
La menopausia representa un periodo de transformación corporal en mujeres que se verifica en todo el mundo y, aunque la mayoría sufre estos cambios durante los últimos años de los 40 o los primeros de los 50, cada caso es único.
El proceso no se da de manera abrupta, sino que el organismo disminuye de forma progresiva la producción de las hormonas sexuales femeninas, principalmente estrógenos y progesterona. Las manifestaciones afectan la salud física, el estado anímico y, tal como muestra un reciente análisis, generan modificaciones relevantes en el cerebro y el rendimiento cognitivo.
De acuerdo con una revisión reciente presentada por The Menopause Society, los cambios hormonales que caracterizan la menopausia también inciden en funciones cerebrales que van más allá del ciclo reproductivo. Este estudio aporta información sobre cómo disminuye el volumen de la materia gris en áreas clave del cerebro, como la corteza frontal, la corteza temporal y el hipocampo, todas fundamentales para la memoria y la toma de decisiones.

De acuerdo con la investigación dirigida por A. Rodríguez y A. Pereira, del laboratorio BRAVE de la Universidad de Ciencias de la Salud de Ponce (Puerto Rico), es posible medir las alteraciones en el cerebro que suceden durante la menopausia. El equipo recopiló resultados y evidencias recientes que observaron, por medio de resonancias magnéticas, una reducción del volumen cerebral que se vincula a síntomas como olvidos frecuentes, dificultad para concentrarse y una sensación persistente de lentitud mental.
Además, la literatura científica advierte que estas alteraciones cerebrales no se limitan únicamente a una reducción del volumen. El mismo estudio señala que las imágenes revelan lesiones en la materia blanca —conocidas como hiperintensidades—, las cuales podrían originarse en cambios del flujo sanguíneo cerebral.
Según la evidencia disponible, estas lesiones se asocian con un mayor riesgo de presentar síntomas neurológicos, como deterioro cognitivo, problemas de equilibrio, fluctuaciones en el estado de ánimo y una mayor probabilidad de desarrollar demencia o sufrir accidentes cerebrovasculares.

El análisis de la literatura científica confirmó la aparición temprana de síntomas en mujeres que experimentan la menopausia antes de los 45 años. De acuerdo con las autoras, la presencia de lesiones cerebrales resulta más marcada en este grupo, lo que indica una vulnerabilidad superior frente a problemas cognitivos y de salud neuronal.
Sin embargo, los propios registros ofrecen señales alentadoras. Según la revisión, existe evidencia de que el volumen de la materia gris puede recuperarse tras la menopausia. Este posible restablecimiento refleja la capacidad plástica del cerebro, proceso que también se observa en otros momentos trascendentes de la vida femenina, como el embarazo.

En la etapa de transición conocida como perimenopausia, aparecen cambios específicos en los receptores de las hormonas sexuales. El estudio señala que durante esta etapa hay un aumento de receptores de estrógenos en el cerebro, un fenómeno que puede representar un intento de remitirse a la disminución progresiva de los niveles hormonales. Este fenómeno se asocia con una caída en el rendimiento de la memoria.
Asimismo, las científicas destacan que no solo se modifican los niveles hormonales, sino el modo en que el cerebro los gestiona.
Además, la menopausia afecta diversos aspectos de la salud física. Según la revisión científica, las mujeres experimentan síntomas como sofocos, sudoración nocturna, sequedad vaginal, trastornos del sueño, pérdida del deseo sexual, dolores de cabeza o articulares, cambios en el peso corporal y alteraciones del humor. Muchos de estos síntomas se vinculan directa o indirectamente a las modificaciones cerebrales descritas.
Hasta ahora, la mayor parte de los estudios se enfocaron en manifestaciones físicas, mientras que los efectos sobre el cerebro y la cognición han recibido limitado interés científico. Sin embargo, el trabajo presentado por The Menopause Society resalta la urgencia de atender estos aspectos por su impacto en el bienestar integral de las mujeres.
Según las autoras, los hallazgos brindan bases biológicas y objetivas para dar legitimidad a los síntomas cognitivos y emocionales referidos por pacientes.

El acceso a información basada en evidencia permite que los profesionales de la salud reconozcan la variedad de cambios asociados con la menopausia y acompañen a las mujeres de manera integral. El reconocimiento médico de estos síntomas contribuye a mejorar la atención y la comprensión del paciente, lo que, a su vez, ayuda a mejorar la calidad de vida.
Por último, la divulgación de estos conocimientos sirve no solo a médicos y profesionales, sino también a las propias mujeres. Comprender que estos síntomas son parte de una transición natural puede reducir el estigma y facilitar conductas preventivas y de autocuidado físico y mental.
En ese sentido, brindar datos concretos ayuda a validar experiencias personales y a promover el acceso a tratamientos o acompañamiento profesional cuando resulte necesario.
Estos resultados resultan importantes en el contexto actual, ya que la mujer que atraviesa la menopausia enfrenta desafíos reales y específicos en su salud cerebral. El avance en la investigación ayuda a reconocer, comprender y tratar cada una de estas dimensiones de forma adecuada.