Existe una especie de círculo vicioso entre la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular —denominada por los expertos como sarcopenia— y el envejecimiento cardiovascular, con mayor énfasis después de los 60 años.
Esta interacción poco virtuosa, que no tiene un socio dominante, ha captado la atención de las últimas investigaciones de la comunidad médica internacional, especialmente en los debates sobre longevidad, porque acelera el estado de fragilidad del organismo en general
La prevalencia de sarcopenia en personas con enfermedades cardiovasculares supera ampliamente a la observada en la población general, con tasas que pueden alcanzar entre el 35% y el 60% en los casos más graves. Esto subraya la urgencia de abordar ambos problemas de manera conjunta y preventiva.
La sarcopenia se define como la disminución progresiva de la masa, la fuerza y la funcionalidad muscular asociada al envejecimiento. Esta condición, frecuente en los adultos mayores, se agrava en presencia de enfermedades cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca, la estenosis aórtica o la aterosclerosis.
Un paper con evidencia
Un artículo publicado en la revista científica MDPI por especialistas de Grecia señala que la prevalencia de sarcopenia es considerablemente mayor en personas con enfermedades cardíacas que en la población general, y afecta tanto a pacientes ambulatorios como hospitalizado.
Mecanismos compartidos entre sarcopenia y enfermedades cardíacas
La relación entre sarcopenia y enfermedades cardiovasculares es bidireccional y se potencia a través de mecanismos fisiopatológicos compartidos. Entre estos, destacan la inflamación crónica de bajo grado, la disfunción hormonal, el estrés oxidativo y la inactividad física. Estas vías contribuyen al desequilibrio entre la síntesis y la degradación de proteínas musculares, lo que reduce el rendimiento muscular y acelera el deterioro tanto del sistema osteomuscular como del cardiovascular. El artículo de MDPI detalla que la inflamación asociada al envejecimiento, conocida como “inflammaging”, genera un estado inflamatorio permanente que puede intensificarse según los hábitos de vida y la presencia de enfermedades crónicas como la diabetes o la EPOC.
En diálogo con Infobae, José Ricardo Jáuregui, médico especialista en geriatría y presidente de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría, explicó que el sedentarismo es uno de los principales factores que aceleran la aparición de la sarcopenia: “Las personas que no hacen actividad física habitualmente a lo largo de su vida tienen más probabilidades de desarrollar sarcopenia cuando se van volviendo mayores”.
Jáuregui subrayó a Infobae que los músculos no solo permiten el movimiento y la autonomía, sino que también cumplen una función inmunológica esencial. “Las personas que pierden músculo se vuelven más frágiles y vulnerables a las enfermedades infecciosas, porque los anticuerpos se sintetizan como proteínas que se obtienen del músculo. Si hay menos músculo, hay más posibilidades de defendernos peor de las enfermedades infecciosas”, puntualizó.
El especialista también destacó que la interacción entre la sarcopenia y las enfermedades cardiovasculares no responde a una relación causal directa, sino a una concurrencia de factores que se agravan mutuamente. “No es que uno causa al otro, interactúan y se empeoran mutuamente, porque comparten casi todos los mismos mecanismos que generan un problema y el otro”, explicó Jáuregui a Infobae.
El sedentarismo, la disminución de la capacidad metabólica y el aumento de la grasa muscular son elementos que incrementan la vulnerabilidad y el envejecimiento tanto del aparato cardiovascular como del osteomuscular.
Consecuencias clínicas y estrategias de prevención
Las consecuencias clínicas de esta interacción son notables. La presencia de sarcopenia en pacientes con insuficiencia cardíaca se asocia a un peor pronóstico, y la insuficiencia cardíaca, a su vez, incrementa la prevalencia de sarcopenia. Además, la pérdida de masa muscular eleva el riesgo de caídas y fracturas, complicaciones que pueden tener un impacto negativo en la recuperación y la calidad de vida de los adultos mayores. Jáuregui advirtió que la carga negativa en salud que comienza a acumularse en estos pacientes es considerable y que revertir la situación resulta especialmente complejo en edades avanzadas.
