La internación de la exboxeadora Alejandra “Locomotora” Oliveras, —actual convencional constituyente de Santa Fe—, que tuvo lugar ayer, volvió a colocar el Accidente Cerebro Vascular (ACV) en el centro de la escena pública. A sus 47 años, la seis veces campeona mundial fue trasladada de urgencia al hospital José María Cullen, en la capital santafesina, tras sufrir una descompensación que luego se confirmó como un accidente cerebrovascular isquémico.
Su estado, aunque estable, sigue siendo considerado crítico por los profesionales médicos. Lo ocurrido no es un caso aislado. Refleja una tendencia médica que dejó de ser excepción: el ACV ya no afecta solamente a personas mayores. La evidencia científica reciente advierte sobre un aumento sostenido de estos eventos en adultos jóvenes y mujeres.
La confirmación del diagnóstico fue realizada por el propio director del hospital Cullen, Bruno Moroni, quien explicó que la paciente “se encuentra cursando el primer día de internación en unidad de terapia intensiva por un cuadro de un ACV isquémico”.
También informó que se encuentra “vigil, y sin demasiados cambios desde lo hemodinámico”. Sin embargo, aclaró que atraviesa un “síndrome confusional” que obliga a un seguimiento médico estrecho en las próximas 48 horas, lapso clave para evaluar la evolución de la lesión. Según detalló, Oliveras no requiere respiración mecánica, pero la obstrucción arterial detectada compromete zonas cerebrales y puede generar secuelas.
La situación generó conmoción tanto en el ámbito político como deportivo. Oliveras estaba por asumir un nuevo rol institucional como convencional constituyente en Santa Fe, pero el ACV interrumpió ese paso.
Según su entorno, el episodio comenzó con un cuadro de desorientación que obligó a su traslado desde el dispensario de Santo Tomé hasta el nosocomio provincial. El parte médico de urgencias consignó síntomas compatibles con un accidente cerebrovascular, y los estudios confirmaron la existencia de una obstrucción en una arteria cerebral.
“El Accidente Cerebro Vascular es un conjunto de signos y síntomas que genera un déficit neurológico. El aumento de los casos de ACV en el país y su presentación en edades más tempranas, es debido a la falta de control en los factores de riesgo. Los principales factores de riesgo son la edad, la presión arterial, el colesterol, la glucemia, la actividad física, la alimentación y el tabaquismo”, explicó el doctor José Stringa, Médico de Planta de la V Cátedra – Departamento Medicina Interna del Hospital de Clínicas (MN 137.606).
Según el experto, la prevención debe ser un objetivo fundamental del sistema de salud para evitar este tipo de patologías y muchas otras más que están relacionadas.
¿Cuáles son los síntomas de un ACV?
- Debilidad o sensación de que se duerme un lado de la cara, un brazo o una pierna, especialmente del mismo lado.
- Problemas para hablar o entender lo que otra persona dice.
- Problemas para caminar.
- Mareos.
- Pérdida de equilibrio o falta de coordinación del cuerpo (por ejemplo, querer agarrar algo y no poder).
- Dolor de cabeza muy fuerte y repentino.
También es importante saber que existen dos tipos principales de ACV: el isquémico y el hemorrágico, y conocer sus diferencias puede ayudar a comprender mejor su gravedad y tratamiento.
¿Qué es el ACV isquémico?
El ACV isquémico es el tipo más común, representando cerca del 80% de los casos. Sucede cuando una arteria que lleva sangre al cerebro se bloquea, lo que impide que el oxígeno y los nutrientes lleguen a ciertas áreas cerebrales. Sin oxígeno, las células nerviosas comienzan a morir rápidamente.
Las causas más frecuentes incluyen:
- Aterosclerosis (acumulación de grasa en las arterias)
- Coágulos sanguíneos formados en el corazón o en otras partes del cuerpo que viajan al cerebro (embolia)
- Fibrilación auricular, una arritmia que aumenta el riesgo de formación de coágulos
¿Qué es el ACV hemorrágico?
El ACV hemorrágico ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, provocando una hemorragia interna. Esta sangre se acumula en el tejido cerebral, ejerciendo presión y dañando las neuronas.
