
En el vertiginoso contexto del siglo XXI, donde las sociedades son cada vez más longevas surge con fuerza la necesidad de tomar decisiones urgentes de salud pública global.
El diagnóstico de época es claro: el modelo actual, basado en reaccionar ante las enfermedades, es insostenible. “Invertir en prevención es más barato y efectivo que tratar las enfermedades ya avanzadas”, explicó a Infobae Deus Bazira, experto en salud pública global de la Universidad de Georgetown, en Washington, Estados Unidos.
¿Cómo encarar entonces una longevidad saludable ante poblaciones cada vez más añosas? Para todo hay que comenzar ya.
La descentralización de la atención médica, el uso de la tecnología para detectar riesgos antes de que se conviertan en enfermedades y la integración de la salud ambiental en la planificación médica son algunos de los cambios que ya están en marcha.

Infobae dialogó con José Ricardo Jáuregui, médico especialista en geriatría y presidente de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría, quien repasó no sólo los últimos debates alrededor de la longevidad, sino también las tendencias globales que él mismo vivenció luego de participar de los dos congresos de gerontología más importantes del mundo realizado en septiembre pasado; uno en la ciudad de Reikiavik, Islandia y otro, en Lisboa, Portugal, de los que acaba de regresar.
La longevidad, dijo Jáuregui, no depende solo de la genética, sino de cuatro pilares fundamentales: salud, educación continua, integración social y seguridad económica.
Los temas centrales en el debate sobre longevidad

Jáuregui consideró que se deben ponder tres «mojones» alrededor de la longevidad:
—Mojón 1, la soledad: Se ha identificado como un factor que incide negativamente en la recuperación y la calidad de vida de los adultos mayores. La ciencia y los expertos en geriatría han diseñado estrategias para combatir el aislamiento social, y así demostraron la eficacia para prevenir y mejorar diversas patologías en este grupo etario.
Jáuregui aseguró a Infobae que este es uno de los conceptos más potentes que aportaron los congresos de la especialidad: “La soledad es el peor enemigo del envejecimiento saludable”, afirmó.
“Se le está dando cada vez más importancia al tema de la soledad y a cómo generar estrategias para evitarla, porque se ha visto que innumerables patologías socio-sanitarias, por decirlo de alguna manera, de este grupo etario, pueden ser mejoradas o evitadas con buenas prácticas de sociabilización».
—Mojón 2, la tecnología: Se ha convertido en una aliada, con el desarrollo de herramientas que van desde software capaces de detectar signos de depresión y alertar a familiares o servicios de salud; hasta “robots de compañía” que contribuyen a la inclusión y el bienestar emocional.

Dijo Jáuregui a Infobae: “Hoy la tecnología, como impacta en todas las áreas, está llegando a generar productos de ayuda, de soporte y apoyo para personas, no es necesario que sean ancianos, con ciertas dificultades, y/o discapacidades, para que puedan tener una mejor calidad de vida, porque en definitiva esa sensación de bienestar a pesar de tener algún problema, es fundamental».
—Mojón 3, la ortogeriatría: Una respuesta innovadora y eficaz ante el desafío creciente que representan las fracturas en adultos mayores, especialmente las de cadera, en un contexto global de envejecimiento poblacional.
Esta disciplina, que integra la experiencia de geriatras, traumatólogos y otros especialistas, ha transformado el abordaje tradicional de estas lesiones, priorizando la recuperación funcional, la reducción de secuelas y la mejora de la calidad de vida de quienes las padecen.
“La palabra ortogeriatría viene de ortopedia y geriatría”, comentó Jáuregui. “Es una subespecialidad que se ha desarrollado en los últimos años en el mundo y está en crecimiento, porque se ha visto en programas que involucran a los ortopedistas, a los geriatras y a más profesionales del equipo, con protocolos muy adecuados, y a los pacientes les va mucho mejor».

El médico gerontólogo puntualizó que la trascendencia de la orotogeriatría se vincula con “un montón de cuestiones que están alrededor, no solamente por el tema funcional y de la fractura, sino también la prevención, por ejemplo, de trombosis y el estado nutricional para que el músculo se pueda recuperarse más fácil“.
En los equipos, agregó Jáuregui, también se involucran, por ejemplo, los endocrinólogos, “para el cuidado del hueso y evitar algo que también está empezando a ser tendencia en todo el mundo, que es la segunda fractura”. Jáuregui explicó que se están viendo personas que “se fracturan una vez y tienen mucho más riesgo en el primer año posterior a volverse a fracturar”.
“El cuidado de esos huesos frágiles es fundamental, obviamente también del músculo y de la nutrición, y esto, va mucho más allá del tiempo del alto quirúrgico en sí mismo, que por supuesto es la parte más importante, que esté bien hecho”, subrayó.

