Un estudio reciente publicado en la revista Heart señala que caminar a paso rápido podría ser una de las maneras más efectivas para reducir el riesgo de desarrollar arritmias cardíacas.
La investigación, basada en datos de cientos de miles de adultos en el Reino Unido, revela que quienes se mueven a un ritmo promedio o rápido presentan una disminución del 35% y 43%, respectivamente, en comparación con quienes caminan despacio.
Tipos de arritmias estudiadas y su prevalencia
El estudio se centró en tres tipos principales de arritmias: fibrilación auricular, bradiarritmias y arritmias ventriculares. La primera, conocida también como A-Fib, es la más común y se caracteriza por un ritmo cardíaco irregular y acelerado que se origina en las aurículas del corazón. Según datos citados por CNN, cerca de 60 millones de personas en todo el mundo padecen fibrilación auricular.
Las bradiarritmias, por su parte, implican una frecuencia cardíaca anormalmente baja, generalmente por debajo de 60 latidos por minuto, mientras que las arritmias ventriculares se producen cuando los ventrículos laten demasiado rápido.
Las arritmias, en general, aumentan el riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares y muerte prematura. “Lo mejor de caminar es que es accesible para todos. No es necesario gastar dinero en ir al gimnasio ni en comprar equipo. Simplemente, puedes salir de casa y seguir caminando”, explicó la doctora Jill Pell, autora principal del estudio y profesora de Salud Pública en la Universidad de Glasgow, a CNN.
De la duración hasta el ritmo: qué influye en las caminatas
La investigación analizó datos de salud y actividad física de adultos reclutados entre 2006 y 2010 para el UK Biobank, un extenso estudio que sigue la evolución de más de 500.000 personas de entre 40 y 69 años en el Reino Unido.
Los participantes respondieron cuestionarios sobre su ritmo habitual de caminata, clasificándolo como lento (menos de 4,8 kilómetros por hora), promedio (entre 4,8 y 6,4 kilómetros por hora) o rápido (más de 6,4 kilómetros por hora).
Durante un seguimiento promedio de 13 años, el 9% de los participantes desarrolló algún tipo de arritmia. Además de los cuestionarios, el equipo de la doctora Pell contó con datos de acelerometría —proporcionados por relojes que miden la velocidad de movimiento— de casi 82.000 personas. Estos registros permitieron comprobar que caminar a un ritmo promedio durante solo 5 a 15 minutos diarios ya se asociaba con una reducción significativa del riesgo de arritmias.
Resultados: reducción del riesgo y subgrupos más beneficiados
Los resultados, publicados en la revista Heart, muestran que caminar a paso promedio se asoció con una reducción del 35% en el riesgo de desarrollar arritmias, mientras que caminar rápido se vinculó con una disminución del 43%, en comparación con quienes caminaban despacio.
El efecto protector fue especialmente notable en ciertos grupos: personas menores de 60 años, mujeres, individuos sin obesidad, y aquellos con hipertensión o al menos dos condiciones preexistentes.
Pell destacó que, aunque las mujeres tienen menos probabilidades de desarrollar fibrilación auricular que los hombres, cuando la padecen enfrentan un riesgo mayor de sufrir infartos y accidentes cerebrovasculares. “Este es un hallazgo interesante porque, aunque las mujeres son menos propensas a tener fibrilación auricular, cuando la desarrollan tienen un riesgo más alto de infartos y accidentes cerebrovasculares que los hombres con la misma condición”, señaló en declaraciones recogidas por CNN.
Análisis y limitaciones: los detalles del estudio
El estudio ha recibido la atención de especialistas en cardiología. La doctora Martha Gulati, directora de cardiología preventiva en el Smidt Heart Institute del Cedars-Sinai Medical Center de Los Ángeles, consideró que los resultados confirman investigaciones previas sobre los beneficios de la actividad física para la fibrilación auricular, especialmente en mujeres. “Esto muestra que una de las estrategias primarias de prevención es caminar rápido”, afirmó la especialista, quien no participó en la investigación.
Gulati también subrayó la importancia de comenzar con pequeñas metas: “El primer paso es literalmente un paso. Caminar despacio es el inicio, pero cuanto más lo haces, más rápido será tu ritmo”.
Por su parte, el doctor Sean Heffron, director de fitness cardiovascular y nutrición en el Center for the Prevention of Cardiovascular Disease de la Universidad de Nueva York, explicó a CNN que la fibrilación auricular se asocia con factores de riesgo como enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión y obesidad. Enfatizó en que las bradiarritmias y las arritmias ventriculares pueden tener múltiples causas y no siempre se relacionan tan claramente con el estilo de vida como la fibrilación auricular.
Los autores del estudio advirtieron que la investigación es de carácter observacional, lo que significa que no puede establecer una relación causal directa entre el ritmo de caminata y la reducción del riesgo de arritmias. Además, parte de los datos sobre el ritmo de caminata se basaron en autoinformes, lo que puede introducir sesgos o errores de memoria.
La doctora Pell reconoció que siempre existe la posibilidad de que quienes caminan más despacio lo hagan porque ya presentan alguna enfermedad. Para minimizar este riesgo, el equipo excluyó a cualquier persona con antecedentes de enfermedades cardíacas o vasculares al inicio del estudio. Aun así, insistió: “Realmente necesitamos un estudio en el que se pida a personas que caminan despacio, que aumenten su ritmo, para confirmar nuestros hallazgos”.
Mecanismos fisiológicos propuestos
El análisis de los datos permitió a los investigadores identificar que más de un tercio del efecto beneficioso de caminar más rápido se debe a la reducción de factores de riesgo como el colesterol, la glucosa y la presión arterial, así como a una menor probabilidad de aumento de peso. Pell explicó a CNN que estas mejoras metabólicas contribuyen a disminuir el riesgo de anomalías en el ritmo cardíaco.
Además, los participantes que caminaban más rápido tendían a tener estilos de vida más saludables, menor peso corporal, mayor fuerza de agarre, cinturas más pequeñas y niveles más bajos de inflamación y factores de riesgo metabólicos.
En tanto, la accesibilidad de la caminata como forma de ejercicio fue uno de los puntos destacados por Pell: “Lo bueno de caminar es que es accesible para todos. No necesitas gastar dinero en un gimnasio ni comprar equipamiento. Solo tienes que salir por la puerta y seguir adelante”.
Los datos mostraron que incluso caminar a un ritmo promedio durante 5 a 15 minutos diarios puede ser suficiente para reducir el riesgo de arritmias. Gulati reforzó este mensaje al señalar que cualquier persona puede beneficiarse: “Caminar despacio es el inicio, pero cuanto más lo haces, más rápido será tu ritmo”.