El hormigueo o parestesia en el cuero cabelludo es una sensación descrita como cosquilleo, ardor, entumecimiento o pequeños pinchazos, según reportó Cleveland Clinic. Si bien, en la mayoría de los casos, es una manifestación benigna y transitoria, en otros puede indicar desórdenes cutáneos, neurológicos, infecciosos, metabólicos o emocionales, así como efectos adversos de medicamentos.
Ante este panorama, reconocer las posibles causas, la forma de presentación y saber cuándo acudir al médico resulta esencial para cuidar la salud y evitar complicaciones.
¿Qué es la parestesia del cuero cabelludo?
La parestesia se define como una sensación anormal en la piel sin un estímulo aparente, similar a “alfileres y agujas” o cosquilleo. Puede ser intermitente, persistente, difusa o localizada. Su origen está relacionado con alteraciones en la transmisión de señales de los nervios periféricos o bien con el efecto de sustancias irritantes o cambios locales en la piel.
Las patologías cutáneas son una de las causas principales, entre las que se encuentran:
- Dermatitis atópica (eccema): produce enrojecimiento, sequedad y picazón, a menudo intensa.
- Foliculitis: infecciones bacterianas o fúngicas de los folículos pilosos provocan protuberancias, ardor y sensación de hormigueo.
- Psoriasis: placas secas y gruesas que generan molestias y prurito.
- Dermatitis seborreica: caracterizada por manchas rojizas y descamación, en ocasiones con picor.
- Infecciones de origen parasitario o vírico: piojos, ácaros, hongos y herpes zóster pueden desencadenar hormigueo, con o sin erupción o dolor.
Los factores ambientales y el uso de productos químicos agresivos o cosméticos capilares (como perfumes o acondicionadores) sensibilizan el cuero cabelludo, siendo que el hormigueo es más frecuente en mujeres y personas con piel sensible, tal como señala un estudio publicado en Frontiers in Medicine.
Causas neurológicas y sistémicas
En tanto, también puede deberse a causas neurológicas y médicas, entre las que se destacan:
- Migrañas (con o sin aura) y cefaleas tensionales: pueden estar acompañadas de parestesia en la fase de aura o durante el dolor de cabeza.
- Esclerosis múltiple: la inflamación y daño en la mielina de los nervios desembocan en episodios de entumecimiento, hormigueo y otras alteraciones sensitivas.
- Epilepsia (auras somatosensoriales): la actividad anómala en el cerebro puede desencadenar sensaciones de cosquilleo o “corriente”.
- Neuralgia occipital: dolor punzante en la parte posterior de la cabeza que puede extenderse con sensaciones anómalas.
- Accidente cerebrovascular (ACV) y arteritis de células gigantes: manifestaciones menos frecuentes, pero graves; el hormigueo puede asociarse a debilidad, pérdida de fuerza, alteraciones visuales o dificultad en el lenguaje.
- Deficiencias de vitaminas (B1, B6, B12, E, cobre): alteran la conducción nerviosa, generando parestesias.
Otros factores son la diabetes, el hipotiroidismo, traumatismos y lesiones en el cráneo o columna.
Otras causas y medicación
- Alopecia areata y cambios hormonales: pueden alterar la sensibilidad cutánea.
- ASMR: la respuesta sensorial meridiana autónoma, desencadenada por estímulos visuales/auditivos, produce hormigueo placentero en el cuero cabelludo y cuerpo.
- Medicamentos: anticonvulsivos, psicofármacos, quimioterápicos y antihipertensivos afectan el sistema nervioso periférico y pueden causar parestesias, especialmente en tratamientos prolongados. Así lo señala una evidencia científica recogida por Verywell Health.
Según un estudio, consultado por Verywell Health, el estrés y la ansiedad influyen en la circulación cutánea y, a través de procesos como hiperventilación o tensión muscular, amplifican el riesgo de hormigueo en personas predispuestas.
Manifestaciones clínicas
El hormigueo en el cuero cabelludo puede sentirse como picor, ardor, corriente, entumecimiento, sensación “eléctrica” o de algo que se arrastra por la piel. Es frecuente que varíe de forma e intensidad según la causa. Puede ir acompañado de dolor de cabeza, debilidad muscular, alteraciones visuales o dificultad para mover una parte del cuerpo.
El diagnóstico se basa en la historia clínica detallada y examen neurológico o dermatológico, con preguntas sobre medicamentos, hábitos, antecedentes médicos y exposición a productos. En algunos casos, se añaden exámenes de sangre (para descartar deficiencias o infecciones), estudios de conducción nerviosa, neuroimagen (TAC o resonancia) o biopsias cutáneas.
Tratamiento y recomendaciones
Los tratamientos dependen de la causa:
- Enfermedades cutáneas: uso de champús y lociones con piritionato de zinc, ketoconazol, sulfuro de selenio o alquitrán de hulla; cremas corticoides o inmunomoduladoras si hay inflamación o lesiones severas.
- Alteraciones neurológicas o sistémicas: tratamiento dirigido a la causa (patología de base).
- Medidas generales: reducir o eliminar cosméticos y productos irritantes, realizar pruebas de tolerancia cutánea, mantener un adecuado descanso, practicar técnicas de relajación, mejorar la postura y el manejo del estrés.
Se recomienda acudir al médico si el hormigueo es persistente, recurrente y no mejora con medidas básicas, o si surge acompañado de debilidad, alteraciones visuales, dificultad para hablar, pérdida de fuerza o tras un traumatismo. Síntomas súbitos o severos pueden sugerir condiciones graves como un ACV, que requieren atención médica urgente.