspensión de importaciones por parte de algunas naciones vecinas.
El impacto del caso superó las fronteras. La confirmación del brote de gripe aviar tuvo repercusiones inmediatas en el territorio argentino. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) solicitó a todas las granjas del país reforzar sus protocolos de bioseguridad y vigilancia. Además, se suspendieron en forma temporal las importaciones de productos y subproductos de origen aviar procedentes de Brasil en los cuales se certifique la condición de país libre de Influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP).
En Argentina, la proximidad geográfica del foco —a solo 620 kilómetros de la frontera— llevó al Senasa a activar una serie de medidas preventivas, centradas en evitar la entrada del virus al territorio nacional. Entre ellas, se suspendió la importación de productos avícolas brasileños certificados como libres de Influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP), aunque se mantuvo el ingreso de huevos fértiles y aves de un día, siempre que provengan de compartimentos sanitarios reconocidos por el Senasa.
Las recomendaciones emitidas por Senasa incluyeron acciones como revisar y reforzar las mallas antipájaros, optimizar las medidas de higiene, eliminar áreas con agua estancada que puedan atraer aves silvestres y evitar el uso de métodos agresivos para alejarlas. En relación con la genética aviar, se determinó mantener las importaciones de huevos fértiles y pollitos de un día, siempre que provengan de áreas reconocidas oficialmente como libres de enfermedad.
Una cadena de respuestas frente a un virus de alto impacto
El brote registrado en Brasil no es un hecho aislado. La influenza aviar, particularmente en su variante de alta patogenicidad, representa una amenaza constante para la producción avícola global. Su posible diseminación a través de aves migratorias convierte a la prevención en una tarea crítica, sobre todo en regiones con altos niveles de producción comercial.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Producción Sostenible e Irrigación (Seapi) del estado de Rio Grande do Sul informó en un comunicado: “El caso registrado en Rio Grande do Sul es el primero en una finca comercial del país y es del mismo subtipo que los casos anteriores. En total, se han registrado 164 casos en aves silvestres, tres en aves de subsistencia (destinadas al consumo personal o familiar), uno en una granja avícola y uno en un zoológico de Brasil”.
Cabe recordar que martes 20 de mayo, el Ministerio de Salud de Brasil informó que se descartó un caso sospechoso en un trabajador agrícola del municipio de Montenegro (RS), “donde se identificó un brote de la enfermedad en aves. En la tarde del martes (20/05), Fiocruz, laboratorio de referencia para este tipo de análisis, confirmó que la prueba para la enfermedad fue negativa. En este momento, no hay otros casos sospechosos o bajo investigación en Brasil”.
“El Ministerio de Salud, junto con la Secretaría de Salud del Estado de Rio Grande do Sul, realiza un seguimiento de todas las personas que puedan haber estado expuestas al virus a través del contacto directo con aves infectadas para monitorear su situación de salud, iniciar inmediatamente el tratamiento ante los primeros síntomas y la vigilancia preventiva de los posibles contactos. No existe registro en ninguna parte del mundo de que la enfermedad se haya transmitido de una persona a otra”, divulgaron en un comunicado oficial.
Así las cosas, en Argentina se intensificaron las acciones dirigidas a productores de traspatio, a quienes se les recomendó mantener a sus aves en espacios cerrados, limpiar periódicamente los gallineros, utilizar ropa exclusiva para el manejo y restringir el acceso de fauna silvestre a comederos y bebederos. Esta categoría de producción, muchas veces informal y distribuida en zonas rurales o periurbanas, representa uno de los puntos críticos para la contención de enfermedades zoonóticas. Su vigilancia cobra especial relevancia cuando la amenaza proviene de países limítrofes.
Desde principios de año, Senasa y la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación desarrollaron talleres específicos para productores comerciales, con el objetivo de reforzar los conocimientos sobre bioseguridad, reconocimiento de síntomas y protocolos de notificación ante casos sospechosos. La formación, clave en estos escenarios, apuntó a brindar herramientas frente a una enfermedad cuyo avance puede producir un colapso en la producción de carne y huevos.
Según describe el Ministerio de Salud en Argentina, la influenza aviar (IA) tipo A es una enfermedad altamente infecciosa, producida por un virus de la familia Orthomyxoviridae que afecta principalmente a las aves domésticas y silvestres. En ocasiones también pueden contraerlo las personas y otras especies animales, como equinos, porcinos y caninos.
De la gran cantidad de familias de aves, son especialmente susceptibles las gallinas, pavos, codornices, faisanes, así como también especies acuáticas, como patos, gansos, flamencos y cisnes. La influenza aviar puede clasificarse en dos categorías, según la gravedad de la enfermedad:
-Influenza aviar de baja patogenicidad (IABP), que típicamente causa leves o ningún signo clínico
-Influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP), que puede causar signos clínicos graves y, potencialmente, altos índices de mortalidad.
