La salud metabólica y la longevidad dependen de una variedad de factores individuales, sostuvieron especialistas de la Universidad de Stanford que participaron en el pódcast Huberman Lab. Allí, el genetista Michael Snyder y el neurocientífico —y presentador— Andrew Huberman coincidieron: la personalización en nutrición, ejercicio y monitoreo es clave para optimizar la prevención y el tratamiento de enfermedades crónicas.
Uno de los puntos centrales planteados es la gran variabilidad individual en la respuesta a alimentos, fármacos e incluso hábitos. “No todos reaccionamos igual ante una intervención nutricional, un medicamento o un cambio de comportamiento”, explicó Snyder, responsable de un laboratorio que investiga genes y proteínas relacionadas con el sistema inmunológico y la longevidad.
Variabilidad individual y monitoreo continuo
La medicina tradicional aplica en general recomendaciones universales, pero la evidencia revela que personalizar las intervenciones es esencial para lograr mejoras reales en la salud metabólica y prolongar la vida. Estudios recientes demostraron que productos considerados saludables o perjudiciales pueden provocar efectos opuestos en distintas personas.
Un ejemplo revelador son los “potato spikers” y “grape spikers”, términos creados por el laboratorio de Snyder para describir a quienes presentan picos de insulina al consumir papas fritas, pero no uvas, y viceversa.
Algunas personas solo experimentan un incremento leve y transitorio de glucosa tras ingerir ciertos carbohidratos, mientras que otras muestran un aumento prolongado y potencialmente negativo. Este fenómeno es imposible de anticipar solo a partir de tablas de índice glucémico.
La única manera de identificar la respuesta particular a los alimentos es el monitoreo directo. Los monitores continuos de glucosa (CGM) registran los niveles en tiempo real y han transformado la comprensión de la salud metabólica.
Snyder señaló que, tras el uso de CGM en personas sanas, prediabéticas y diabéticas, se identificaron patrones y riesgos desconocidos mediante técnicas convencionales. Surgió así el concepto de glucotipos, que agrupa a las personas de acuerdo con su tendencia a experimentar picos leves, moderados o severos de glucosa.
El uso generalizado de estos dispositivos reveló que muchas personas sin un diagnóstico clínico evidente presentan respuestas glucémicas similares a la de los diabéticos, lo que eleva su riesgo de enfermedad cardiovascular y complicaciones. Aunque parámetros como mantener la glucosa entre 70 y 140 mg/dL para individuos sanos sirven de orientación, los grados ideales varían entre personas.
Subtipos metabólicos y dieta
Una identificación de subtipos metabólicos va mucho más allá de la clásica división entre diabetes tipo uno y tipo dos. El entrevistado señaló la existencia de fenotipos diferenciados, como resistencia a la insulina en el músculo, problemas en las células beta del páncreas o alteraciones en la secreción de incretinas (GLP-1).
Estos subtipos influyen no solo en la respuesta a los alimentos, sino también en la eficacia de los tratamientos farmacológicos y del estilo de vida. Por ejemplo, el propio Snyder, diagnosticado con un defecto en las células beta, observó que sumar masa muscular no mejoró su control glucémico, mientras que algunos fármacos sí fueron efectivos.
Influencia de la microbiota y la genética
La microbiota intestinal y la genética también desempeñan un papel considerable en la salud metabólica. El genetista detalló que alrededor del 20-30% de la variabilidad en los niveles de glucosa proviene de la microbiota, otro 20% de la genética y el resto de factores ambientales y del estilo de vida.
A través de la interacción se explica por qué algunos individuos mejoran con dietas altas en fibra, mientras que otros presentan inflamación o molestias con nutrientes similares.
En línea con esto, los especialistas aclararon que la fibra no es una sola: existen tipos como arabinoxilana, inulina, beta-glucanos y almidón resistente, con efectos distintos sobre el colesterol, la glucosa y la inflamación. El laboratorio de Snyder comprobó que la efectividad de los suplementos de fibra es sumamente variable, lo que refuerza la importancia de personalizar las recomendaciones dietéticas.
Tecnología, ejercicio y personalización
La individualización también se extiende al ejercicio y a la tecnología disponible. El pódcast destacó que el momento del día en que se entrena puede modificar el control glucémico, sobre todo en personas con resistencia a la insulina muscular.
Realizar actividad física durante la mañana reporta mejores resultados en este grupo. La integración de sensores portátiles, análisis de sangre domiciliario y monitores ambientales permite un seguimiento más preciso y adaptado a cada necesidad.
Respecto a los medicamentos, analizar el impacto individual es esencial. Michael Snyder relató que, en su caso, los agonistas de GLP-1 redujeron notablemente su hemoglobina A1C y peso corporal (incluida la masa grasa), mientras que la metformina no tuvo efecto. Este ejemplo subraya la importancia de conocer el perfil metabólico antes de iniciar cualquier tratamiento.
Sueño, ambiente y fronteras médicas
Otros factores como el sueño, el estrés y la calidad del aire impactan notablemente la salud metabólica. Mantener horarios regulares de descanso favorece mejores niveles de glucosa, mientras que la exposición a contaminantes ambientales podría acarrear consecuencias negativas aún poco exploradas. El experto utiliza sensores de calidad del aire y resalta la importancia de estudiar cómo el entorno influye sobre los marcadores internos de bienestar.
Las innovaciones en monitoreo, como el microsampling y el estudio del envejecimiento de órganos, permiten definir el “ageotipo” o patrón particular de envejecimiento, abriendo la vía a intervenciones altamente específicas.
En el episodio abordó también alternativas como la acupuntura o los eventos inmersivos de bienestar. Reconoció mejoras personales en su presión arterial mediante acupuntura y citó estudios donde experiencias intensivas en grupo se asociaron a mejoras psicológicas y, en ocasiones, a reducción de inflamación. Si bien admitió que la evidencia no es concluyente, enfatizó la necesidad de evaluar estas opciones bajo el mismo rigor de las intervenciones tradicionales.
La posición de los expertos de Stanford fue clara: la salud metabólica y la longevidad requieren un abordaje personalizado. Solo mediante la integración de datos genéticos, microbianos, ambientales y de estilo de vida, junto al uso de inteligencia artificial, cada persona podrá acceder a recomendaciones precisas para mejorar su bienestar.