Hay diversos factores que pueden interrumpir el sueño durante la madrugada, desde preocupaciones y estrés hasta causas físicas y hábitos poco saludables. Los episodios reiterados de vigilia nocturna se relacionan con trastornos como depresión, ansiedad, uso excesivo de redes sociales, pensamientos negativos o consumo de alcohol.
El problema se agrava cuando vuelve difícil recuperar el sueño. En estos casos, la calidad del descanso —y no solo la cantidad de horas— se vuelve fundamental para evaluar el efecto en la salud.
Para Mayo Clinic, “despertarse en mitad de la noche se conoce como insomnio y es un problema común. Despertarse en pleno sueño es algo que suele ocurrir durante períodos de estrés”.
La doctora Myriam Monczor, psiquiatra y especialista en sueño de adultos mayores, explicó en una nota reciente en Infobae: “Con los años, aumentan las fases superficiales del sueño y disminuyen las más profundas. Es como si se superficializara. Quizá también se incrementan los despertares durante la noche por diferentes causas. Por ejemplo, la presencia de dolor”.
La falta de descanso continuo puede generar al día siguiente irritabilidad, problemas de concentración y confusión mental. Con el tiempo, estas alteraciones también pueden repercutir en la salud física y mental.
En ese sentido, un estudio internacional reciente, publicado en Health Data Science, analizó datos de sueño de 88.461 adultos de la base británica Biobank y halló asociaciones entre patrones de mal descanso y 172 enfermedades distintas.
Qué es la calidad del sueño
Según la Fundación del Sueño de Estados Unidos, la mayoría de las personas pueden calificar su sueño como bueno, malo o algo intermedio. “De hecho, se pueden observar directamente muchos aspectos de la calidad del sueño. La forma en que describe su sueño o la información que las pruebas y la tecnología del sueño pueden recopilar se clasifica principalmente en cuatro elementos diferentes”, detalló.
- Latencia del sueño: cuánto tiempo lleva quedarse dormido.
- Despertares: el número de despertares durante la noche.
- Despertar después del inicio del sueño: la cantidad de tiempo que se está despierto después de quedarse dormido por primera vez.
- Eficiencia del sueño: la relación entre el tiempo dormido y el tiempo acostado en la cama.
Según explicó la doctora Daniela Silva, especialista en Medicina Interna a Men’s Health, los adultos pueden despertarse hasta cinco veces por noche, generalmente al finalizar cada ciclo de sueño. Estos despertares suelen ser tan breves que no se recuerdan, ya que el cerebro pasa por cortas fases de alerta antes de iniciar un nuevo ciclo.
Pero si al despertarse por las noches las personas no pueden volverse a dormir, esto puede denotar un problema que afecta la calidad del sueño e impacta en la salud.
Cuáles son las causas psicológicas
El estrés es otro de los grandes responsables de las interrupciones del sueño. Stella Maris Valiensi, doctora en Neurología y autora del libro “La ruta del sueño”, publicado por Del Hospital Ediciones, del Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires, explicó a Infobae anteriormente que el estrés afecta las 24 horas del día a las personas.
“Produce cambios en las hormonas, en los neurotransmisores y en el sueño. Afecta lo que se llama sistema hipotálamo hipofisario suprarrenal. Produce que tengamos un sueño fraccionado y despertar precoz. Y, en algunos casos, hace que no podamos dormir. Por lo tanto, el estrés puede provocar insomnio (tanto de conciliación del sueño como de mantenimiento y despertar precoz) y pesadillas que es una parasomnia de lo que llamamos sueño REM o de movimientos oculares rápidos”, dijo.
En tanto, según Johns Hopkins Medicine, la depresión y los problemas de sueño están estrechamente relacionados: “Las personas con insomnio, por ejemplo, pueden tener un riesgo diez veces mayor de desarrollar depresión que quienes duermen bien por la noche. Y entre las personas con depresión, el 75 % tiene problemas para conciliar el sueño o permanecer dormidas”.
La adicción a las redes sociales también figura entre las causas psicológicas relevantes. El hábito de revisar dispositivos electrónicos antes de dormir expone a los usuarios a la luz azul de las pantallas, lo que interfiere en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
Los pensamientos negativos, tanto sobre el propio sueño como sobre problemas de la vida cotidiana, pueden mantener a las personas en un estado de preocupación que dificulta conciliar y mantener el sueño.
También existen diversas condiciones médicas y físicas que pueden estar detrás de los despertares nocturnos. Entre las más comunes se encuentran la apnea del sueño, reflujo ácido, exceso de grasa abdominal, resfriados, la necesidad frecuente de orinar, una habitación demasiado caliente y la edad avanzada.
La apnea del sueño, en particular, implica que la persona deje de respirar repetidamente durante la noche, lo que puede provocar despertares repentinos. Estos episodios pueden ser lo suficientemente prolongados como para interrumpir el ciclo y dificultar el descanso.
Recomendaciones para dormir toda la noche
Es importante distinguir entre los despertares nocturnos normales y aquellos que afectan de manera significativa la calidad de vida. Si las interrupciones del sueño se acompañan de cansancio persistente, dificultades para funcionar durante el día o síntomas de ansiedad y depresión, es fundamental consultar a un especialista en salud mental o medicina del sueño.
Las doctoras Valiensi y Monczor brindaron las siguientes recomendaciones para un buen descanso:
- Mantener horarios regulares de sueño: tratar de levantarse siempre en el mismo horario.
- Lograr condiciones ambientales adecuadas para dormir, como una temperatura confortable, oscuridad y silencio.
- Evitar comidas copiosas cerca de la hora de acostarse. No consumir cafeína después de las 17:00, ya sea en forma de café u otras bebidas.
- Evitar el alcohol, dado que puede fragmentar el sueño.
- Limitar sustancias estimulantes en horas de la tarde.
- Reducir el tiempo en la cama: “Si no se concilia el sueño en 20 o 30 minutos, cambiar de ambiente, relajarse y volver a intentar”, aconsejó Valiensi.
- Evitar siestas largas: que no superen los 30 minutos.
- Hacer ejercicio físico regular, preferentemente por la mañana.
- Disminuir la exposición a pantallas por la noche.
- Repetir rutinas nocturnas que preparen para dormir.
- Practicar relajación antes de acostarse.
- No automedicarse para dormir.