El dolor músculo esquelético de espalda no solo representa una de las dolencias físicas más extendidas en la población adulta, sino que también acarrea consecuencias emocionales y funcionales que afectan directamente la calidad de vida.
La limitación de movimientos cotidianos, la fatiga persistente y el impacto anímico asociado a la incapacidad física conforman un cuadro que, en muchos casos, puede prevenirse mediante hábitos sostenibles y un enfoque integral de la salud, según publicó Sportlife.
Para abordar esta problemática desde la prevención, el fisioterapeuta y experto en terapia de calor Pablo de la Serna recalca la necesidad de adquirir rutinas saludables de forma constante. “Lo realmente importante es incorporar hábitos saludables a nuestro día a día. Los buenos propósitos no son muy efectivos si no hay constancia”, subraya.
La noción extendida de que bastan 21 días para consolidar un hábito carece de sustento científico. Una investigación realizada por el University College London, con la participación de 96 voluntarios, demostró que el periodo necesario para automatizar un nuevo comportamiento saludable varía ampliamente entre individuos: ronda entre 18 y 254 días, con una media situada en los 66 días, según mencionó Sportlife.
De acuerdo a de la Serna, un plazo razonable para la mayoría de las personas es de tres meses, siempre que los objetivos planteados sean realistas y adaptados a las posibilidades de cada quien.
Alimentación, descanso y gestión emocional
El primer paso, según el especialista, consiste en recuperar los pilares básicos: una alimentación equilibrada, la regulación del descanso y el control del estrés diario.
Comer más frutas y verduras, reducir las grasas saturadas y establecer una rutina de sueño que garantice al menos ocho horas por noche son acciones que impactan favorablemente tanto en el estado físico como en el bienestar general.
“Uno de los mayores retos en nuestra sociedad hiperacelerada es mantener el estrés lejos”, advierte de la Serna en Sportlife. La acumulación de tareas y la falta de planificación suelen detonar ansiedad y frustración, lo cual repercute directamente en la salud musculoesquelética.
Aprender a decir “no” frente a demandas excesivas y delegar tareas cuando sea necesario forman parte del proceso de autocuidado. El experto recomienda establecer límites claros, siempre que no se trate de obligaciones personales o laborales ineludibles.
Tan esenciales como el descanso y la buena alimentación, los espacios de ocio y el ejercicio regular representan aliados fundamentales para la prevención del dolor de espalda. Actividades como caminar, leer, compartir tiempo con personas queridas o simplemente ir al cine ayudan a liberar endorfinas, sustancias que no solo alivian el dolor, sino que también mejoran el estado de ánimo.
La clave radica en que estas prácticas sean placenteras y sostenibles; incluirlas como parte de la rutina cotidiana permite transformar la prevención en un estilo de vida.
Ejercicios simples para realizar a diario
Como parte del enfoque preventivo, de la Serna propone una serie de ejercicios accesibles que no requieren equipamiento y pueden realizarse en casa:
- Rotación de pelvis: en posición supina, con rodillas flexionadas, se contraen abdominales y glúteos mientras se presiona la zona lumbar contra la colchoneta. Se eleva ligeramente la pelvis y se repite tres veces.
- Estiramiento posterior del muslo y tendón de Aquiles: con una pierna estirada apoyada contra la pared y la otra flexionada, se proyecta el tronco hacia adelante para sentir la tensión en la musculatura posterior. Mantener 20 segundos y repetir tres veces por pierna.
- Postura fetal controlada: en posición, sentado, se acercan las rodillas al pecho sin forzar la cabeza hacia adelante. El estiramiento debe ser suave y controlado.
- Flexiones de rodillas contra la pared: en posición erguida y con la espalda apoyada, se flexionan y extienden las rodillas sintiendo el contacto de la zona lumbar con la superficie.
- Movilidad cervical: con movimientos lentos, se flexiona el cuello hacia el pecho y luego hacia atrás, manteniendo 10 segundos en cada dirección. Repetir dos o tres veces.
¿Y si el dolor ya apareció?
Cuando, pese a la prevención, surgen molestias o contracturas en cuello, hombros o espalda, los parches de calor representan una alternativa eficaz y sin fármacos.
Compuestos por una mezcla de hierro, sal, carbón y agua, estos dispositivos generan calor al contacto con el aire, permitiendo una acción localizada durante hasta ocho horas y un efecto prolongado de hasta 16 horas, según explica de la Serna.
Adaptables a distintas zonas del cuerpo, su uso se presenta como una herramienta complementaria para aliviar tensiones musculares sin necesidad de medicación.
El abordaje preventivo del dolor de espalda exige más que soluciones rápidas: requiere la construcción progresiva de un estilo de vida saludable, guiado por la constancia, la planificación y el autocuidado. Incorporar hábitos simples pero efectivos puede significar la diferencia entre una rutina limitada por el dolor y una vida activa y plena.