La empatía y la escucha activa son claves para acompañar a personas con ansiedad, según expertos en salud mental (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Prioriza la presencia sobre el consejo y la conexión sobre la corrección”. Con esta recomendación, Jaime Fleischer, directora de terapia en Headspace, resume el enfoque que los expertos en salud mental consideran esencial al acompañar a personas con ansiedad.

Según un análisis de especialistas consultados por TIME, muchas de las frases que no debes decir a quienes atraviesan episodios de ansiedad, aunque bienintencionadas, pueden intensificar su malestar. Frente a este desafío, la empatía y la disposición a escuchar resultan más valiosas que cualquier consejo rápido o intento de minimizar el problema.

Frases que no debes decir a personas con ansiedad

La ansiedad, explican los expertos, no responde a la lógica ni a la voluntad. Se trata de una condición compleja, influida por factores biológicos, ambientales y experiencias previas, que escapa al control voluntario de quien la transita.

En este contexto, Fleischer subraya en TIME la importancia de evitar expresiones que, aunque busquen ayudar, pueden resultar contraproducentes. “La positividad tóxica no es la solución; la empatía y la compañía son lo más sanador”, afirma.

Alternativas empáticas y validadoras ayudan a crear un entorno seguro para quienes sufren ansiedad.
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Entre las expresiones más dañinas que suelen dirigirse a personas con ansiedad, los especialistas destacan varias que conviene evitar. Una de las más comunes es: “Tranquilizate”. Leah Riddel, consejera clínica y también persona con ansiedad, señala que esta frase minimiza la experiencia y sugiere que la persona tiene control sobre síntomas que, en realidad, son involuntarios.

“No he conocido a nadie con ansiedad que no haya intentado todo para disminuir sus síntomas”, explica Riddel en declaraciones recogidas por TIME. Frases como esta pueden generar frustración y aumentar la sensación de incomprensión.

Otra expresión problemática es: “No hay nada de qué preocuparse”. Aerial Cetnar, terapeuta en Boulder, advierte que la ansiedad no se disipa con argumentos racionales. Aunque los temores puedan parecer infundados desde fuera, para quien los vive son reales y significativos. Minimizar las preocupaciones puede hacer que la persona se sienta culpable o inadecuada, profundizando su malestar.

El comentario: “¿Otra vez estás preocupado?”, también resulta perjudicial. Roselyn Pérez, terapeuta en Ponte Vedra Beach, explica que este tipo de observaciones transmiten desprecio y pueden alimentar la vergüenza y el sentimiento de no ser digno de apoyo. “El juicio cierra la conexión, la curiosidad la abre”, sostiene.

Expertos explican que la ansiedad es una condición compleja, influida por factores biológicos, ambientales y experiencias previas, que no responde a la voluntad (Imagen Ilustrativa Infobae)

Ofrecer garantías como: “Todo va a estar bien”, tampoco es recomendable. Pérez señala que, aunque la intención sea tranquilizar, no siempre es posible asegurar que los temores no se harán realidad. Prometer resultados positivos puede invalidar las emociones de la persona y restarles importancia.

Decir: “Estás exagerando”, es una de las formas más directas de invalidar la experiencia ajena. Cetnar explica que este tipo de frases refuerzan la autocrítica y el sentimiento de ser una carga, lo que puede agravar la ansiedad.

Otras expresiones a evitar incluyen: “Deja de pensar así”, que minimiza la dificultad real de controlar los pensamientos ansiosos, y: “Al menos…”, que desplaza la atención del sufrimiento de la persona y sugiere que su malestar no merece atención.

Finalmente, frases como: “Solo tienes que ser más positivo”, representan lo que Fleischer denomina “positividad tóxica”, una actitud que ignora la complejidad de la ansiedad y responsabiliza injustamente a la persona de su estado.

Alternativas recomendadas por expertos en salud mental

Recomiendan expresar comprensión y ofrecer acompañamiento físico o un cambio de ambiente (Imagen Ilustrativa Infobae)

Frente a estas frases, los expertos proponen alternativas que priorizan la validación emocional y la compañía. En lugar de pedir que se calme, Riddel recomienda expresar empatía: “Veo que tienes miedo ahora. ¿Puedo sentarme con vos?”.

Si no es posible acompañar físicamente, se puede sugerir un cambio de ambiente: “¿Querés ir a un lugar tranquilo y caminar un momento?”. Estas opciones ofrecen un espacio seguro y ayudan a la persona a relajarse.

Cuando la ansiedad se minimiza, Cetnar sugiere abrir un espacio de escucha: “Eso suena muy difícil. ¿Querés contarme qué pasa por tu mente?”. Escuchar sin juzgar permite que la persona tome distancia de sus preocupaciones y las vea con mayor perspectiva. “Ofrecer ese espacio muestra compasión y ausencia de juicio”, afirma la terapeuta en TIME.

La empatía y la presencia resultan más efectivas que los consejos rápidos para acompañar a personas con ansiedad.
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Si se percibe tensión o preocupación, Pérez aconseja abordar la situación con curiosidad y apoyo: “Noté que estás tenso hoy. ¿Todo bien? Sentémonos juntos y pensemos en lo que te ayudó antes”. Este enfoque transmite atención genuina y crea un entorno donde la persona puede abrirse sin temor a ser juzgada.

En lugar de ofrecer garantías, Pérez recomienda analizar juntos los posibles escenarios: “Repasemos lo que te preocupa. ¿Cuál sería el peor caso, el mejor y el más probable?”. Esta estrategia ayuda a la persona a prepararse y a reducir la incertidumbre.

Para quienes tienden a invalidar la reacción ajena, Cetnar sugiere afirmar la legitimidad de las emociones: “Tu reacción tiene sentido, considerando lo que viviste”. Validar la experiencia refuerza la idea de que no hay nada “roto” en la persona por sentir ansiedad.

Abrir un espacio de escucha ayuda a que la persona con ansiedad tome distancia de sus preocupaciones (Imagen Ilustrativa Infobae)

Si los pensamientos ansiosos dominan la situación, Fleischer propone una actividad sencilla: “Sentémonos y respiremos juntos tres veces”. Este pequeño gesto puede ayudar a restablecer la calma y a interrumpir el ciclo de pánico.

Cuando surgen comparaciones o intentos de relativizar el sufrimiento, Fleischer recomienda una respuesta empática y directa: “Eso suena muy duro. Siento mucho que estés pasando por esto”. Reconocer el dolor sin buscar consuelos forzados es, según la especialista, una de las formas más sinceras de apoyo.

Ante la tentación de exigir una actitud positiva, Fleischer recuerda que la ansiedad no se supera con fuerza de voluntad. Una alternativa más útil es transmitir compañía: “No estás solo. Estoy acá con vos”. Este mensaje reconoce el esfuerzo de la persona y normaliza sus emociones, reduciendo la vergüenza asociada a la ansiedad.

Más allá de las palabras, los expertos consultados por TIME coinciden en que el acompañamiento genuino y la escucha activa son las herramientas más valiosas para apoyar a quienes atraviesan episodios de ansiedad. El verdadero apoyo no consiste en ofrecer soluciones inmediatas, sino en estar presentes y disponibles para quienes lo necesitan.