Durante el invierno, cuando la exposición solar disminuye, mantener niveles adecuados de vitamina D es fundamental. Un nuevo estudio británico explora el rol del ejercicio físico como herramienta clave para lograr este objetivo.
La vitamina D es esencial porque facilita la absorción de calcio, fundamental para la salud ósea, y contribuye al funcionamiento de los músculos, los nervios y el sistema inmunitario. Su deficiencia puede causar enfermedades como osteoporosis y raquitismo. También es necesaria para el movimiento muscular, la transmisión de señales nerviosas y la defensa contra infecciones, según MedlinePlus, el sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
El estudio en cuestión contó con la participación de 51 individuos sedentarios con sobrepeso u obesidad. Se dividió a los participantes en dos grupos: uno que realizaría ejercicio cardiovascular en interiores (como caminatas en cinta y bicicleta fija) cuatro veces por semana, y otro que mantendría sus estilos de vida habituales. Todos los participantes evitaron la exposición a suplementos de vitamina D y ajustaron su ingesta calórica para mantener su masa corporal, lo que permitió una evaluación precisa del impacto del ejercicio en sus niveles de vitamina D.
Los resultados divulgados en la revista Advanced Science fueron significativos: quienes participaron en las sesiones de ejercicio experimentaron una menor reducción en sus niveles generales de vitamina D durante el invierno, con una caída alrededor del 15%, en comparación con una reducción del 25% observada en el grupo de control. Esta mejora en los niveles de vitamina D no estaba acompañada de pérdida de peso, lo que subraya la importancia del ejercicio como estrategia para mantener la vitamina D durante meses de baja exposición solar.
La investigación concluyó: “El ejercicio regular mantiene por completo las concentraciones séricas del metabolito activo de la vitamina D -1,25(OH)2D3- durante el invierno y puede mejorar la disminución del estado de 25(OH)D en hombres y mujeres con sobrepeso, incluso sin pérdida de peso”. El autor principal del estudio, Oly Perkin, enfatizó el significado de estos hallazgos al afirmar: “Este es el primer estudio que demuestra que el ejercicio por sí solo puede proteger contra la disminución invernal de la vitamina D”.
Además, el profesor Dylan Thompson señaló un “doble beneficio del ejercicio sobre los valores de vitamina D” al destacar que cada sesión de ejercicio no solo incrementa temporalmente las concentraciones de metabolitos de vitamina D, sino que también ayuda a mantener los niveles basales en reposo durante el invierno.
El papel crítico del ejercicio físico en la regulación de la vitamina D durante los meses más oscuros del año proporciona un enfoque práctico y accesible para quienes buscan mantener sus niveles de esta importante vitamina sin recurrir a la suplementación, especialmente en individuos con sobrepeso u obesidad, para quienes los suplementos pueden ser menos efectivos.
Rol de la vitamina D y el desafío de mantener sus niveles
La importancia de la vitamina D en el organismo humano es un tema ampliamente planteado en el ámbito de la salud, dado que esta vitamina juega un rol esencial en la salud ósea al facilitar la absorción de calcio, un mineral fundamental para mantener los huesos fuertes. Además, la vitamina D es crucial para el sistema inmunológico, pues ayuda a combatir patógenos como bacterias y virus; y participa en el correcto funcionamiento muscular y en la transmisión de señales en el sistema nervioso.
Mantener niveles adecuados de vitamina D es un desafío, particularmente durante las estaciones del año con menor luz solar, como el invierno. Según los investigadores, “la síntesis cutánea de vitamina D es insuficiente en latitudes septentrionales”, lo que provoca que muchas personas enfrenten deficiencias. Además, la vitamina D se almacena en el tejido adiposo, lo que puede limitar su disponibilidad en el organismo, especialmente en personas con sobrepeso u obesidad.
Las complejidades en la síntesis y regulación de la vitamina D son variadas. Factores como la edad, el color de piel y la localización geográfica afectan la capacidad del cuerpo para producir esta vitamina a partir de la exposición solar, según los expertos.
El déficit de vitamina D, según MedlinePlus, puede deberse a varios factores: una ingesta dietética insuficiente, problemas de absorción intestinal, escasa exposición al sol, alteraciones en el hígado o los riñones que impiden su activación, o el uso de medicamentos que interfieren en el metabolismo.
La evidencia clínica indica que, para grupos en riesgo, como personas mayores o aquellos con enfermedades que afectan la absorción de nutrientes, se debe evaluar y suplementar la vitamina D cuando sea necesario. Para la población general, se aconseja cumplir con las dosis dietarias recomendadas y mantener una exposición solar adecuada.
Cuáles son las mejores fuentes de vitamina D y cuándo conviene suplementar
La obtención adecuada de vitamina D es crucial para la salud, y esta puede provenir de diversas fuentes, ya sean alimenticias o mediante la síntesis provocada por la exposición al sol.
Algunos alimentos contienen vitamina D de forma natural, como los pescados grasos (salmón, atún, caballa), el hígado de res, el queso, los hongos y la yema de huevo. También puede encontrarse en productos fortificados, como la leche, cereales, jugo de naranja, yogur y bebidas de soja. Además, está presente en multivitamínicos y suplementos específicos, disponibles en forma de comprimidos o gotas. En casos de deficiencia, el tratamiento se realiza con suplementos, bajo indicación médica.