El consumo de café y una siesta breve desafía las ideas tradicionales sobre descanso, abriendo paso a nuevas formas de afrontar el cansancio en la vida moderna (Freepik)

Una taza de café antes de una siesta breve podría mejorar la concentración y reducir la fatiga, según investigaciones citadas por National Geographic. Esta estrategia, denominada “siesta con café”, despertó el interés de expertos en sueño y endocrinología, quienes analizan su potencial para aumentar el rendimiento mental en una sociedad donde la cafeína está presente en la vida diaria.

La “siesta con café” implica ingerir café justo antes de dormir durante un periodo corto, generalmente de 20 a 30 minutos. Aunque esta costumbre es común en varios países después del almuerzo, la ciencia recién comenzó a examinar si sus efectos van más allá de la tradición.

La búsqueda de métodos que incrementen la energía y la atención favoreció la popularidad de esta práctica, que se discute tanto en entornos laborales como académicos.

Diversas investigaciones comienzan a señalar que esta estrategia puede aportar una mejora notable en la concentración, el estado de alerta y la capacidad cognitiva tras una pausa corta (Freepik)

La ciencia detrás de la combinación

El fundamento biológico de la “siesta con café” reside en la interacción entre la cafeína y la adenosina, una molécula que regula el sueño. Scott Rivkees, endocrinólogo pediátrico y profesor en la Escuela de Salud Pública de Brown, explicó a National Geographic que la adenosina se acumula en el cerebro a lo largo del día, uniéndose a los receptores (A1, A2A, A2B y A3) y provocando somnolencia. Dormir permite al organismo descomponer la adenosina, favoreciendo la recuperación del funcionamiento cerebral.

La cafeína, actuando como antagonista de la adenosina, bloquea sus receptores e impide que genere sueño. Según Rivkees: “La cafeína es un potente antagonista de la adenosina que bloquea sus efectos en los diferentes subtipos de receptores”. Así, las neuronas mantienen su actividad y la persona permanece despierta. Con el consumo continuado, el cuerpo puede generar más receptores, lo que incrementa la tolerancia.

La razón de combinar café y siesta radica en el tiempo que la cafeína tarda en hacer efecto, generalmente entre veinte y treinta minutos, lo que coincide con la duración ideal de una siesta corta. Seiji Nishino, profesor emérito de psiquiatría y medicina del sueño en la Universidad de Stanford, afirmó a National Geographic: “Una siesta combate la somnolencia y la cafeína también, así que si combinamos ambas podríamos obtener un efecto más fuerte”.

Dormir más de treinta minutos puede inducir un sueño profundo y provocar la llamada inercia del sueño, pero esta combinación ayuda a reducir esa sensación y a mejorar el rendimiento posterior, según Siobhan Banks, directora del Behaviour-Brain-Body Research Centre en la Universidad de Australia del Sur.

Estudios recientes indagan cómo el delicado equilibrio entre la acción de la cafeína y los procesos biológicos del sueño puede modular los niveles de energía y potenciar el rendimiento mental (Imagen Ilustrativa Infobae)

Evidencia, precauciones y límites

La evidencia científica sobre la “siesta con café” todavía es limitada. Un estudio de 1997 mostró que quienes combinaron cafeína y una siesta breve exhibieron mejoras en la capacidad de conducción, y otro de 2001 observó que la cafeína minimizó la somnolencia tras la siesta.

Más recientemente, Banks y su equipo realizaron un estudio piloto en 2020 suministrando 200 mg de cafeína antes de un descanso de treinta minutos. Los primeros resultados indicaron una reducción de la fatiga y una mejora en el rendimiento cognitivo. “Los hallazgos iniciales confirman que hay cierto beneficio en el concepto”, afirmó Banks a National Geographic, aunque advirtió que se trata de estudios pequeños y en condiciones de laboratorio. Los expertos recomiendan cautela.

Nora D. Volkow, directora del National Institute on Drug Abuse de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, subrayó a National Geographic que la mayoría de estudios se realizaron en adultos jóvenes y sanos, por lo que sus conclusiones podrían no aplicarse a poblaciones mayores o con trastornos del sueño.

Existen diferencias individuales: algunas personas son más proclives a dormir la siesta y otras presentan mayor sensibilidad a la cafeína. Nishino recalcó que la eficacia de la “siesta con café” depende tanto de la persona como del contexto.

Especialistas enfatizan que, aunque la cafeína aumenta la atención y el estado de alerta, la “siesta con café” no reemplaza el descanso nocturno ni constituye una solución definitiva a la fatiga. Banks aconseja experimentar con dosis bajas de cafeína y adaptar la práctica según la tolerancia propia.