La disnea o dificultad para respirar puede indicar enfermedades cardíacas, pulmonares o problemas de salud mental, según Mayo Clinic (Freepik)

La sensación de dificultad para respirar, llamada médicamente disnea, puede afectar a personas de todas las edades y suele indicar problemas de salud que requieren atención. Aunque en ocasiones se asocia la falta de aire con el envejecimiento, Mayo Clinic advierte que no debe considerarse una consecuencia natural de la edad, sino un signo de posibles afecciones subyacentes, algunas de ellas graves.

La disnea representa un síntoma que refleja alteraciones en el funcionamiento del corazón, los pulmones o ambos órganos, cuya función es transportar oxígeno y eliminar dióxido de carbono. Cuando uno de estos sistemas falla, disminuyen los niveles de oxígeno en sangre y la persona percibe la necesidad de esforzarse más para respirar.

Según Mayo Clinic, la dificultad para respirar puede presentarse de manera transitoria durante el ejercicio intenso, en ambientes con temperaturas extremas, a gran altitud o debido a congestión nasal. No obstante, si la falta de aire persiste durante semanas o se repite con frecuencia, podría señalar la presencia de una afección médica.

Mayo Clinic identifica el ejercicio intenso como una causa frecuente de dificultad para respirar en personas sanas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Causas habituales y factores asociados

Entre las causas más frecuentes, Mayo Clinic identifica las enfermedades cardíacas, como la angina de pecho, la insuficiencia cardíaca y la fibrilación auricular. Las principales responsables en el ámbito pulmonar incluyen la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la bronquitis, el asma, la neumonía y la embolia pulmonar, en la cual coágulos sanguíneos bloquean el flujo y el intercambio de oxígeno en los pulmones.

Enfermedades como EPOC, asma, neumonía, insuficiencia cardíaca y embolia pulmonar figuran entre las principales causas de disnea (Imagen Ilustrativa Infobae)

La anemia, debido a la reducción del número de glóbulos rojos responsables del transporte de oxígeno, puede causar disnea. También pueden contribuir los problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión y los ataques de pánico, además de la obesidad y la falta de condición física.

En muchas personas, la dificultad para respirar resulta de la combinación de varios factores. Por ejemplo, la disnea puede limitar la capacidad para hacer ejercicio, lo que disminuye la actividad física, debilita el cuerpo y aumenta la demanda de oxígeno en las actividades cotidianas.

Consecuencias en la vida diaria y señales de alarma

El impacto de la disnea puede ser considerable. Mayo Clinic señala que la falta de aire severa complica actividades tan básicas como vestirse, mantener el hogar o salir a la calle, e incluso puede interrumpir el descanso nocturno. Estas limitaciones afectan la autonomía y la calidad de vida, ya que tareas rutinarias se trasforman en desafíos.

Ante la presencia de dificultad para respirar, conviene observar la intensidad y las circunstancias en las que aparece. Si la disnea se manifiesta en reposo o empeora de forma notable —por ejemplo, al cargar las compras o caminar hasta el buzón—, es esencial consultar al equipo médico.

Buscar atención médica inmediata es clave si la dificultad para respirar aparece de forma súbita o se acompaña de dolor en el pecho (Crédito: Freepik)

Mayo Clinic subraya la urgencia de buscar atención médica inmediata si la dificultad para respirar surge de manera súbita y se acompaña de síntomas como náuseas o dolor en el pecho, ya que esto puede ser señal de una emergencia potencialmente mortal.

Para determinar la causa de la disnea, el personal sanitario emplea diversas pruebas diagnósticas. Entre ellas e destacan los estudios de imagen, como radiografías o tomografías computarizadas, que permiten examinar los pulmones.

Los análisis de sangre aportan información sobre posibles anemias u otras enfermedades. Además, existen pruebas específicas para valorar la función pulmonar, como la espirometría, que mide la cantidad de aire que se puede inhalar y exhalar y resulta útil para diagnosticar asma y EPOC.

Las pruebas diagnósticas para la disnea incluyen radiografías, tomografías, análisis de sangre y estudios de función pulmonar como la espirometría (Freepik)

Otra prueba, la cardiopulmonar, examina la cantidad de oxígeno que se inhala y el dióxido de carbono que se exhala durante el ejercicio en una cinta de correr o una bicicleta estática.

La información de Mayo Clinic resalta que la dificultad para respirar puede modificar profundamente la rutina diaria, repercutiendo desde las tareas más simples hasta el descanso nocturno. Identificar la causa y buscar atención médica adecuada resulta esencial para conservar la salud y la autonomía.