La fibra alimentaria, reconocida por su papel fundamental en la salud intestinal y la prevención de enfermedades crónicas, está presente en una variedad de alimentos que, según Very Well Health, deberían formar parte de la dieta diaria.
Incluir estos 5 grupos de alimentos ricos en fibra no solo favorece el tránsito intestinal, sino que también contribuye a reducir el riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. La selección y el consumo regular de estos alimentos pueden marcar una diferencia significativa en el bienestar general.
La fibra se clasifica en dos tipos principales: soluble e insoluble. De acuerdo con la Clínica Mayo y la Universidad de Harvard, una dieta rica en fibra ayuda a mantener la salud digestiva, controlar el peso y reducir el riesgo de múltiples enfermedades crónicas, siendo que mientras la primera contribuye a disminuir el colesterol y la glucosa en sangre, la segunda optimiza el tránsito intestinal y previene el estreñimiento.
Además, un estudio vincula una mayor ingesta de fibra con menor riesgo de cáncer colorrectal y de mama, por lo que estas instituciones recomiendan incorporar alimentos integrales, frutas, verduras, legumbres, frutos secos y semillas en la alimentación diaria
1. Frutas
El primer grupo esencial lo constituyen las frutas. Todas aportan fibra, pero algunas destacan por su contenido tanto de fibra soluble como insoluble, lo que las convierte en aliadas para mantener una digestión regular.
Entre las opciones más recomendadas se encuentran las peras, bananas, guayabas, bayas, kiwis y manzanas.
El consumo habitual de frutas ricas en fibra se asocia con una mejor salud intestinal, un control más efectivo del peso corporal y una disminución del riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cáncer de colon, según detalla Very Well Health.
2. Verduras
El segundo grupo corresponde a las verduras, consideradas indispensables para una nutrición adecuada y un aporte significativo de fibra.
Aunque casi todas contienen fibra, algunas sobresalen por su mayor concentración, como el brócoli, las zanahorias, los guisantes verdes, las hojas verdes, las coles de Bruselas y las alcachofas. Además de favorecer la digestión, las verduras ricas en fibra contribuyen a la salud a largo plazo.
Tanto la American Heart Association como la American Cancer Society recomiendan consumir abundantes verduras con alto contenido de fibra para disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas y cáncer.
3. Legumbres
Las legumbres conforman el tercer grupo clave. Su consumo regular puede ayudar a reducir los niveles de colesterol total y LDL (colesterol “malo”), controlar la glucosa en sangre y disminuir la presión arterial.
Estos efectos benefician la salud cardiovascular y metabólica, y contribuyen a reducir la probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2. Las legumbres incluyen lentejas, porotos rojos, porotos negros, porotos blancos, garbanzos y productos de soya como tofu.
Además de su aporte de fibra, las legumbres son fuente de proteínas vegetales, vitaminas, minerales y antioxidantes denominados polifenoles, que ayudan a proteger las células frente al daño de los radicales libres.
4. Frutos secos y semillas
El cuarto grupo está formado por los frutos secos y las semillas. Estos alimentos no solo aportan fibra, especialmente del tipo insoluble, sino también proteínas vegetales y grasas saludables que favorecen la salud cardíaca y pueden reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y ciertos tipos de cáncer.
Entre los frutos secos más ricos en fibra se encuentran las almendras, pistachos, nueces y avellanas. Las semillas, como las de chía, lino y girasol, destacan por su elevado contenido de fibra y, en algunos casos, por su aporte de ácidos grasos omega-3 y antioxidantes que benefician el cerebro y el corazón.
5. Cereales integrales
El último grupo esencial lo constituyen los cereales integrales. Estos alimentos, al conservar el salvado y el germen, mantienen su riqueza en fibra, antioxidantes, vitaminas y minerales. Entre los cereales integrales más destacados se encuentran la avena, la cebada, el trigo, el centeno, la quinoa y el trigo sarraceno.
Aunque la quinoa y el trigo sarraceno no son cereales en sentido estricto, suelen agruparse con ellos por su perfil nutricional similar. Algunos cereales, como la avena y la cebada, contienen beta-glucano, una fibra soluble que ayuda a mejorar los niveles de colesterol y glucosa en sangre.
El consumo habitual de cereales integrales se asocia con una menor incidencia de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, según lo expuesto por Very Well Health.