El consumo regular de probióticos ayuda a restablecer la flora intestinal, especialmente tras el uso de antibióticos o en casos de síndrome de intestino irritable (Imagen Ilustrativa Infobae)

El consumo habitual de probióticos genera impactos positivos en distintos aspectos de la salud digestiva y general. Estos efectos se relacionan tanto con la mejora de la digestión como con el fortalecimiento del sistema inmunológico y la absorción eficiente de nutrientes. Los especialistas destacan que los probióticos ayudan a restablecer el equilibrio de la flora intestinal, un factor esencial, sobre todo, después de tratamientos con antibióticos o en situaciones de desbalance como el síndrome de intestino irritable y la diarrea.

Según la Clínica Universidad de Navarra, mantener una microbiota equilibrada puede contribuir también al bienestar metabólico y mental, influyendo en procesos como la absorción de minerales y la modulación de algunos neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo. Por ello, los probióticos son recomendados en la prevención y manejo de enfermedades digestivas como la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn y otras patologías inflamatorias crónicas del intestino.

Qué son los probióticos y cuáles son sus beneficios para la salud

Los probióticos se definen como microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, proporcionan beneficios concretos para el bienestar intestinal y general. Estos organismos, que incluyen principalmente bacterias y levaduras, habitan de forma natural en el sistema digestivo y participan activamente en el equilibrio de la microbiota intestinal. La Organización Mundial de Gastroenterología señala que los probióticos favorecen la digestión e intervienen en la protección frente a microorganismos nocivos, contribuyendo así al mantenimiento de una flora intestinal saludable.

Dentro de las cepas con mayor respaldo científico se encuentran los Lactobacillus y Bifidobacterium, presentes tanto en alimentos fermentados de origen vegetal y animal como en suplementos y medicamentos. Estas cepas pueden ejercer efectos beneficiosos al restablecer el equilibrio microbiótico del intestino, lo que resulta especialmente relevante tras el uso de antibióticos o en situaciones que generan alteraciones intestinales.

Además, los expertos en nutrición resaltan la importancia de los prebióticos, componentes de ciertos alimentos que no pueden ser digeridos por el organismo humano, pero que promueven el crecimiento y actividad de bacterias beneficiosas.

Yogur de garbanzos, una opción vegetal y nutritiva con probióticos naturales y una textura cremosa ideal para una dieta equilibrada (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los alimentos con altas cantidades de probióticos

El abanico de productos disponibles para incorporar probióticos a la dieta incluye tanto alimentos fermentados de origen natural como suplementos en diferentes presentaciones (cápsulas, polvos, líquidos). Los alimentos tradicionales, como el yogur, ofrecen la ventaja de aportar no solo microorganismos vivos, sino también otros nutrientes beneficiosos (vitaminas, minerales, fibra).

Kéfir

Kéfir, una bebida probiótica fermentada, ideal para mejorar la digestión y aportar nutrientes esenciales a tu dieta (Imagen Ilustrativa Infobae)

El kéfir es una bebida láctea fermentada originaria del este de Europa y el suroeste de Asia. Se produce mediante la acción conjunta de bacterias y levaduras, lo que lo convierte en una de las fuentes más ricas en probióticos dentro del grupo de los productos lácteos. El nombre deriva del término turco “keyif”, que significa “sentirse bien” después de consumirlo.

Debido a su particular proceso de fermentación, contiene una mayor diversidad y cantidad de bacterias que el yogur común. Esta bebida se recomienda tanto para personas con problemas digestivos como para aquellas intolerantes a la lactosa, ya que en su elaboración se transforma parte de esta última.

Chucrut

Un plato de chucrut aporta probióticos que mejoran la salud digestiva y fortalecen el sistema inmunológico (Imagen Ilustrativa Infobae)

El chucrut es el resultado de fermentar hojas de repollo en salmuera, dando como resultado un alimento típico de Alemania y otros países de Europa Central y del Este, como Polonia o Suiza. Su alto contenido de bacterias beneficiosas, en especial del género Lactobacillus, lo posiciona como un alimento probiótico de referencia. Su consumo puede contribuir tanto al control del apetito como a la regulación de la glucosa en la sangre.

Pepinos agridulces

Los pepinos agridulces artesanales destacan como fuentes vegetales de probióticos que ayudan a regular el apetito y la glucosa en sangre (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los pepinos en salmuera, especialmente cuando se preparan de forma artesanal y sin pasteurización, constituyen una fuente importante de bacterias probióticas. Se suelen consumir como encurtidos y pueden beneficiar la digestión. Dada su alta acidez, se recomienda moderación y atención, especialmente en personas sensibles a alimentos muy acidificantes.

Kombucha

La kombucha ofrece propiedades antioxidantes y depurativas, aunque no se recomienda para personas con antecedentes de candidiasis (Imagen Ilustrativa Infobae)

La kombucha es una bebida fermentada a base de té verde endulzado, sometida al efecto de una colonia simbiótica de bacterias y levaduras, conocida como SCOBY. Originaria de la medicina tradicional china, se le atribuyen propiedades depurativas y antioxidantes. Durante la fermentación, adquiere un aporte importante de vitaminas, aminoácidos y ácidos orgánicos. No obstante, para personas con antecedentes de candidiasis, su consumo puede no ser recomendable.

Miso

El miso aporta probióticos y enriquece el sabor de sopas, salsas y aderezos tradicionales (Imagen Ilustrativa Infobae)

El miso es un condimento fermentado originario de China, popularizado en Japón. Se elabora como una pasta espesa y salada que varía en color, desde tonos marrones hasta rojos o blancos. Se utiliza principalmente en sopas, pero también en salsas y aderezos. Además de su aporte probiótico, contribuye a enriquecer los sabores de distintos platos.