La incidencia de enfermedades crónicas creció notablemente durante las últimas décadas, una tendencia que especialistas en medicina funcional atribuyen no solo al envejecimiento poblacional o a mejores diagnósticos, sino sobre todo a la exposición a sustancias químicas y a los cambios en el estilo de vida.
“En mis cuarenta años como médico, he visto la aceleración de las enfermedades crónicas, tanto en el sufrimiento que causan como en la aparición de nuevas patologías. Es algo notable”, afirmó el Dr. Mark Hyman en conversación con Daniel Schmachtenberger, especialista en enfermedades antropogénicas y fundador de The Consilience Project.
Durante una charla para el podcast The Dr. Hyman Show, ambos coincidieron en que muchas de estas enfermedades se originan por la acción humana y los entornos derivados de la modernidad.
Una paradoja de la modernidad
Según lo discutido para el reciente capítulo, avances tecnológicos y aumentos de la inversión en salud coincidieron con el crecimiento sostenido de enfermedades crónicas y trastornos mentales. Hyman advirtió que, aunque la narrativa dominante asocia los avances en longevidad y salud con la ciencia y el capitalismo, esta mirada suele ocultar los efectos adversos de tales procesos.
“Estamos gastando cada vez más y recibiendo menos”, lamentó el médico, al advertir sobre un estancamiento e incluso una disminución en la esperanza de vida, acompañada de años vividos con menor calidad.
Schmachtenberger remarcó que muchas enfermedades crónicas no son consecuencias inevitables de la edad o la biología humana, sino que responden a decisiones colectivas y transformaciones ambientales propias de la era moderna. A propósito, mencionó: “Muchas enfermedades son resultado de nuestras propias acciones como especie”.
Enfermedad antropogénica y contaminación
El concepto de enfermedad antropogénica describe patologías provocadas directamente por la intervención humana en la naturaleza. Schmachtenberger ilustró el impacto de la industrialización: “Producimos cerca de 190.000 millones de toneladas de residuos mineros cada año. Muchos de estos materiales contienen sustancias tóxicas como plomo, mercurio y cadmio, que antes estaban atrapadas en la litosfera y ahora se liberan al ambiente”.
Uno de los ejemplos más claros con este fenómeno es el plomo presente en combustibles. Aunque los primeros estudios señalaban su toxicidad e influencia en enfermedades cardiovasculares, la industria decidió ocultar la información y antepuso intereses económicos a la salud pública. “El costo externo es la salud de tus hijos, tus padres y la tuya”, denunció el especialista Schmachtenberger.
La exposición a pesticidas y herbicidas, muchos de los cuales tienen origen en compuestos militares, representa otro factor clave. Mark Hyman puntualizó: “Inventamos químicos para destruir la naturaleza a gran escala y luego los aplicamos en la agricultura, rociando los alimentos que consumimos”. De esta manera se produce una carga tóxica crónica y silenciosa que afecta incluso a los recién nacidos.
Críticas a la narrativa del progreso y a la industria
Ambos expertos descreen del relato de que tecnología y economía trajeron necesariamente solo beneficios para la salud. El entrevistado sostuvo: “La historia dominante dice que antes la vida era corta y miserable, y que la tecnología nos salvó. Pero eso es propaganda”. Recordó que muchas culturas indígenas contaban con numerosos centenarios y carecían de enfermedades crónicas.
La industria alimentaria, química y farmacéutica fueron objeto de fuertes críticas. Para los expertos, la producción masiva de alimentos ultraprocesados, el uso de aditivos y la tendencia a tratar síntomas en vez de causas profundizaron la crisis. Según Hyman, “el sistema de salud se transformó en un sistema de ‘enfermedad’, enfocado en tratar síntomas sin abordar las causas profundas”.
Casos destacados y secuelas
El presentador del podcast, Mark Hyman, relató el caso de un niño con problemas de aprendizaje y trastornos de conducta tras vivir cerca de una planta de cemento. “Al analizar su orina tras un tratamiento de quelación, detectamos niveles elevados de plomo, arsénico y otros metales pesados”, compartió. La eliminación de los tóxicos y la personalización terapéutica provocaron una mejoría tangible.
Según el entrevistado, los efectos del plomo fueron ampliamente documentados: los niños menores de 5 años perdieron 7 puntos de coeficiente intelectual por exposición ambiental. A su vez, el contacto con pesticidas en hijos de trabajadores agrícolas en California implicó la pérdida de 41 millones de puntos de CI en la población analizada.
Sobre esta preocupación científica, Daniel Schmachtenberger agregó que “no se trata solo de función cognitiva; también hay un aumento de enfermedades cardíacas, cáncer y trastornos psiquiátricos”.
Limitaciones actuales y propuestas
Los especialistas remarcaron las limitaciones del sistema sanitario, con metodologías orientadas al diagnóstico tardío y el tratamiento sintomático. Hyman señaló la influencia de la industria al definir niveles de “seguridad” para los tóxicos: “El nivel normal de mercurio debería ser cero, pero se establecen límites que no afectan demasiado a la industria”.
Por su parte, Schmachtenberger subrayó que la medicina tradicional busca una causa y una solución única para enfermedades complejas. “El paradigma de una causa, una enfermedad, un fármaco, no se ajusta a la realidad de la biología humana”, afirmó.
Ante este escenario, ambos apuestan por la medicina funcional, centrada en la prevención y el abordaje personalizado y profundo de las causas subyacentes. Como referente de esta rama, Hyman aseguró: “Vi remisiones completas de diabetes tipo 2 y mejoras significativas en pacientes con Alzheimer mediante programas de desintoxicación, cambios en la dieta y el estilo de vida”.
Más allá del individuo
Aunque los investigadores valoraron la agencia individual, insistieron en la necesidad de cambios estructurales. “Podemos hacer mucho a nivel individual, pero necesitamos cambios sistémicos en la política, la industria y la educación para democratizar el acceso a soluciones”, concluyó Hyman.
La conversación en The Dr. Hyman Show profundizó que la epidemia de enfermedades crónicas es consecuencia de decisiones colectivas que pueden revertirse. Según los especialistas, la esperanza está en enfoques médicos integrales y en políticas públicas que prioricen la salud sobre los intereses económicos.