Participar de una expedición científica y conectar con generaciones enteras es un sueño de muchísimos investigadores. Para Nadia “Coralina” Cerino, esa mezcla de sorpresa y entusiasmo se convirtió en realidad durante la travesía realizada por el buque del Schmidt Ocean Institute junto a científicos del CONICET en el Cañón de Mar del Plata.
Al reflexionar sobre lo vivido, Cerino, del Grupo de Estudios del Mar Profundo Argentino (GEMPA), explicó: “La verdad que fue mucho más de lo que esperábamos. Ahora la gente que no conocía el mar, ya lo tiene en su corazón como nosotros”, dijo en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.
El contexto: una expedición internacional que llevó a científicos argentinos a mostrar —por primera vez y en tiempo real— la biodiversidad del océano en uno de sus entornos más misteriosos. Cerino, acostumbrada a la rigurosidad del laboratorio y a la docencia, se vio empujada al protagonismo de la transmisión en vivo casi por azar, en jornadas atravesadas por la sorpresa constante y el desafío de convertir “un fondo de pantalla marino” en un espectáculo didáctico y cercano.
Con una formación que la distingue —licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad CAECE, estudiante de maestría en Biología Marina y parte del Laboratorio Químico del Departamento Científico Forense (CIPE) de la Prefectura Naval Argentina—, Cerino se hizo conocida no sólo por su expertise en corales sino por la calidez para transmitir su pasión.
“No esperábamos que esto sucediera. Queríamos mostrar lo que veíamos desde el barco para que no fuese aburrido. Al principio éramos pocos y la noche era larga. Había momentos en que solo veías arena, pero igual uno se enganchaba y el tiempo volaba. Me divertía leyendo los comentarios”, relató, evocando las largas horas de guardia en las que tuvo que sortear el cansancio con entusiasmo e improvisación.
Transmitir las exploraciones a escuelas de todo el país y al público general se transformó en un fenómeno viral inédito: “Así como en Argentina, no había pasado nunca. Fue una sorpresa para todos”, admitió. La espontaneidad fue clave: “Ni siquiera estaba elegida para hablar… Nos empujábamos uno al otro. Yo, que hablo mucho porque soy docente, me divertía muchísimo”. La conexión se dio mientras, turno a turno durante doce horas, los especialistas narraban en vivo los hallazgos: “La sorpresa se colaba en cada transmisión. Para mí, el ‘guau’ era genuino, porque íbamos descubriendo junto con la gente”.
En uno de los momentos más recordados, Cerino describió la aparición de un impresionante pepino de mar de casi un metro, con un cuerno: “Todos quedamos así. Dijimos: ‘No, qué locura’. Parecía irreal, hubo quien dijo ‘eso es inteligencia artificial’”. Otros relatos quedaron marcados por la monotonía del fondo marino (“Remar el campo de remolachas fue difícil”) o por la emoción de los jardines de corales y los cambios súbitos de sustrato. El mecanismo era simple pero efectivo: cuando aparecía un animal, hablaba el especialista en ese grupo, generando así una coralidad de voces y conocimiento.
El entusiasmo por el mar viene desde su infancia, aunque no nació en una ciudad costera. “Siempre amé el mar, no sé por qué. De chica quería ser abogada, pero me enamoró completamente el océano. Cuando cursé Invertebrados me rompió la cabeza: animales simples, muchos sin ojos, pero adaptados y prehistóricos. Me tiré para esa rama”.
“El impacto fue impresionante. Queremos que sigan amando la ciencia y el mar. El vínculo que se generó nos llenó el alma”, confesó emocionada. De allí la fuerza irremplazable de la “voz del océano”: en sus palabras, “Sigan amando la ciencia, sigan amando el mar. Yo también aprendí y me emocioné como todos”.
La viralización tuvo impacto internacional, y el equipo se prepara para nuevas campañas: “Ahora los del Schmidt Ocean Institute están en Uruguay y vendrán a la Patagonia y Brasil. Los proyectos ya estaban en agenda, pero claramente la visibilidad ayudará muchísimo de acá a 2026”. Este crecimiento no sólo trae mayor audiencia, sino también desafíos.
Cerino y sus colegas intentaron mantenerse ajenos a la politización que surgió en las redes: “Nos pesó mucho, queríamos que esto pasara por la ciencia, que se valorara el trabajo del CONICET, que está muy golpeado. No queremos entrar en discusiones ajenas”.
También relató con humor cómo la expedición se convertía en una cadena de contagio de entusiasmo: “Cuando me empezaba a agarrar el sueño, agarraba el micrófono, empezaba a hablar, y el tiempo se me pasaba volando”. Su trayectoria la llevó de querer estudiar rayas —“la veo magnífica, la forma de nadar”— a especializarse en corales y a narrar, con sensibilidad y precisión, los hallazgos de cada nueva exploración.
La experiencia del streaming del mar posicionó a la ciencia argentina en el centro de un fenómeno social inesperado. La figura de Cerino como “Nadia Coralina” —bautizada así por el público y sus compañeros de expedición— simboliza la potencia de la divulgación moderna: pasión, sorpresa, cercanía y profesionalismo, todo al mismo tiempo. El futuro, según la bióloga, es sostenido por el trabajo colectivo: “Hace 15 años, cuando nació el GEMPA, hacíamos lo mismo que ahora, pero sin esta tecnología. Recogíamos, clasificábamos y estudiábamos organismos con menos recursos, pero con el mismo amor”.
El hallazgo de la estrella culona
Uno de los fenómenos más insólitos y entrañables de la expedición fue el inesperado protagonismo de la llamada “estrella culona”, una criatura marina cuyo apodo surgió en plena transmisión y terminó convertida en meme nacional.
Cerino recordó ese episodio con humor y sorpresa: “Me acuerdo que estaba tomando mate mientras sacaban un coral violeta. De repente, le decía a Nahuel: ‘Esa estrella tiene cola’, y empecé a sacarle fotos a la pantalla porque pensaba que nadie se iba a dar cuenta. ¡Qué ingenua! Se hizo famosa la estrellita, fue el primer personaje”. El guiño coloquial, sumado a la imagen capturada en directo, bautizó a la estrella y disparó una ola de repercusiones en las redes sociales: memes, mensajes, y hasta espectadores que, de tanto entusiasmo, relataban que ponían el streaming de fondo en boliches y eventos, como si se tratara de un matrimonio entre ciencia y cultura pop.
El impacto no fue sólo digital: la convocatoria del streaming alcanzó un pico asombroso de 92.000 espectadores en vivo, una cifra inédita para una expedición científica argentina. “La verdad que es un montón —reconoció Cerino—, no sé cuándo fue el quiebre. Hubo un día que mi celular estaba colapsado de mensajes y memes con todas estas cosas que yo decía en el streaming y con la estrellita culona. Nunca en mi vida viví algo igual”, relató.
El crecimiento fue exponencial desde los primeros días. “Arrancamos con 100 personas, fuimos pidiéndoles a nuestros amigos, familiares y vecinos que se conectaran para hacer aguante”, explica Cerino.
El buque les propuso el desafío de superar un récord previo de 800 espectadores; desde ese momento, el espíritu competitivo los impulsó a multiplicar esfuerzos y la audiencia subió en cuestión de días de cien a dos mil setecientos, luego a tres mil setecientos y muy pronto a decenas de miles.
La entrevista completa a Nadia “Coralina” Cerino
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• De 9 a 12: Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet .
• De 18 a 21: Jesica Bossi, Diego Iglesias, María Eugenia Duffard y Federico Mayol .
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