La idealización social de la armonía en las fiestas incrementa la presión emocional y puede provocar tristeza en quienes no logran esa expectativa

Luego de un año entero, tal vez sin verse, la mesa navideña convoca a toda la familia a celebrar las fiestas. En algunos casos, es todo alegría, buena convivencia y felicidad, pero en otros, por distintos motivos, puede estallar el enfrentamiento.

¿Por qué aumentan los conflictos familiares en las Fiestas? El doctor Rolando Salinas, médico (MN 72241), jefe de Salud Mental del Hospital Alemán y profesor de Psicología de la Salud de la Universidad Católica Argentina (UCA), explicó a Infobae que la Navidad posee un alto valor simbólico en nuestra cultura, asociada a la armonía y el encuentro. Sin embargo, al mismo tiempo, se transforma en una fuente de frustraciones y conflictos para un gran número de personas.

“La vulnerabilidad que crean las reuniones familiares es una de las causas más comunes de esta situación: qué sector de la familia elegir para la reunión, cómo no herir ningún sentimiento, cómo evitar que convivan muchas horas miembros que se presume que no se llevan bien, o simplemente se aburren juntos, sin dejar a nadie solo… parece una gran batalla de la cual necesariamente alguien saldrá herido”, advirtió el médico.

El agotamiento por los preparativos y traslados contribuye al cansancio extremo y a reacciones emocionales inesperadas entre los familiares (Imagen Ilustrativa Infobae)

Por su parte, la licenciada María Fernanda Rivas, psicóloga y psicoanalista, coordinadora del Depto. de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina, señaló a Infobae: “La Navidad es, para muchos, una época de alegría, unión y celebración. Sin embargo, también pueden ser un momento de tensiones familiares y especial sensibilidad, sobre todo cuando hay conflictos previos o situaciones no resueltas (y en todas las familias los hay). Las expectativas sociales, las diferencias de personalidad o incluso los rencores y resentimientos pueden hacer que las reuniones familiares se conviertan en escenarios difíciles de manejar”.

Las expectativas sociales sobre lo que “deberían ser” las festividades pueden crear una presión propicia para estados de ánimo ligados a la tristeza y a la melancolía y a veces a su contrario: la manía o la agresividad, destacó la experta.

También señaló el consumo de alcohol u otras sustancias en estos festejos, “que pueden ser un intento de mitigar afectos dolorosos, pero también pueden ocasionar desinhibiciones que a veces dificultan la interacción armoniosa con los familiares”, expresó.

La sobrecarga de los preparativos sin reconocimiento suficiente aumenta el malestar y la frustración en los organizadores del evento (Imagen Ilustrativa Infobae)

El psicoterapeuta Sean Grover identificó en Psychology Today tres grandes factores de estrés navideño, a lo cuales llama “tríada navideña”:

  1. Agotamiento: los traslados, viajes y los preparativos provocan cansancio extremo, llevando a un estado de ánimo frágil y reacciones emocionales abruptas.
  2. Regresión: la vuelta a la casa de la infancia puede reactivar recuerdos dolorosos o traumas que parecían superados, incrementando la irritabilidad.
  3. Exceso de indulgencia: el abuso de comida, alcohol u otras sustancias afecta el juicio y la capacidad de autocontrol.

Viejos conflictos, nuevas tensiones

En las fiestas, se manifiestan duelos por las ausencias de seres queridos, intensificando afectos de tristeza y sensación de pérdida (Imagen Ilustrativa Infobae)

El doctor Salinas describió que las reuniones por las fiestas pueden provocar una situación de regresión a viejas dinámicas en las relaciones familiares que normalmente parecían superadas: «rivalidades fraternas, reproches históricos, sentimientos de inseguridad y fracaso frente al mayor éxito de alguno de los miembros; duelos por las posibles ausencias de seres queridos, y otros afectos negativos que pueden desplazarse y terminar en discusiones insustanciales. Claramente, el consumo de alcohol puede actuar como un facilitador de estos problemas», alertó.