Frente a este panorama, la detección temprana y la intervención integral se presentan como estrategias fundamentales. El artículo de MDPI resalta la importancia de herramientas diagnósticas como la absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) y el análisis de bioimpedancia (BIA), junto con pruebas funcionales como la fuerza de prensión y la velocidad de la marcha, para identificar la sarcopenia en pacientes con enfermedades cardiovasculares. El tratamiento debe combinar la optimización nutricional, el entrenamiento de resistencia y el manejo de comorbilidades, así como la corrección de deficiencias hormonales anabólicas.
Las nuevas terapias en estudio para tratar la sarcopenia y las enfermedades cardiovasculares están enfocadas en intervenir directamente sobre procesos celulares clave que causan o agravan ambos problemas. Entre estas opciones se encuentra la modulación de la vía mTOR, que regula el crecimiento y la síntesis de proteínas en el músculo, lo cual podría ayudar a preservar o recuperar la masa muscular. Otra línea de investigación busca mejorar el metabolismo de una molécula llamada NAD+, fundamental para la producción de energía y el funcionamiento de las células, y cuya disminución se asocia al envejecimiento.
Además, se están desarrollando tratamientos que apuntan a la senescencia celular, es decir, a eliminar o modificar células envejecidas que ya no funcionan bien y que pueden acelerar el deterioro de los tejidos. Finalmente, los agentes que activan la autofagia, el mecanismo de limpieza y reciclaje de componentes celulares, podrían contribuir al mantenimiento y la reparación del músculo esquelético y el corazón. A pesar de estos avances, la revisión científica señala que todavía hay desafíos importantes: no existe un consenso unificado sobre cómo diagnosticar la sarcopenia y falta evidencia suficiente para validar de forma definitiva estos nuevos enfoques terapéuticos en la práctica clínica.
El doctor Jáuregui enfatizó en Infobae la importancia de mantener una vida activa desde edades tempranas. “Lo que está demostrado es que las personas que tienen actividad física regular, no es necesario ser un deportista de alto rendimiento, simplemente mantener ese hábito, realmente cambia las curvas pronósticas a futuro en los adultos más jóvenes cuando van pasando los años, respecto no solo a la parte física, sino también a la cognitiva”, señaló. El especialista remarcó que, aunque nunca es tarde para comenzar a moverse, la prevención y la constancia son clave para evitar el deterioro funcional y cognitivo en la vejez.
Un ejemplo emblemático de este planteo es Clint Eastwood, reconocido actor, director, guionista y productor estadounidense, quien celebró sus 95 años mientras permanece activo tanto delante como detrás de cámara. Aún cerca del centenario, mantiene hábitos como la alimentación balanceada, la práctica regular de ejercicio y una rutina enfocada en el bienestar. El propio Eastwood lo resume con una frase que utiliza como lema y que puede servir de ejemplo para muchos: “Nunca dejes entrar al viejo. Sé activo, mantén la mente abierta”.
En cuanto al futuro del manejo de la sarcopenia, el artículo de MDPI subraya la necesidad de estudios longitudinales que permitan establecer la causalidad y validar nuevas terapias. Además, propone aprovechar tecnologías como el análisis multiómico y el aprendizaje automático para identificar biomarcadores y personalizar las intervenciones, con el objetivo de reducir la carga de la sarcopenia y mejorar la calidad de vida de los adultos mayores con enfermedades cardiovasculares.
El debate sobre estos avances y desafíos tendrá un espacio destacado en el XXI Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría, que se celebrará el 28 y 29 de agosto próximos en Mar del Plata, donde el Dr. Jáuregui disertará sobre la relación entre sarcopenia y cardiogeriatría.
Adoptar hábitos saludables y estrategias preventivas a lo largo de la vida permite a las personas mayores mantener su vitalidad y autonomía frente al paso del tiempo.