VIERNES, 30 de mayo de 2025 (HealthDay News) — Los instintos de los padres con respecto a la salud de su hijo por lo general son acertados, incluso cuando han llevado al niño a una sala de emergencias, señala un estudio reciente.

La preocupación de los padres por el deterioro de la salud de un niño predice con fuerza qué tan gravemente enfermo podría llegar a estar el niño, reportaron los investigadores en la edición del 29 de mayo de la revista Child & Adolescent Health.

Los niños tenían un 72 por ciento más de probabilidades de ser admitidos en una unidad de cuidados intensivos, y un 85 por ciento más de probabilidades de requerir ventilación mecánica si sus padres expresaban preocupaciones de que su salud se estaba deteriorando, muestran los resultados.

Esas preocupaciones «tuvieron una asociación más fuerte tanto con la admisión a la unidad de cuidados intensivos como con la ventilación mecánica que cualquier signo vital anormal», concluyó el equipo de investigación dirigido por la Dra. Erin Mills, del Departamento de Pediatría de la Universidad de Monash en Melbourne, Australia.

En el estudio, los investigadores analizaron casi 74,000 casos pediátricos que acudieron para recibir tratamiento en la sala de emergencias del Hospital Pediátrico de Monash, en Melbourne. De esos casos, más de 24,000 contenían al menos una anotación de interés para los padres.

Los médicos provocaron preocupaciones al preguntar: «¿Le preocupa que su hijo esté empeorando?» En alrededor del 5% de los casos, los padres respondieron que sentían que la salud de su hijo se estaba deteriorando.

Casi un 7 por ciento de los niños cuyos padres expresaron preocupaciones terminaron en la UCI, en comparación con poco menos de un 2 por ciento de aquellos cuyos padres no lo hicieron, muestran los resultados.

Del mismo modo, poco más de un 1 por ciento de los niños cuyos padres estaban preocupados necesitaban ventilación mecánica, en comparación con alrededor de un 0.2 por ciento de aquellos cuyos padres no estaban preocupados.

Estos resultados indican que los médicos deben considerar a los padres como un recurso importante y buscar de forma proactiva su opinión cuando se trata de evaluar la afección de un niño, apuntaron los investigadores.

«‘Escuchar a los padres’ es el mantra de la formación pediátrica, y comúnmente se enseña que, debido a las dificultades para evaluar a los niños pequeños, la preocupación de un padre o cuidador de que su hijo ‘simplemente no está bien’ siempre debe tomarse en serio», escribieron los investigadores.

«Con frecuencia, los padres son conscientes de las señales sutiles de cambio conductual que podrían indicar un deterioro, fuera de los signos vitales típicos, y por lo tanto podrían identificar el deterioro antes que los médicos», añadió el equipo.

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecen más información sobre las enfermedades infantiles.

FUENTES: The Lancet, comunicado de prensa, 29 de mayo de 2025; The Lancet Child & Adolescent Health, 29 de mayo de 2025