Además, el trabajo de organización de la fiesta y los preparativos también influyen y pueden ser fuentes de malestar: “La sobrecarga desigual de los preparativos, que muchas veces permanecen invisibles porque no llega el reconocimiento esperado, la carga económica sin acuerdos previos en el gasto y la manera de cooperar en el mismo, son puntos sensibles cuando se viven situaciones de estrés económico”, indicó el doctor.

La licenciada Rivas explicó también que suelen ser momentos de especial vulnerabilidad por el surgimiento de recuerdos de personas de la familia que ya no están por diversas circunstancias: “Muertes, separaciones, mudanzas a otro país. En las fiestas navideñas pueden crearse efectos propicios para la activación de duelos, surgiendo afectos como los que suelen suscitar los ‘aniversarios’. Y es importante saber que los estados anímicos, en las familias, se contagian».

En Navidad, los viejos rencores familiares suelen resurgir, generando tensiones y discusiones que marcan las celebraciones (Imagen Ilustrativa Infobae)

La psicóloga detalló que son terrenos fértiles para la exacerbación de sentimientos ligados al denominado “síndrome del nido vacío”: tristeza y sensación de pérdida ante la partida de los hijos. “Puede suceder que este momento del año sea vivido con añoranza de la infancia de los hijos y de cuando los integrantes de la familia vivían todos juntos”, ejemplificó.

Algunas personas, en la época de los festejos navideños, se encuentran frente a conflictos de lealtades que llevan a un “versus” entre la familia de origen y la familia actual, dijo la psicóloga.

“Se juegan, a veces, ‘hegemonías’ de ciertos personajes y conflictos territoriales en relación a la casa en la cual se llevará a cabo la celebración. El agregado de las familias políticas suele tener un efecto de ‘complejización’ familiar que puede aportar su enorme riqueza pero también poner de manifiesto la dificultad en el ensamblaje de las familias”, advirtió la experta.

El duelo en Navidad se potencia con la reunión familiar, marcando la diferencia ante la ausencia de seres queridos y evocando recuerdos (Imagen Ilustrativa Infobae)

La Navidad, en el caso de padres separados o familias ensambladas, puede ser ocasión para afianzar los vínculos o exacerbar conflictos, afirmó Rivas.

“Todo depende del tipo de relación entre los ex y la calidad de la comunicación entre ellos. Las festividades que pasan los chicos con cada padre suelen estar sujetas a acuerdos. De todas maneras, en esta época del año pueden activarse dificultades al respecto. Son momentos cruciales en los cuales pueden emerger fuertes angustias ante el desprendimiento de los hijos y activarse temores. Pueden llegar a amenazarse con frases tales como “me lo voy a llevar y no lo vas a ver más”, “te voy a sacar a los chicos”, etc. Se juega, para los niños, el permiso o no de acercarse afectivamente a quien también forma parte de su identidad y su universo afectivo”.

Las festividades ponen en evidencia la situación económica, generando frustración por las diferencias en el poder adquisitivo y los regalos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Finalmente, la compra de regalos -y las rivalidades que se despiertan en torno a si un regalo es mejor que otro- suelen ser también motivos de malestar y estrés, destacó Rivas.

“Los aspectos económicos tienen un papel central al momento de organizar un festejo navideño. Es una época del año en la que se pone en evidencia el poder adquisitivo de cada quien y las frustraciones por lo que no se puede comprar”, puntualizó.

Siete claves para unas fiestas en paz

A pesar de la “tríada perfecta” para los conflictos familiares, es posible disfrutar de unas hermosas fiestas teniendo en cuenta algunas estrategias que brindaron los expertos:

1. Aclarar las reglas de la reunión: definir con anticipación el lugar, los horarios, la organización y la forma de distribuir los gastos puede ayudar a prevenir roces.

