JUEVES, 11 de septiembre de 2025 (HealthDay News) — Los programas que reclutan a los padres para ayudar a combatir la obesidad en la niñez temprana no están haciendo mucho bien, señala una nueva revisión de las evidencias.
No hay evidencia de que estos programas tengan algún impacto en el índice de masa corporal (IMC) de los niños pequeños, informaron los investigadores en The Lancet. El IMC es una estimación de la grasa corporal basada en la altura y el peso.
En resumen, no es justo pedir a los nuevos padres, que luchan y están estresados, que contrarresten las fuerzas sociales y culturales que aumentan el riesgo de exceso de peso de los niños, concluyeron los investigadores.
«La obesidad es impulsada en gran parte por factores ambientales y socioeconómicos que los individuos no pueden cambiar», dijo en un comunicado de prensa la autora principal, Kylie Hunter, investigadora de la Universidad de Sydney, en Australia.
«Los padres juegan un papel vital, pero nuestro estudio resalta que no se puede esperar que reduzcan los niveles de obesidad infantil solos», dijo. «Se necesita una acción más amplia y coordinada en toda la sociedad para que las decisiones saludables sean más fáciles para todos, independientemente de dónde vivan».
Para la revisión, los investigadores reunieron datos de 17 ensayos clínicos que incluyeron a más de 9,000 niños pequeños. Los ensayos probaron la efectividad de los programas enfocados en desarrollar las habilidades y el conocimiento de los padres sobre temas como nutrición, ejercicio y sueño.
En todo el mundo, alrededor de 37 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso u obesidad, lo que puede tener un impacto de por vida en su salud. En respuesta, muchos gobiernos han hecho de estos programas centrados en los padres una estrategia clave en sus esfuerzos por prevenir la obesidad infantil, dijeron los investigadores.
Los datos agrupados revelaron que los programas de prevención de la obesidad en la primera infancia no tuvieron ningún efecto sobre el IMC de los niños cuando cumplieron los 2 años.
Estos incluyeron diferentes enfoques probados en EE. UU., Reino Unido y Australia, dijeron los investigadores.
«Hay varias explicaciones potenciales de por qué los programas actuales centrados en los padres para prevenir la obesidad en los niños pequeños no son efectivos», señaló en un comunicado de prensa la investigadora principal, Anna Lene Seidler, profesora de la Universidad de Rostock, en Alemania.
«Un motivo podría ser que el primer año de vida de un niño puede ser abrumador y estresante para los padres, dejándolos con una capacidad limitada para participar plenamente en los cambios de conducta», dijo Seidler. «Una vez que los niños ingresan a entornos sociales más amplios, como el cuidado infantil temprano y la escuela, los programas que crean entornos más saludables para los niños directamente en estos entornos pueden ser más efectivos».
Otro factor clave: «Las familias más afectadas por la obesidad infantil, a menudo las de los grupos socioeconómicos más bajos, también son las menos propensas a ser alcanzadas por los programas tempranos centrados en los padres», dijo Seidler. A menudo simplemente no tienen los recursos o el tiempo para asistir y adherirse a estos programas, particularmente en la actual crisis del costo de vida».
Los gobiernos harían mejor en atacar los factores sociales que promueven el exceso de peso que esperar que los padres asuman la carga, dijo Hunter.
«Junto con el apoyo a los padres, necesitamos ver políticas coordinadas que mejoren la asequibilidad de los alimentos saludables, aumenten el acceso a los espacios verdes y regulen la comercialización de alimentos poco saludables para abordar la obesidad infantil», dijo.
Más información
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecen más información sobre la obesidad infantil.
FUENTE: The Lancet, comunicado de prensa, 10 de septiembre de 2025