La popularidad de las barras de proteína creció de manera sostenida, mientras persisten dudas sobre sus verdaderos efectos en la salud.
Un documental reciente del Canal 4 británico, presentado por Joe Wicks y el experto Chris van Tulleken, expuso los componentes poco conocidos de estos productos y los riesgos que pueden conllevar para quienes los consumen con frecuencia.
El mercado de barras de proteína se expande internacionalmente, impulsado por estrategias comerciales efectivas que recurren al respaldo de influencers y figuras del entorno de la salud.
Aunque prometen beneficios nutricionales, surgen interrogantes sobre la veracidad de estas promesas, la cantidad de aditivos industriales presentes y los efectos para la salud a largo plazo. ¿Son realmente saludables? Qué dice la ciencia.
Ingredientes ultraprocesados y percepciones distorsionadas
Para van Tulleken, estas barras representan el ejemplo por excelencia de alimento ultraprocesado, al combinar ingredientes de origen industrial y costos elevados sin aportar necesariamente calidad nutricional.
El documental ilustra este punto a través de la creación de la “barra Killer”, colmada de aditivos y promovida por la mera presencia de proteínas y vitaminas.
Entre los componentes habituales figuran el aspartamo, calificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “potencialmente cancerígeno”, el xilitol, alcohol de azúcar ligado a mayor riesgo cardiovascular, y la carboximetilcelulosa, emulsionante asociado con inflamación intestinal.
Estrategia comercial y promesas cuestionables
El auge de las barras se apoya en la idea de una supuesta deficiencia de proteína en la dieta general y vincula su consumo al descenso de peso.
Sin embargo, expertos en nutrición como Michael Lean, de la Universidad de Glasgow, advirtieron que la mayoría de la población obtiene suficiente proteína de sus comidas habituales y cuestionan la evidencia sobre la efectividad de las dietas hiperproteicas en la pérdida de peso sostenida.
Un análisis de la Harvard T.H. Chan School of Public Health señala que la mayoría de los adultos de países desarrollados consume más proteína de la necesaria y enfatiza que los suplementos proteicos y snacks industriales suelen ser innecesarios para quien mantiene una dieta variada y saludable. Los expertos advierten que el exceso de proteína y el consumo regular de productos ultraprocesados puede ser contraproducente para la salud general.
En tanto, las campañas publicitarias destacan que las barras contienen vitaminas y minerales, pero el documental advierte que esta estrategia esconde el hecho de que siguen siendo productos ultraprocesados.
Estos alimentos suelen tener muchas calorías, azúcares, grasas saturadas y una variedad de aditivos. Su consumo frecuente puede parecer inofensivo debido a la imagen saludable que proyectan.
En ese tono, Harvard Health Publishing advierte que muchas barras de proteína, lejos de ser alternativas saludables, contienen cantidades elevadas de azúcar, grasas saturadas y calorías, asemejándose más a golosinas que a un snack nutritivo. Los especialistas recomiendan revisar cuidadosamente el contenido y considerar que la mayoría de las personas puede cubrir sus necesidades nutricionales sin recurrir a estos productos industrializados.
Salud intestinal y efectos secundarios
El uso de edulcorantes artificiales como polioles y alcoholes de azúcar se vincula a alteraciones intestinales. Aunque los organismos regulatorios consideran seguros estos aditivos, estudios como el NutriNet-Santé en Francia evidencian un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares en altos consumidores.
Muchas barras catalogadas como “bajas en azúcar” incluyen grandes cantidades de polioles que pueden generar molestias digestivas, especialmente en personas con sensibilidad intestinal.
Eugenia Hamshaw, nutricionista de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí, advirtió que estos ingredientes pueden causar problemas gastrointestinales notorios en consumidores vulnerables.
Grasas, calorías y saturación nutricional
Frecuentemente, estos productos incluyen grasas como aceite de coco o palma, lo que resulta en contenidos de 5 a 8 gramos de grasas saturadas por barra.
El Servicio Nacional de Salud británico considera elevado este dato e indica que su ingesta excesiva incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas debido al aumento del colesterol. Para algunos, una sola barra aporta hasta el 40% del límite diario recomendado de grasas saturadas.
El contenido calórico de las barras puede equipararse al de una barra de chocolate, y algunas superan las 400 calorías por unidad. Esta característica incrementa significativamente el aporte energético diario, muchas veces sin aportar una sensación de saciedad prolongada.
Calidad y aprovechamiento de la proteína
Investigadores húngaros analizaron 1.600 barras diferentes y detectaron el uso frecuente de colágeno, proteína de bajo valor nutricional al carecer de todos los aminoácidos esenciales.
Según el profesor László Abrankó, miembro del equipo que realizó el estudio, incluso las barras que emplean proteínas de alta calidad presentan problemas de aprovechamiento por la estructura artificial del producto, con tasas de digestibilidad entre el 47% y el 81%.
Emulsionantes y riesgos añadidos
Compuestos como la lecitina de soja y la carragenina, empleados para lograr cremosidad y estabilidad, fueron vinculados en estudios poblacionales a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes tipo 2.
No obstante, los entes regulatorios insisten en que son seguros, aunque la comunidad científica no llegó a un consenso definitivo sobre su impacto a largo plazo.
Consumo excesivo, saciedad limitada
El formato y el sabor favorecen el consumo en exceso y la ingesta calórica elevada, ya que no sacian de manera eficaz. Un ensayo clínico de la Universidad Estatal de Arizona demostró que, tras una semana de consumo diario, los participantes experimentaron un aumento del 3% en la grasa corporal.
Esta circunstancia pone en tela de juicio la percepción de las barras como alternativa saludable para el control de peso, ya que pueden estimular un consumo adicional no planificado.