Respetar los espacios propios y ajenos en la reunión ayuda a reducir celos, envidia y mantiene el equilibrio entre los integrantes (Imagen Ilustrativa Infobae)

2. Preparación mental realista: aceptar las limitaciones familiares y distinguir el presente de conflictos pasados favorece una convivencia más armónica.

Para la licenciada Rivas “es importante asumir y aceptar la ambivalencia que suscitan los vínculos familiares: el amor y el apego frecuentemente coexisten con broncas y desacuerdos que es necesario aprender a gestionar”.

3. Buscar el sentido de la celebración: “Lo principal es preguntarse por el sentido de las fiestas, superar el individualismo, recordar lo que se festeja, y reafirmar la pertenencia familiar, comunitaria, y religiosa en el caso de la Navidad”, recordó el doctor Salinas.

“El optimismo y la alegría también se contagian y ayudan a crear barreras de protección frente al malestar. Se logran de esta forma procesos de ‘inmunización psíquica’ que sirven para afrontar con mayores recursos los momentos que pueden llegar a ser difíciles”, agregó Rivas.

Proteger a los niños de los conflictos adultos garantiza su bienestar y conserva la ilusión y la magia característica de la Navidad (Imagen Ilustrativa Infobae)

4. Gestionar expectativas: disminuir la idealización de la festividad y estar dispuestos a tolerar desacuerdos es esencial para dejar en pausa rivalidades y enojos. Rivas destacó que estos encuentros siempre son una buena oportunidad para revisar nuestros vínculos y despedirnos de certezas y rígidas perspectivas.

“Los festejos navideños suelen ser momentos sumamente idealizados en los que se espera que todo sea armonía y felicidad. Es importante poder disminuir las expectativas, disponerse a transcurrir un encuentro en el que puedan dejarse ‘en pausa’ los desacuerdos, rivalidades y enojos. Esto no significa que se resuelvan. En estas circunstancias se pone de manifiesto el trabajo que requiere estar con otros ante la necesidad de pertenecer a una familia, y el cuidado de los vínculos a pesar de las diferencias”, indicó.

5. Respetar los espacios propios y ajenos: permitir que cada “subconjunto” familiar mantenga momentos de intimidad y encuentro, y aprender a tolerar breves exclusiones sin activar celos o envidia.

Adoptar reglas claras sobre organización y gastos permite prevenir roces familiares, mejorando la convivencia durante la Navidad.(Imagen Ilustrativa Infobae)

“Es decir: el conjunto de cada padre con sus hijos, el conjunto de la pareja, el conjunto de los hermanos, de cada uno consigo mismo, etc. Esto significa tener y dar permiso para que cada uno pueda mantener sus espacios y que haya también momentos de encuentro de todos juntos. Y, sobre todo, el poder tolerar momentos de ‘exclusión’, sin que los celos o la envidia irrumpan destructivamente”, describió la psicóloga.

6. Proteger a los niños de los conflictos adultos: Preservar su inocencia sobre la Navidad es fundamental para su bienestar. “Rescatar lo más posible la ilusión y la magia que resulta fundamental en la etapa de la infancia y que se pone de manifiesto en la Navidad”, recomendó Rivas.

Definir reglas claras, gestionar expectativas y priorizar la colaboración son claves para disfrutar una Navidad en paz y fortalecer los vínculos familiares (Imagen Ilustrativa Infobae)

7. Evitar detonantes: Eludir temas que generan tensiones (como política o recuerdos conflictivos), limitar el consumo de alcohol y dar espacio para el descanso y el retiro personal ayudan a mantener la paz.

“Será necesario, en algunos casos, elegir los temas de conversación procurando que no sean aquellos que desatan conflictos, ‘poner filtros’ a lo que se dice y ejercitar la paciencia y la capacidad de tolerancia ante las diferencias. Y recordar que lo importante no es el aspecto material o económico reflejado en los regalos o la comida, sino la calidad del encuentro y la colaboración en lograr que los familiares puedan llevarse buenos recuerdos”.