El potencial de los lácteos como aliados inesperados en la lucha contra las enfermedades crónicas cobra relevancia a partir de una nueva investigación publicada en el European Journal of Clinical Nutrition y reportada por EatingWell.
Este estudio vuelve a situar el tema en el centro del debate y ofrece datos que invitan a reconsiderar el papel de productos como el yogur y los lácteos fermentados en la prevención de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y varios tipos de cáncer.
Sus resultados son contundentes: quienes consumen yogur y lácteos fermentados de forma regular presentan una menor incidencia de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y diferentes tipos de cáncer. El estudio aporta datos impactantes para el debate sobre el papel de la alimentación en la prevención y destaca la importancia de elegir lácteos adecuados dentro de una dieta saludable.
Principales resultados: beneficios y advertencias
La investigación se basó en una revisión exhaustiva de estudios anteriores sobre la ingesta de lácteos y sus efectos en adultos. El equipo examinó 281 asociaciones entre el consumo de distintos tipos de lácteos y 29 resultados de salud, agrupados en cinco categorías: salud cardiovascular, cáncer, peso y composición corporal, mortalidad y otros problemas como diabetes tipo 2, salud ósea y articular, y función cerebral.
La revisión reveló que el consumo de lácteos suele asociarse con una menor probabilidad de padecer enfermedades cardíacas, ciertos cánceres (vejiga, mama y colorrectal), diabetes tipo 2 y obesidad. No obstante, cinco estudios señalaron la posibilidad de un mayor riesgo de cáncer de hígado, ovario o próstata vinculado al consumo de estos alimentos, lo que refleja la complejidad de su efecto sobre la salud.
El análisis por producto mostró que la leche tuvo 13 asociaciones positivas con la reducción de ciertos cánceres, aunque la mayoría de los trabajos no halló efectos claros. El queso presentó beneficios en 20 estudios, especialmente en el riesgo cardíaco y algunos cánceres, mientras que 25 investigaciones no detectaron impactos y solo dos lo vincularon con un mayor riesgo de cáncer de próstata.
El yogur sobresalió con efectos positivos en 25 estudios, relacionados con menor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cánceres de vejiga, mama y colorrectal, y ningún informe asoció su consumo con incrementos de riesgos.
Los lácteos fermentados, como el yogur y el kéfir, presentaron los beneficios más consistentes: 13 estudios apoyaron su relación con la mejora cardiovascular y menor incidencia de ciertos cánceres, y solo un caso reportó un posible efecto adverso.
En la comparación entre lácteos enteros y bajos en grasa, la mayoría de los 27 estudios revisados no identificó diferencias significativas en los riesgos para la salud. Ambos tipos de productos estuvieron asociados frecuentemente con una mejor salud cardíaca.
Apenas dos trabajos vincularon la leche entera con un mayor riesgo cardíaco; respecto al cáncer, la mayoría no reportó efectos negativos e incluso algunas investigaciones hallaron una reducción en el riesgo con el consumo de lácteos enteros.
A su vez, un análisis publicado en Frontiers in Nutrition examinó cómo los lácteos fermentados pueden influir en la prevención de enfermedades metabólicas y crónicas. Los investigadores identificaron que estos productos, gracias a su contenido en probióticos y compuestos bioactivos, pueden tener efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular, la regulación glucémica y la inflamación.
Por otro lado, un estudio reciente en la revista Cancers evaluó la relación entre el consumo de lácteos fermentados y el riesgo de distintos tipos de cáncer, en particular el colorrectal. Los resultados señalaron que el consumo regular de productos como el yogur y el kéfir se relaciona con una reducción del riesgo de cáncer colorrectal, apoyando la incorporación de estos alimentos a una dieta saludable.
Limitaciones y recomendaciones prácticas
Los autores del trabajo publicado en European Journal of Clinical Nutrition advierten que el análisis se basa en estudios observacionales, por lo que las conclusiones muestran asociaciones y no demuestran causalidad directa.
Factores como la dieta general, el estilo de vida o la genética de los participantes pueden modificar los resultados y no siempre fueron controlados en los estudios analizados.
La publicación recomienda incluir lácteos en la alimentación diaria de forma equilibrada. Entre las sugerencias prácticas figuran sustituir una merienda por un yogur, añadir leche al café o cereal, o incorporar queso en ensaladas y pastas.
Combinar lácteos con frutas, verduras y cereales integrales potencia sus beneficios, mientras que asociarlos con alimentos ultraprocesados o ricos en azúcares podría limitar los efectos positivos. En ese sentido, desde EatingWell destacan que los lácteos fermentados y el yogur suelen vincularse con una reducción en el riesgo de enfermedades crónicas y priorizar lácteos nutritivos y combinarlos con otros alimentos saludables puede aportar mejoras notables al bienestar general.