Ante la confirmación de presión arterial alta o riesgo de desarrollarla, la primera indicación médica apunta a revisar y ajustar la alimentación.

El consejo se basa en dos ejes: reducir el consumo de sodio y aumentar la ingesta de potasio, dos acciones vinculadas directamente al control de la presión arterial.

El sodio, presente principalmente como cloruro de sodio en la sal, favorece la retención de líquidos y, en consecuencia, el aumento de la presión sanguínea. Por esta razón, suelo entregar a cada paciente una lista donde se detallan los principales alimentos con alto contenido de sal que deben evitarse.

La experiencia clínica muestra que muchas personas con presión arterial elevada desconocen la cantidad de sodio escondido en los alimentos procesados. Por eso, la indicación más simple pero efectiva es prestar atención a los productos que forman parte de la rutina diaria.

Cuáles son los alimentos con alto contenido de sodio

Fiambres, embutidos, snacks salados, pan industrializado y quesos curados son fuentes principales de sodio en la dieta diaria (Imagen Ilustrativa Infobae)

Entre ellos se encuentran los fiambres, embutidos, snacks salados, galletitas saladas y la llamada comida rápida (incluidas pizzas, hamburguesas y preparaciones congeladas listas para calentar y consumir).

A estos se suman el pan industrializados y los quesos curados, por ejemplo, suelen incorporarse en cada comida sin notar su aporte de sal. Las conservas y los caldos concentrados, presentes en la despensa de la mayoría de los hogares, también contribuyen de manera significativa al exceso de sodio.

El paciente no necesita quitar de manera total estos productos, pero sí reducirlos al mínimo posible y sustituirlos por preparaciones caseras, verduras frescas y opciones sin procesar.

Alimentos con potasio que ayudan a controlar la presión

Incorporar alimentos ricos en potasio, como frutas y verduras frescas, contribuye a mejorar la salud vascular (Imagen Ilustrativa Infobae)

El segundo eje del tratamiento dietético consiste en sumar alimentos ricos en potasio con regularidad. Un tomate, una papa, una banana o un puñado de frutos secos cada día cumplen este objetivo. Muchas veces, pequeños cambios en la rutina alimentaria pueden tener impacto acumulativo en la salud vascular.

En el consultorio, suelo insistir en la idea de que “lo perfecto es enemigo de lo bueno”.

Ningún paciente debe aspirar a una dieta estricta al punto de resultar inviable, pero sí realizar ajustes accesibles y sostenibles.

El balance entre menos sodio y más potasio, sin caer en restricciones absolutas, resulta la estrategia más eficaz a largo plazo.

El aporte de potasio no requiere medidas complejas: incorporar una sola porción de cualquiera de los alimentos señalados basta para completar la recomendación.

Esta sencillez ofrece una meta realista y favorece la adhesión al tratamiento, elemento clave en el manejo de la hipertensión arterial.

La presión arterial normal en adultos es de 120/80 mm Hg (freepik)

¿Cuál es la presión arterial normal?

En adultos, se considera que la presión arterial se encuentra dentro de los valores esperados cuando registra 120 milímetros de mercurio (mm Hg) para la presión sistólica y 80 milímetros de mercurio (mm Hg) para la presión diastólica. Estos parámetros corresponden a lo que, según la evidencia médica actual, se define como presión arterial normal.

Cuando la presión máxima o sistólica está en el rango de 120 a 129 mm Hg —sin alcanzar los 130 mm Hg— y la mínima permanece en 80 mm Hg, esta situación recibe el nombre de presión normal alta. Este rango no se clasifica como enfermedad, sino como una variante de normalidad autorizada por los consensos clínicos.

Mantener la mínima en 80 mm Hg y la máxima por debajo de 130 mm Hg indica que no existe un diagnóstico de hipertensión, aunque se observa una tendencia que conviene seguir de cerca.

* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.