El acceso a la naturaleza se convirtió en una herramienta terapéutica clave para quienes conviven con dolor lumbar crónico, aunque persisten obstáculos físicos y ambientales que limitan su uso.
Según un estudio de la Universidad de Plymouth, publicado en 2023, estos entornos naturales ofrecen beneficios significativos para la autogestión del dolor, pero muchas personas enfrentan barreras que impiden su aprovechamiento pleno.
La naturaleza como apoyo no farmacológico
De acuerdo con la Universidad, el dolor lumbar crónico es la principal causa de años vividos con discapacidad a nivel global. Dada la efectividad limitada de los tratamientos farmacológicos, se incrementó el interés por estrategias como la “prescripción social verde”, que fomenta la interacción con entornos naturales como complemento terapéutico.
Con ese objetivo, un grupo de investigadores de la institución —Alexander Smith, Kayleigh J. Wyles, Patricia Schofield y Sam Hughes— desarrolló un estudio cualitativo basado en entrevistas semiestructuradas con diez personas que padecen esta condición desde hace más de cinco años. La muestra incluyó a nueve mujeres y un hombre, con una edad media de 50,1 años, residentes en zonas urbanas, periurbanas y rurales del Reino Unido.
Las entrevistas, realizadas y analizadas en 2023, se enfocaron en estrategias de afrontamiento del dolor y en el rol de la naturaleza. El análisis temático reveló dos ejes principales: la importancia del entorno natural y las dificultades de accesibilidad.
Beneficios del contacto con entornos naturales
Según los testimonios recopilados por la universidad, la naturaleza brinda beneficios sociales, emocionales y físicos. Los participantes mencionaron que el contacto con el entorno natural favorece:
- Conexión social: encuentros con vecinos o paseos con mascotas ayudan a reducir el aislamiento. Kate declaró: “El dolor lumbar crónico puede deprimirte… ir al jardín me da ese pequeño impulso para mantenerme conectada”.
- Ejercicio al aire libre: preferido frente a los gimnasios. June afirmó: “Definitivamente hay una diferencia entre el ejercicio en la naturaleza y el del gimnasio”.
- Distracción y serenidad: actividades como la jardinería permiten “perderse” mentalmente, como explicó Sara.
- Reducción del estrés y mejora del estado de ánimo: Emma compartió que salir al campo mejora su bienestar emocional y, en consecuencia, su percepción del dolor.
Barreras que dificultan el acceso
El mismo estudio identificó limitaciones que afectan a las personas con dolor lumbar crónico para acceder y disfrutar de la naturaleza:
- Terreno irregular o inestable: impide caminar con seguridad. Emma comentó que las lluvias convierten caminos accesibles en lodosos y resbaladizos.
- Falta de lugares para descansar: influye en la decisión de salir. Kate remarcó la necesidad de contar con sitios donde sentarse.
- Planificación exigente: implica prever transporte, condiciones climáticas, medicación y equipamiento, reduciendo la espontaneidad.
- Distancia a espacios adecuados: muchos parques cercanos carecen de atractivo o elementos naturales. Kate recalcó la importancia del acceso local, especialmente durante confinamientos como el de la pandemia de COVID-19.
Impacto emocional de las barreras
La falta de acceso provoca frustración y deterioro en la salud mental. Actividades que antes eran fuente de placer —como caminar en la playa— se vuelven inaccesibles.
La imposibilidad de disfrutar la naturaleza limita tanto el ejercicio físico como el bienestar emocional, incrementando sentimientos de aislamiento, desánimo y tristeza.
Beth y Luke coincidieron en que incluso una vista al jardín o un espacio verde reducido desde casa puede ser un recurso valioso para mantener el equilibrio emocional.
Propuestas y líneas futuras
La Universidad de Plymouth subraya que estas barreras representan una necesidad clínica no cubierta. Entre las soluciones posibles se destacan:
- Adaptación de espacios naturales: instalación de senderos accesibles, bancos y señalización para garantizar seguridad y comodidad.
- Uso de realidad virtual: permitiría simular entornos naturales en personas con movilidad reducida o sin acceso físico, ampliando así los beneficios terapéuticos.
El artículo también resalta la necesidad de continuar investigando el potencial analgésico de la naturaleza y desarrollar intervenciones inclusivas basadas en las experiencias de los propios pacientes.
El acceso a la naturaleza, en cualquiera de sus formas, puede convertirse en un pilar esencial para mejorar la calidad de vida de quienes viven con dolor lumbar crónico.