En la era de los dispositivos inteligentes y los consejos virales, el sueño se convirtió en un objetivo de rendimiento más que en una necesidad biológica.
Cada vez más personas recurren a aplicaciones, tecnología portátil y rutinas específicas con la esperanza de mejorar su descanso.
Esta búsqueda constante convirtió al sueño en una obsesión contemporánea, alimentada por la creencia de que dormir bien es indispensable para la salud física y mental.
Sin embargo, gran parte de la información que circula en redes sociales o forma parte de campañas comerciales resulta imprecisa, exagerada o directamente equivocada.
Frente a este escenario, The Times consultó a especialistas en sueño para identificar conceptos erróneos comunes y explicar qué prácticas realmente funcionan.
1. La privación ocasional de sueño puede tener efectos positivos
Aunque generalmente se asocia la falta de sueño con consecuencias negativas para la salud, los expertos advierten que no siempre representa un riesgo inmediato.
La fisióloga del sueño Stephanie Romiszewski, fundadora de la Clínica Sleepyhead en Exeter, explicó que “una sola noche sin dormir puede aumentar temporalmente la dopamina, haciéndote sentir eufórico, creativo o incluso hiperconcentrado”.
Esta reacción es utilizada en ocasiones como estímulo temporal del ánimo en tratamientos para la depresión. No obstante, se trata de un recurso puntual y no de una estrategia sostenida.
2. El aturdimiento matutino no indica falta de descanso
Sentirse desorientado o pesado al despertar no significa necesariamente que el cuerpo necesite más sueño. Según Romiszewski, esa sensación responde a un estado natural llamado inercia del sueño.
Recomienda evitar volver a dormirse tras sonar la alarma, ya que eso puede dar inicio a un nuevo ciclo y provocar un despertar más difícil.
3. Dormir en camas separadas no garantiza mejor descanso
El llamado “divorcio del sueño”, una práctica en la que las parejas duermen en habitaciones distintas para evitar interrupciones, no tiene el mismo efecto en todos los casos.
De acuerdo con la doctora Sophie Bostock, fundadora del sitio web Sleep Scientist, “las investigaciones sugieren que los hombres duermen mejor con una pareja”, mientras que las mujeres descansan mejor sin el calor ni el ruido de otro cuerpo.
El coach en sueño James Wilson añade que los cambios hormonales en las mujeres, como los que ocurren durante el ciclo menstrual o la menopausia, también afectan el descanso.
Su recomendación es sencilla y práctica: “Suelo recomendar tener edredones separados. Esto ayuda a regular mejor la temperatura”.
4. La rutina matutina influye más que la nocturna
Uno de los factores que más afecta la calidad del sueño es la irregularidad en la hora de despertar, según Romiszewski. Levantarse a diferentes horas, especialmente durante los fines de semana, altera el ritmo circadiano y dificulta conciliar el sueño en los días siguientes.
Wilson destacó la importancia de mantener un horario constante para dormir y afirmó a The Times que “es mejor dormir seis horas cada noche aproximadamente a la misma hora que dormir más el fin de semana”.
5. Los monitores de sueño pueden interferir con el descanso
El uso de tecnología como relojes inteligentes o anillos de seguimiento puede tener un efecto inverso al deseado. Romiszewski alertó sobre la ortosomnia, una condición en la que la preocupación por la calidad del sueño termina provocando insomnio.
El monitoreo constante alimenta la ansiedad, y si los dispositivos indican un mal descanso, las personas suelen sentirse más cansadas, lo estén o no, sostuvo la especialista.
6. Exceso de rituales puede generar ansiedad
La creciente proliferación de consejos en redes sociales sobre cómo dormir mejor derivó en conductas poco útiles o incluso contraproducentes. Desde usar bombillas rojas hasta pegarse la boca con cinta adhesiva, muchos métodos se viralizan sin fundamentos sólidos.
Romiszewski señaló a The Times que “cuanto más ritualistas nos volvemos, peor se vuelve nuestra ansiedad por dormir”. La necesidad de depender de objetos o condiciones específicas puede generar la percepción de que el sueño es frágil. “Quienes duermen bien no se obsesionan con el sueño; lo dejan pasar”, afirmó.
7. El colchón es la inversión más importante
Más allá de las aplicaciones o dispositivos, la base del buen descanso está en el confort físico. Wilson es claro al respecto: “Si dormir es la base de nuestra salud, tu colchón, almohadas y edredón son la base de tu sueño”.
Un entorno incómodo, como una almohada inadecuada o un edredón demasiado caluroso, puede afectar el descanso sin que la persona lo relacione directamente con su calidad de sueño.
El especialista concluyó que no tiene sentido realizar técnicas de relajación si el cuerpo está en tensión o mal apoyado durante la noche.