
Los golden retriever suelen ser perros sociables, amigables y muy afectuosos con las personas y otros animales. Son conocidos por su buena disposición al juego y su facilidad para aprender órdenes.
Un grupo de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido logró identificar 12 genes en esa raza de perros que también influyen en la inteligencia, la ansiedad y la depresión de las personas.
Sin embargo, los investigadores subrayaron que el ambiente, la crianza y las experiencias juegan también un rol clave en cómo se expresan esos rasgos.
La investigación fue publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y se basó en estudiar el ADN de más de mil perros golden retrievers y relacionarlo con sus conductas diarias.

“Los hallazgos son realmente sorprendentes, ya que aportan una fuerte evidencia de que humanos y golden retrievers tienen raíces genéticas compartidas para su comportamiento”, señaló Eleanor Raffan, veterinaria y profesora de fisiología de sistemas en la universidad británica.
El trabajo sumó expertos de la Fundación Morris Animal, la Universidad de Lincoln y distintas instituciones de Europa y el Reino Unido. Se combinaron muestras de sangre y cuestionarios para entender emociones, costumbres y carácter de cada perro.
Genética y temperamento en perros

El estudio nació de la curiosidad por saber por qué algunos golden retriever son miedosos o inquietos, mientras otros muestran calma y confianza.
Los investigadores tuvieron en cuenta que veterinarios y familias que conviven con los Golden notaban diferencias entre animales criados bajo condiciones parecidas.
Los científicos plantearon como problema central la dificultad para predecir el comportamiento solo observando el ambiente de los perros. Faltaba saber cuánto influía realmente la herencia genética frente al entorno y las experiencias.

Otro cuestionamiento era si las mismas bases biológicas del temperamento en perros podían encontrarse también en las personas.
Así surgió el objetivo de buscar genes compartidos que influyen en las emociones de ambas especies.
Los científicos intentaron construir un mapa genético del comportamiento que ayude a comprender la raíz de ciertos miedos, la facilidad para aprender y los problemas en la convivencia.
Cómo se estudió el comportamiento

Para lograrlo, los investigadores trabajaron con un grupo de 1.343 golden retriever de entre tres y siete años. Cada una de las personas responsables de esos perros respondió un cuestionario internacional, el C-BARQ, que analiza 73 tipos de comportamientos.
El equipo de investigadores recogió muestras de sangre para obtener el ADN de los perros y buscar variantes genéticas ligadas a las emociones y conductas. Usaron técnicas GWAS para analizar el genoma completo de cada animal.
Compararon los datos de los golden retriever con información genética y emocional de humanos. Así identificaron coincidencias en genes relacionados con el miedo, la agresividad, la facilidad de aprendizaje y la energía.

El análisis reveló doce regiones genéticas principales asociadas a la regulación de emociones y capacidades, como el control del estrés. También detectaron diferencias en sensibilidad, nivel de energía y habilidades sociales.
El gen PTPN1 se vinculó en los perros a la agresión hacia otros animales y, en personas, a la inteligencia y depresión. El gen ROMO1 influyó en la facilidad de entrenamiento y en la sensibilidad emocional humana.
Los responsables de su cuidado detallaron la personalidad de cada perro y eso permitió validar cómo el ambiente y la educación cotidiana pueden potenciar o suavizar los efectos genéticos.
Qué aprendieron y qué recomiendan los expertos

Los expertos de Cambridge destacaron que los genes pueden influir en tendencias como el miedo, la energía y la facilidad para aprender, pero no determinan completamente la personalidad. El ambiente, la crianza y las vivencias de cada perro también impactan.
Por eso, recomiendan que los cuidadores y veterinarios consideren tanto el perfil genético como las experiencias del animal. Entender esta combinación ayuda a ajustar el entrenamiento y los cuidados a cada caso.

Sostienen que anticipar predisposiciones genéticas puede ser útil para prevenir problemas de conducta y potenciar el bienestar. Aconsejan no juzgar solo por el carácter, sino observar todo el contexto.
Además, sugieren seguir investigando en otras razas y situaciones, para ampliar el conocimiento y lograr estrategias de cuidado y entrenamiento más personalizadas y efectivas para cada perro. Deberían estar adaptadas a distintas características genéticas y a diferentes ambientes.