Un estudio internacional identifica el umbral de felicidad que reduce la mortalidad por enfermedades crónicas en adultos (Imagen Ilustrativa Infobae)

La felicidad, más allá de ser un anhelo personal, se ha consolidado como un factor clave para la salud y la longevidad. Durante años, la ciencia ha debatido sobre el impacto del bienestar emocional en la calidad de vida, pero ahora un estudio internacional ha identificado el punto exacto en el que deja de ser solo una sensación y comienza a salvar vidas.

Este hallazgo redefine el papel de la alegría en la salud pública y ofrece una herramienta concreta para reducir la mortalidad por enfermedades crónicas. Un equipo de investigadores analizó datos de 123 países a lo largo de 16 años y determinó que existe un umbral mínimo a partir del cual la felicidad se convierte en un activo protector frente a la mortalidad.

Este avance, publicado en Frontiers in Medicine, marca un antes y un después en la comprensión de cómo el bienestar emocional puede influir en la esperanza de vida y en la prevención de enfermedades no transmisibles.

Cuál es el punto de inflexión de la felicidad

El ensayo científico identificó que el punto de inflexión se sitúa en 2,7 puntos en la Escalera de la Vida, una escala de cero a diez utilizada por una multinacional para medir el bienestar subjetivo.

El bienestar emocional, medido por la Escalera de la Vida, se consolida como factor clave para la longevidad y la salud pública (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según la profesora Iulia Iuga, investigadora de la Universidad de Alba Iulia y primera autora del trabajo, se demostró que funciona como un activo para la salud de la población solo una vez que se supera un umbral el mínimo identificado en la investigación. A partir de ese nivel, cada incremento se traduce en una reducción medible de la mortalidad por enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, el cáncer o la diabetes.

El análisis reveló que, por debajo de esa línea, las mejoras en la felicidad no se reflejan en una disminución de las muertes por enfermedades crónicas. Sin embargo, una vez superado, cada aumento del 1% se asocia con una disminución estimada del 0,43% en la tasa de mortalidad por enfermedades no transmisibles entre los 30 y 70 años. La experta subrayó: “Dentro del rango observado, no encontramos evidencia de efectos adversos de la felicidad ‘excesiva’”, lo que indica que no existe un límite superior a partir del cual deje de ser beneficiosa para la salud.

El indicador denominado Life Ladder, que consulta diariamente a las personas en qué peldaño de la vida se sienten, permitió a los investigadores observar que países con condiciones básicas cubiertas superan el nivel de 2,7 puntos y experimentan un descenso sostenido en las muertes por enfermedades crónicas.

En contraste, las naciones por debajo de ese nivel, a menudo afectadas por conflictos o pobreza, no muestran mejoras de salud asociadas a incrementos en la satisfacción vital. La profesora describió este umbral como “apenas sobrellevar”, en referencia a quienes se sitúan en el extremo inferior de la escala.

Superar los 2,7 puntos en la Escalera de la Vida disminuye el riesgo de muerte por enfermedades no transmisibles como cáncer y diabetes (Imagen Ilustrativa Infobae)

Trabas para el estado de ánimo

Los resultados analizados también identificaron factores que dificultan la capacidad de distinguir los estados de ánimo y que, además, representan amenazas para la salud independientemente del nivel de felicidad de la población. La obesidad y el consumo de alcohol explican una parte significativa de las muertes por enfermedades crónicas, incluso en países con altos niveles de bienestar.

Los investigadores concluyeron que la alegría no actúa como un escudo frente a estos malos hábitos: tanto la gordura como el consumo elevado de estas bebidas aumentan el riesgo de muerte en todos los contextos, sin importar el grado de satisfacción vital.

Los autores advirtieron que no se puede esperar que una población feliz consuma menos alcohol o tenga menos problemas de peso de manera natural. Por el contrario, la salud pública requiere políticas activas para reducir estos riesgos. El estado de ánimo potencia los efectos de una vida saludable, pero no sustituye la necesidad de adoptar hábitos responsables.

Otro factor, que actúa como “arma de doble filo”, es la urbanización. En países más felices, la vida urbana suele asociarse a mejores servicios y atención médica, mientras que en naciones menos felices, el crecimiento urbano desordenado incrementa la contaminación, el sedentarismo y el estrés, lo que se traduce en más muertes por enfermedades crónicas. Los resultados del ensayo sugieren que las políticas nacionales deben combinar medidas económicas, sociales y ambientales para crear el entorno necesario en el que la felicidad tenga un impacto real y duradero en la salud.