Para ilustrar ese abordaje multidisciplinario que están planteando los especialistas en todo el mundo, Jáuregui contó a Infobae que uno de los congresos al que asistió recientemente fue organizado por “una red internacional que se llama ‘Fragilidad y Fracturas’, y que fue creada por un ortopedista inglés.
Realmente los servicios de ortopedia que entienden esto y tienen la posibilidad de poder contar con un equipo donde hay un gerontólogo, tienen mejores resultados. Incluso hay países como Australia, Canadá y varios europeos, por ejemplo, que ya tienen normas del Estado para este tipo de protocolos de tratamiento».
Fundamentos y modelos de atención ortogeriátrica
La consolidación de la ortogeriatría como tendencia mundial se remonta al 6º Congreso de la Red de Fracturas por Fragilidad (FFN) de 2016, que impulsó la elaboración de un Llamado Global a la Acción publicado en 2018. Este documento, respaldado por 81 asociaciones profesionales internacionales y nacionales, estableció cuatro pilares fundamentales:
- El cuidado multidisciplinario de la fractura aguda
 - La rehabilitación inmediata y prolongada para recuperar la independencia
 - La prevención secundaria de nuevas fracturas
 - La formación de alianzas para promover cambios en las políticas de salud
 

En la práctica, la ortogeriatría se implementa a través de dos modelos principales de atención. El primero, conocido como servicio de enlace o coordinación, consiste en que el paciente ingresa al área de ortopedia y, en las primeras 72 horas, recibe la evaluación de un geriatra, quien realiza un seguimiento diario considerando tanto las condiciones médicas previas como los riesgos de caída y la salud ósea.
El segundo modelo, las unidades de fractura de cadera, permite que los pacientes ingresen directamente a una guardia especializada, donde el cuidado es compartido entre ortopedistas y geriatras.
En ambos casos, la colaboración entre especialidades se mantiene durante toda la internación. Estos modelos han demostrado resultados superiores en comparación con los enfoques tradicionales. Se ha observado una reducción en la mortalidad, menor tiempo de hospitalización, mejor recuperación funcional, disminución de la sarcopenia, nutrición más adecuada y una mejor calidad de vida, incluso en personas mayores de 80 años.
“En las cirugías ya programadas de reemplazo de cadera por artrosis, hay una etapa protocolizada de preparación previa a la intervención”, afirmó el Dr. Jáuregui. “Esto permite una recuperación más rápida y una disminución notable en el tiempo de rehabilitación y de internación por complicaciones, según lo reportado en nuestro ámbito académico a nivel mundial”.

Además, la aplicación de protocolos específicos ha permitido que las complicaciones postoperatorias y los tiempos de rehabilitación disminuyan de manera significativa.
Prevención de caídas y factores de riesgo
La prevención de caídas ocupa un lugar central en la ortogeriatría. Si bien la fragilidad ósea aumenta la probabilidad de fractura, el riesgo de caída depende en gran medida del estado de los músculos, como la pérdida de masa muscular (sarcopenia) y el tipo de calzado utilizado.
El doctor Jáuregui aseguró que este último es un aspecto sobre el que los gerontólogos aconsejan a sus pacientes. “El calzado tiene que agarrar bien el pie, con suela de goma, que no chancletee, que contenga el talón y que tenga un taco que permita estabilidad más allá de la altura del taco».

“Con un taco aguja —puntualizó— es mucho más difícil mantener el equilibrio, porque es en punta, en comparación con uno más ancho. Entonces, puede ser un taco un poquito alto si uno tiene que ir a una fiesta, etc., para que favorezca la estabilidad corporal“, explicó.
“Y obviamente —recomendó el experto— si el pie tiene algún problema, que la persona se haga ver, porque hoy en día hay muchos avances para mejorar muchas patologías del pie también, que si no se tratan, terminan contribuyendo a la inestabilidad y la futura caída eventual».