Aunque es menos frecuente (representa entre el 15 y el 20% de los casos), el ACV hemorrágico suele ser más grave y mortal.
Las principales causas incluyen:
- Hipertensión mal controlada
- Aneurismas cerebrales (dilataciones en las arterias)
- Malformaciones vasculares congénitas
- Lesiones en la cabeza o traumatismos
- Consumo excesivo de anticoagulantes o drogas
La urgencia del diagnóstico y la prevención
El caso de Oliveras reavivó también el debate en torno a la atención oportuna. En los accidentes cerebrovasculares, el tiempo es determinante. Cuanto antes se detecte y se intervenga, menores serán las secuelas. Según explicó Stringa, “el ACV que no es tratado en tiempo y forma tiene una altísima mortalidad y un gran impacto en la persona y en el grupo familiar debido a las secuelas que puede dejar tanto motoras como de deterioro cognitivo”.
Como se dijo, el ACV isquémico, el tipo que sufrió Oliveras, representa cerca del 80 % de los casos. Se produce cuando una arteria se bloquea y deja sin oxígeno a una zona del cerebro, lo que provoca muerte celular en pocos minutos. Las causas más frecuentes incluyen aterosclerosis, formación de coágulos en el corazón que migran al cerebro (embolia) y arritmias como la fibrilación auricular. En contrapartida, el ACV hemorrágico, aunque menos común, suele ser más grave y ocurre cuando un vaso se rompe y provoca sangrado interno.
En ambos casos, la rapidez en el abordaje cambia el pronóstico. Por eso, el doctor Moroni insistió en que los primeros dos días de evolución son clave. Si bien reconoció que “es apresurado” hablar de posibles secuelas en Oliveras, aclaró que se observa una obstrucción arterial que impidió el paso de sangre al tejido cerebral. “Al no permitir la llegada del flujo sanguíneo a esa parte del cerebro, se produce la isquemia y los consecuentes estadios posteriores”, puntualizó.
El abordaje del ACV no puede limitarse a la atención hospitalaria. Los especialistas coinciden en que la prevención es el verdadero desafío. “El aumento de los casos de ACV en el país y su presentación en edades más tempranas es debido a la falta de control en los factores de riesgo”, advirtió Stringa. Entre esos factores se encuentran la hipertensión, el sedentarismo, la mala alimentación, el tabaquismo y la diabetes. Pero los nuevos estudios señalan que ya no basta con atender solo esos indicadores. El futuro exige sistemas de salud capaces de incorporar estrategias más amplias de detección y diagnóstico temprano, sobre todo en jóvenes.
La historia clínica de Oliveras es pública en términos deportivos, pero desconocida en términos médicos. No se informó si presentaba antecedentes previos, pero el episodio se manifestó con señales que encendieron las alarmas. Su traslado a tiempo y la atención recibida permitieron estabilizarla en la unidad de cuidados intensivos. No se descarta que pueda recuperar funciones plenas, pero los próximos días serán determinantes.
El dato de que fue ingresada a las ocho de la mañana del 14 de julio bajo sospecha de ACV subraya la importancia de la acción inmediata. En el parte médico firmado por la doctora María Pía Bernardi, jefa de Guardia del hospital Cullen, se dejó constancia del cuadro compatible con accidente cerebrovascular. El paso siguiente fue la derivación a estudios de neuroimagen que revelaron la obstrucción arterial. La intervención rápida permitió evitar una evolución más severa del cuadro.
Casos como este invitan a revisar protocolos de atención y alertan sobre una transformación silenciosa. El ACV ya no es exclusivo de la vejez. Ahora también interrumpe carreras políticas, altera planes deportivos y golpea en edades que antes no figuraban en las estadísticas de riesgo.
Las evidencias científicas más recientes coinciden en algo que ya se vuelve indiscutible: prevenir exige mirar más allá de lo evidente.
La historia de Oliveras, en medio de su lucha médica, podría sumar conciencia pública a una de las amenazas más subestimadas de la actualidad. En un mundo donde el ACV irrumpe sin avisar y en perfiles cada vez más jóvenes, cada minuto cuenta, pero también cada dato. Porque entender lo que cambia en la medicina es, también, una forma de cuidarse.