
Abandonar el tabaco no solo es una decisión trascendental para la salud, sino que también desencadena cambios positivos en el cuerpo en cuestión de minutos. Según expertos de Cleveland Clinic, los efectos beneficiosos empiezan a notarse apenas 20 minutos después del último cigarrillo, abriendo la puerta a una serie de mejoras fisiológicas que se acumulan con el paso del tiempo.
Experimentar estas transformaciones puede ser el motor que impulse a muchas personas a sostener el desafío de dejar de fumar y comprobar, día tras día, cómo su organismo recupera vitalidad.
Dejar de fumar también impacta el entorno de manera directa. Al reducir la exposición al humo de segunda mano, se protege la salud de familiares y amigos, especialmente la de niños y personas mayores, quienes son más vulnerables a los efectos nocivos del tabaco. D
e este modo, el beneficio de abandonar el cigarrillo trasciende lo individual y contribuye a generar ambientes más saludables para todos.
Cambios en las primeras horas y días
En los primeros 20 minutos tras dejar el tabaco, la presión arterial y la frecuencia cardíaca comienzan a normalizarse, y la temperatura de manos y pies aumenta por el mejor flujo sanguíneo, detallan especialistas de la institución médica.

Ocho horas después, el monóxido de carbono en sangre disminuye y los niveles de oxígeno suben, lo que favorece al organismo. Pasadas 24 horas, el riesgo de infarto disminuye notablemente, reflejando los primeros signos de recuperación cardiovascular.
A las 48 horas, las terminaciones nerviosas del gusto y el olfato empiezan a restablecerse, permitiendo una mejor percepción de sabores y olores. La sensibilidad al dolor suele reducirse.
Y después de 72 horas, la respiración mejora gracias a la relajación de los bronquios, uno de los primeros cambios perceptibles al dejar de fumar.
En las semanas posteriores, los beneficios continúan. Entre el primer y el tercer mes, Cleveland Clinic indica una mejora significativa en la circulación sanguínea y un aumento de la energía física, lo que facilita actividades como caminar o practicar deporte. Esta evolución se relaciona con una menor inflamación de los vasos sanguíneos y con la reducción de toxinas en el cuerpo.

Durante el periodo que va del primer al noveno mes, es clave la regeneración de los cilios pulmonares, pequeñas estructuras responsables de limpiar las vías respiratorias y dañadas por el humo del tabaco.
En este tiempo, la tos y la congestión nasal disminuyen de manera significativa, dos molestias frecuentes en las personas que fuman, teniendo en cuenta que más del 40% experimenta estos síntomas mientras fuma, indica Cleveland Clinic.
Beneficios a largo plazo
Después de un año sin fumar, el riesgo de enfermedad cardíaca se reduce a la mitad respecto a quienes siguen fumando. Al cabo de cinco años, la probabilidad de sufrir un ictus se equipara al de una persona que nunca ha fumado, según Cleveland Clinic.

A los diez años, la probabilidad de desarrollar cáncer de pulmón se reduce a la mitad, y también disminuyen los riesgos de otros tipos de cáncer, como los de boca, laringe, esófago, vejiga, riñón y páncreas.
Retos y claves para dejar de fumar
A pesar de estas ventajas, la institución advierte que dejar el tabaco implica superar diferentes desafíos, sobre todo en los primeros días. “A los dos o tres días, los síntomas de abstinencia estarán en su punto más intenso”, señaló el Dr. Humberto Choi, neumólogo citado por Cleveland Clinic. Sin embargo, estos episodios suelen desaparecer tras algunas semanas.

Para mejorar las probabilidades de éxito, especialistas aconsejan diseñar un plan personalizado para dejar de fumar y buscar apoyo en el entorno personal, servicios médicos y recursos en línea. “La mayoría de los fumadores lo intentan tres veces antes de lograrlo”, subraya el Dr. Choi.
No importa el tiempo que una persona haya fumado: cada intento para dejar el tabaco representa una oportunidad para mejorar la salud y el bienestar futuros, reafirma Cleveland Clinic.