
El dolor de espalda afecta a millones de personas en todo el mundo y se ha convertido en la principal causa de discapacidad global, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Reino Unido, las últimas cifras emitidas muestran que los trastornos musculoesqueléticos provocaron la pérdida de 7,8 millones de jornadas laborales, reflejando la magnitud de este problema en la vida cotidiana y su impacto en la economía.
El dolor suele presentarse de forma inespecífica, es decir, sin una causa fácilmente identificable, lo que ha llevado a las personas a buscar múltiples soluciones, desde tratamientos médicos hasta cambios en el entorno laboral, generalmente con resultados temporales o limitados.
El eje intestino-columna: una nueva perspectiva
Tradicionalmente, se ha puesto el foco en factores físicos para explicar el dolor de espalda, pero investigaciones recientes están poniendo en duda la exclusividad de este abordaje. Un área de estudio emergente centra la atención en el llamado “eje intestino-columna”, una compleja red de comunicación entre los billones de bacterias intestinales, el sistema inmunológico y la sensibilidad al dolor.
Según una revisión publicada en 2023 por Frontiers in Microbiology, existe evidencia de que un microbioma intestinal desequilibrado podría acelerar el deterioro de la columna vertebral, aunque los expertos consideran que se requieren más estudios para demostrar una relación causal directa.

En la misma línea, una revisión de 2024 en Frontiers in Immunology encontró que las personas con dolor crónico presentan una menor diversidad bacteriana en su intestino. Para especialistas como Franziska Denk, neurocientífica del King’s College de Londres, la comunicación se extendería también a la médula espinal: “Sabemos que el intestino y el cerebro mantienen una comunicación bidireccional constante. Ahora la pregunta es si esa misma comunicación se extiende a la médula espinal y a los tejidos que la sostienen”.
Cómo la salud intestinal influye en el dolor de espalda
La relación entre mala salud intestinal y dolor de espalda se explica principalmente a través de la inflamación. La médica de cabecera Gill Jenkins señala: “Nuestro intestino y nuestra columna vertebral están más conectados de lo que parecen. La inflamación crónica o el desequilibrio intestinal pueden desencadenar una inflamación sistémica, que sensibiliza los nervios y los músculos, y en ocasiones empeora el dolor de espalda”.
Factores como una alimentación poco saludable, el estrés o el consumo de ciertos medicamentos pueden desequilibrar el microbioma intestinal. Esto lleva a que el revestimiento intestinal se vuelva permeable, permitiendo el paso de fragmentos bacterianos y moléculas inflamatorias al torrente sanguíneo, lo que produce una inflamación sistémica de bajo grado. Esta inflamación favorece la sensibilidad de los nervios y músculos, incrementando la percepción de dolor y, a largo plazo, puede contribuir al desgaste de los discos y las articulaciones vertebrales.
Trastornos intestinales vinculados al dolor lumbar
Ciertas afecciones digestivas agravan directamente el malestar de espalda. El síndrome del intestino irritable, por ejemplo, puede causar dolor de espalda asociado “debido a vías inflamatorias o nerviosas compartidas”, afirma Jenkins. Por su parte, el estreñimiento tiende a provocar tensión muscular lumbar por la acumulación de presión abdominal, lo que se traduce en molestias referidas a la parte baja de la espalda. Jenkins añade sobre este fenómeno: “El estreñimiento puede causar tensión muscular y dolor referido en la zona lumbar debido al aumento de la presión intestinal”.

La absorción de nutrientes y su papel en la salud osteomuscular
Un intestino desequilibrado no solo genera más probabilidades de inflamación, sino que también puede dificultar la absorción de nutrientes imprescindibles como la vitamina D, el calcio y el magnesio. “Todas vitales para la salud musculoesquelética”, remarca Jenkins al referirse a la importancia de estos nutrientes para mantener la masa muscular y la fortaleza ósea.
Alimentación para fortalecer intestino y columna
La dieta desempeña un papel fundamental tanto en la salud intestinal como en la prevención del dolor de espalda. El consumo excesivo de alimentos inflamatorios—tales como ultraprocesados, bollería, bebidas azucaradas, carnes rojas y frituras—favorece el desarrollo de un microbioma desequilibrado y aumenta la inflamación sistémica.
Un estudio con cerca de 7.000 adultos demostró que quienes siguen una dieta inflamatoria presentan un 32% más de probabilidades de experimentar dolor y rigidez de espalda, siendo el alcohol uno de los mayores promotores de este malestar.
Por contrario, adoptar un modelo alimenticio antiinflamatorio como la dieta mediterránea—basada en cereales integrales, vegetales y pescado—contribuye a conservar la masa muscular y disminuir la inflamación crónica asociada al dolor de espalda. Yinka Thomas, nutricionista de salud pública, recomienda “consumir más alimentos que alimenten a las bacterias buenas, que son antiinflamatorias”.
Omega-3 y dolor lumbar: lo que dice la ciencia

Según un estudio de 2022, el aporte de ácidos grasos omega-3, presentes en pescados grasos como salmón y sardinas, así como en frutos secos y semillas de chía, resulta fundamental. Thomas destaca: “Los omega-3 y omega-6 son esenciales, y el cuerpo los encuentra difíciles de producir. En la dieta occidental, tendemos a consumir demasiado omega-6 y muy pocos omega-3, que son antiinflamatorios y se encuentran en pescados grasos como el salmón y las sardinas, así como en las nueces y las semillas de chía”.
Este tipo de grasa ayuda a combatir la inflamación y estudios recientes muestran que la suplementación con aceite de pescado puede aminorar el dolor lumbar, aunque la relación causal aún requiere mayor respaldo científico. En general, se recomienda consumir dos porciones de pescado azul por semana o añadir diariamente una cucharada de semillas de chía a la dieta.
El almidón, un aliado del microbioma y recomendaciones
Un tipo especial de fibra, el almidón resistente, constituye un soporte esencial para los microbios intestinales beneficiosos. Thomas resalta: “El almidón resistente, a diferencia de otros almidones que se digieren con bastante facilidad en el intestino delgado, viaja al intestino grueso, donde los microbios intestinales lo fermentan en ácidos grasos de cadena corta, que calman la inflamación y ayudan a mantener una barrera intestinal saludable”.
Se encuentra en alimentos como frijoles, lentejas, cereales integrales y en carbohidratos cocidos y posteriormente enfriados—arroz, pasta, patatas—un proceso que mejora el contenido de almidón resistente sin perder sus beneficios aunque los alimentos sean recalentados. Thomas explica: “Es muy fácil aumentar la resistencia de un almidón, ya sean papas, pasta o arroz, simplemente cocinándolo y refrigérelo durante la noche, lo que lo hace más resistente. Recalentarlo no anula el beneficio”.
Los especialistas sugieren incorporar ejercicio regular, como caminar varias veces por semana, para estimular el microbioma y reducir el riesgo de recurrencia del dolor lumbar. También recomiendan hidratarse adecuadamente, limitar el uso prolongado de analgésicos antiinflamatorios, practicar automasajes abdominales, fortalecer los músculos del core y glúteos, y emplear técnicas de respiración para reducir el estrés. El monitoreo individualizado de reacciones a determinados alimentos y el uso de suplementos de vitamina D, cuando sea necesario, completan el enfoque integral para mejorar la salud intestinal y contribuir al bienestar de la espalda.