“Los virus de la influenza aviar tienen una gran capacidad de mutación, son altamente contagiosos y se encuentran ampliamente distribuidos entre las aves silvestres acuáticas y limícolas. En este sentido, la IAAP puede propagarse rápidamente, causando un alto impacto en la industria avícola y el cierre de mercados externos, debido a restricciones sanitarias”, agrega el Ministerio de Salud.
Cabe mencionar que la influenza aviar es una enfermedad zoonótica y de importancia en la salud pública. La mayoría de los pocos casos registrados en personas son autolimitantes y no está comprobada la transmisión horizontal (de humano a humano). Suelen ser cuadros respiratorios leves o una conjuntivitis, y en menor medida pueden generarse signos clínicos graves o la muerte.
Existen varios factores que pueden contribuir a la diseminación del virus de la influenza aviar, tales como el comercio ilegal de las aves (sin garantías sanitarias ni trazabilidad) y las migraciones de las especies silvestres infectadas.
En las aves, el virus se elimina a través de las heces y las secreciones respiratorias, motivo por el cual la enfermedad puede diseminarse de un establecimiento a otro través de vehículos, equipos de protección individual, elementos o herramientas de trabajo. Aves silvestres, especialmente migratorias, funcionan como reservorios naturales del virus y lo transportan entre continentes
Impacto económico y social
La IAAP tiene un alto impacto sanitario, económico y comercial. Su detección en una granja obliga al cierre inmediato del establecimiento, el sacrificio masivo de aves, la desinfección de instalaciones y la activación de protocolos internacionales que interrumpen las exportaciones del país afectado. Aunque la posibilidad de contagio en humanos es baja, los especialistas coinciden en que su control demanda respuestas rápidas y coordinación regional. En los últimos años, brotes de gripe aviar afectaron a distintas regiones de América, Asia y Europa, con pérdidas millonarias para la industria avícola y fuertes restricciones comerciales.
Ante ese escenario, Argentina decidió mantener su política de “país libre de influenza aviar de alta patogenicidad” como un valor estratégico para sus exportaciones. La resolución de emergencia sanitaria (Senasa 147/2023) continúa vigente.
En ese marco, la estrategia del organismo se enfoca en reducir los factores de riesgo, fomentar la vigilancia activa y promover la notificación temprana. Se recordó que entre los síntomas compatibles con IAAP figuran “muerte súbita; fuerte disminución en el consumo de alimento y agua; merma en la producción de huevos o huevos deformes; inflamación de la cabeza, cresta, barbilla y patas; secreciones nasales, tos y dificultad para respirar; diarrea verdosa; problemas neurológicos como temblores o parálisis; plumas erizadas y aspecto decaído”.
Brasil se enfrenta ahora al reto de contener la expansión del virus sin comprometer su estatus sanitario ni su posición en el mercado global. Las medidas implementadas por las autoridades estatales en Río Grande do Sul forman parte de un esfuerzo coordinado que incluye patrullas sanitarias permanentes, monitoreo en tiempo real y restricción del transporte rural. Mientras tanto, la suspensión de importaciones por parte de países compradores y vecinos se mantiene vigente como mecanismo de precaución hasta que el brote sea controlado por completo. Días atrás, el gobierno brasileño informó que había rastreado los huevos para incubar proporcionados por la granja y ordenó su destrucción.
El gobernador del estado brasileño afectado, Eduardo Leite, decretó la instalación de siete barreras sanitarias en rutas estratégicas, con patrullas operativas durante todo el día y con foco en la desinfección de camiones de carga.
Estas patrullas, organizadas por el Departamento de Vigilancia y Defensa de la Salud Animal, comenzaron a inspeccionar propiedades rurales en un radio de hasta 10 kilómetros desde el foco del brote. Se incluyó a todo tipo de transporte rural, incluso aquellos que recolectan leche o entregan alimento. El objetivo es evitar cualquier clase de propagación del virus a través de vehículos que transitan entre distintos establecimientos.
Desde Brasil informaron sobre las restricciones temporales a sus exportaciones de carne aviar tras la confirmación del brote. Las suspensiones se aplicaron de la siguiente manera hasta el momento, según un comunicado del Ministerio de Agricultura y Ganadería:
- Prohibición total de exportaciones desde Brasil: China, Unión Europea, México, Irak, Corea del Sur, Chile, Sudáfrica, Unión Euroasiática, Perú, Canadá, República Dominicana, Uruguay, Malasia, Argentina, Timor Oriental, Marruecos, Bolivia, Sri Lanka, Pakistán, Filipinas y Jordania.
- Suspensión limitada al estado de Rio Grande do Sul: Reino Unido, Bahréin, Cuba, Macedonia del Norte, Montenegro, Kazajstán, Bosnia y Herzegovina, Tayikistán y Ucrania.
- Restricción específica al municipio de Montenegro (RS): Japón y Arabia Saudita.