
El alivio de las molestias musculares crónicas puede estar más cerca de lo que muchos imaginan, y no necesariamente en una sala de fisioterapia. Christina Danaee, quien durante años sufrió rigidez y dolor en hombros y cuello, encontró una solución inesperada al incorporar pesas ligeras en su rutina de movilidad articular.
Según relató a The New York Times, tras adoptar esta práctica, su vida cambió: “Casi nunca me siento adolorida o rígida. Además, otras actividades se han vuelto más divertidas y sencillas”. El caso de Danaee ilustra una tendencia creciente respaldada por especialistas, quienes sostienen que sumar cargas livianas a los ejercicios de movilidad puede mejorar la estabilidad muscular, ampliar el rango de movimiento y reducir las molestias, especialmente en quienes no logran resultados con los métodos tradicionales de estiramiento.
El respaldo de los expertos
El uso de pesas ligeras en ejercicios de movilidad articular no solo ha transformado la experiencia de personas como Danaee, sino que también cuenta con el aval de expertos consultados por The New York Times. Vernon Griffith, entrenador de movilidad y fuerza en Virginia Beach, explicó que la clave está en preparar los tejidos para adaptarse a cualquier entorno y en fortalecer la confianza del propio cuerpo.

“Se trata de infundir confianza y preparar los tejidos para que sean adaptables a cualquier entorno”, afirmó. La diferencia fundamental entre movilidad y flexibilidad radica en el control: mientras la flexibilidad se refiere a la amplitud máxima de una articulación, la movilidad implica moverla de forma activa, utilizando la fuerza de los propios músculos. Por ejemplo, levantar la pierna con las manos demuestra flexibilidad, pero hacerlo solo con la musculatura activa la movilidad y, con ella, la estabilidad.
La estabilidad, según la fisioterapeuta Julia Rosenthal, no requiere levantar grandes pesos. Estudios citados por The New York Times indican que incluso la resistencia con cargas muy bajas puede mejorar la fuerza y el equilibrio, especialmente en adultos con movilidad reducida. Ejercicios como la rotación de torso o la zancada lateral, al incorporar una pesa ligera o una pelota medicinal, obligan al cuerpo a estabilizarse y a mantener el control durante el movimiento, convirtiendo un simple estiramiento en un entrenamiento de estabilidad.
Cómo iniciarse y avanzar en la movilidad con carga
Para quienes desean iniciarse en esta práctica, los especialistas recomiendan comenzar con movimientos lentos y deliberados, utilizando objetos cotidianos como un libro si no se dispone de mancuernas.

Alex Rothstein, profesor adjunto de ciencias del ejercicio en el New York Institute of Technology, aconseja optar por pesas de entre 0,5 y 1 kg, incluso para personas con buena condición física, antes de avanzar a cargas mayores.
“Incluso si eres muy fuerte, preferiría empezar con un 1 kg antes que con 3 kg”, señaló Rothstein en declaraciones recogidas por The New York Times. El uso de bandas elásticas también puede ser una alternativa válida para generar resistencia.
La progresión debe ser gradual y adaptada a las capacidades de cada persona. Rothstein sugiere que tras solo tres a cinco repeticiones lentas y controladas, muchos notarán una mayor estabilidad y facilidad en el movimiento. Es recomendable iniciar con ejercicios familiares o con aquellos que se desee mejorar en la vida diaria.

Danaee, tras experimentar con los “halos” de hombro, avanzó hacia movimientos de cuerpo completo, como levantarse del suelo con una pesa rusa, para fortalecer la estabilidad de caderas y espalda. Ejercicios más complejos, como los “windmills” o los “Turkish get-ups” con kettlebell, pueden incorporarse a medida que se gana confianza y control. Griffith enfatizó la importancia de aumentar el desafío de forma progresiva: “Si no hay suficiente reto, el cuerpo no tiene motivo para cambiar”.
El impacto de las pesas ligeras no se limita a la estabilidad. Añadir una pequeña carga puede ampliar el rango de movimiento de las articulaciones, actuando como contrapeso y permitiendo alcanzar posiciones que antes resultaban inalcanzables.
Rosenthal explicó que, por ejemplo, sostener una mancuerna ligera al realizar una sentadilla ayuda a desplazar el centro de gravedad hacia adelante, facilitando una mayor profundidad sin perder el equilibrio. Una vez que el cuerpo experimenta esa nueva posición, resulta más sencillo repetirla en el futuro.

El uso de pesas también puede potenciar la acción de la gravedad en ejercicios como el “Jefferson curl”, donde el peso ayuda a alargar la columna y acceder a un mayor rango de movimiento. Griffith comparó este efecto con la sensación de seguridad que transmite un entrenador al colocar la mano en la espalda durante una flexión hacia adelante: “Le muestro a mi sistema nervioso que puedo estar seguro aquí. Estoy bien”. Rothstein añadió que las pesas pueden calmar los propioceptores, sensores que suelen resistirse al estiramiento para evitar lesiones, y así permitir que el cuerpo confíe en nuevas posturas.
Seguridad y beneficios a largo plazo
La seguridad es prioritaria en este tipo de entrenamiento. Los expertos consultados por The New York Times insisten en la importancia de utilizar cargas bajas al inicio y de aumentar la dificultad solo cuando el cuerpo lo permita. La clave está en la constancia y en la adaptación progresiva, evitando forzar movimientos o utilizar pesos excesivos que puedan provocar lesiones.
A largo plazo, la integración de pesas ligeras en las rutinas de movilidad articular puede traducirse en una mayor facilidad para moverse, menos molestias y una mejor calidad de vida. Como subrayó Rosenthal, el proceso consiste en enseñar al cerebro a acceder a nuevas posiciones y movimientos, lo que abre la puerta a una movilidad más libre y segura.