Solo cinco minutos de anuncios de comida chatarra bastan para que los niños consuman, en promedio, 130 calorías adicionales al día, una cantidad equivalente a dos rebanadas de pan. Así lo revela un estudio pionero presentado en el Congreso Europeo sobre Obesidad en Málaga, España, cuyos resultados han reavivado el debate sobre la necesidad de endurecer la regulación de la publicidad dirigida a menores.
Según informó el diario británico The Guardian, los expertos advierten que las actuales restricciones no son suficientes para proteger a la infancia de la influencia de la industria alimentaria.
Detalles del estudio: muestra, metodología y resultados
La investigación, liderada por Emma Boyland, profesora de marketing alimentario y salud infantil en la Universidad de Liverpool, analizó el comportamiento de 240 niños de entre 7 y 15 años, procedentes de escuelas de Merseyside, Reino Unido. En dos sesiones separadas, los participantes estuvieron expuestos durante cinco minutos a anuncios de productos con alto contenido en grasas saturadas, azúcar y sal. Posteriormente, se les mostraron anuncios de productos no alimentarios.
Tras la exposición, los niños recibieron tentempiés como uvas o botones de chocolate y, más tarde, un almuerzo compuesto por alimentos salados, dulces y opciones saludables. Los resultados, publicados por The Guardian, indican que después de ver los anuncios de comida chatarra, los menores consumieron 58 calorías más en los snacks y 73 calorías adicionales en el almuerzo, en comparación con los días en que solo vieron anuncios de productos no alimentarios. En total, la ingesta calórica diaria aumentó en promedio 130 calorías.
El estudio también comprobó que los alimentos ofrecidos a los niños no coincidían con los promocionados en los anuncios y se presentaban sin marcas visibles, lo que descarta que el efecto observado se debiera a un deseo específico por los productos anunciados.
Emma Boyland, autora principal del estudio, subrayó la novedad de los resultados: “Este es el primer estudio que demuestra que la publicidad de alimentos de marca afecta lo que comen los niños”. Boyland explicó que el efecto no solo se produce de forma inmediata, sino que persiste horas después de la exposición: “También demostramos que los niños no solo comen más inmediatamente después de ver la publicidad de alimentos, sino que también comieron más en el almuerzo, un par de horas después de haber visto la publicidad”.
La investigadora destacó que el aumento en la ingesta calórica no se relaciona con la marca o el producto específico mostrado en los anuncios, sino con un incentivo general a consumir lo que está disponible.
Llamado de expertos y organizaciones a fortalecer la regulación
El hallazgo ha motivado a especialistas y organizaciones a exigir una regulación más estricta. Katharine Jenner, directora de la Obesity Health Alliance, afirmó en declaraciones recogidas por The Guardian que “la publicidad de alimentos está impulsando una ingesta excesiva de calorías en los niños”. Jenner consideró que las nuevas restricciones previstas en el Reino Unido, que limitarán los anuncios de alimentos poco saludables en televisión antes de las 21:00 y en línea en cualquier momento a partir de octubre, representan “un paso vital que protegerá a los niños de los peores infractores”.
No obstante, Jenner advirtió que persisten lagunas legales que permiten a las marcas seguir dirigiéndose a los menores mediante vallas publicitarias y paradas de autobús, incluso sin mostrar productos específicos. “Si el gobierno realmente quiere acabar con la publicidad de comida chatarra dirigida a los niños, debe cerrar las lagunas legales que permiten a las empresas seguir bombardeándolos”, sostuvo.
Por su parte, la doctora Helen Stewart, responsable de mejora de la salud del Real Colegio de Pediatría y Salud Infantil, señaló que la obesidad infantil sigue siendo un problema grave, especialmente en las zonas más desfavorecidas, donde las tasas duplican a las de otros entornos. Stewart recalcó que “abordar esta crisis es imposible sin implementar también las medidas necesarias, como la regulación de la industria alimentaria”.