«Un niño pequeño puede necesitar probar un alimento nuevo más de diez veces antes de decidir si le gusta.» Esta afirmación de UNICEF resume una de las mayores preocupaciones de padres y madres en todo el mundo: la alimentación de los niños caprichosos con la comida.
La escena es familiar en muchos hogares, donde la hora de la comida se convierte en un campo de batalla entre la insistencia adulta y la negativa infantil. Sin embargo, expertos y organismos internacionales coinciden en que este comportamiento es normal y, en la mayoría de los casos, temporal.
La normalidad del comportamiento selectivo en la infancia
La preocupación por la alimentación infantil suele intensificarse cuando los niños rechazan alimentos que antes aceptaban o muestran una preferencia marcada por solo unos pocos platos.
UNICEF señala que los gustos y preferencias de los niños pequeños cambian de un día para otro, lo que puede resultar desconcertante para los adultos.
Esta variabilidad es parte del desarrollo normal y, según la Dra. Dahlsgaard, psicóloga del Children’s Hospital of Philadelphia, la selectividad alimentaria suele aparecer entre los dos y los cinco años. “Creemos que comienza en parte como un impulso protector incorporado en el niño”, explicó la especialista a Children´s Hospitals of Philadelphia.
Cuando los pequeños adquieren movilidad y pueden explorar su entorno, la naturaleza les dota de una cautela instintiva ante lo desconocido, incluidos los alimentos nuevos.
Dahlsgaard enfatizó que “la mayoría de los casos de selectividad alimentaria no pueden explicarse por una mala crianza».
De hecho, muchos niños caprichosos tienen hermanos que comen sin problemas. Esta perspectiva ayuda a aliviar la culpa que a menudo sienten los padres y madres, recordando que la rigidez ante los nuevos alimentos puede estar relacionada con la propia biología del niño.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, subraya en su página web, que rechazar alimentos o preferir que no se mezclen en el plato son conductas habituales que suelen desaparecer hacia los cinco años. Por tanto, la paciencia y la comprensión resultan fundamentales durante esta etapa.
Estrategias para introducir nuevos alimentos: repetición, variedad y paciencia
Los CDC aconsejan ofrecer los alimentos de diferentes maneras y no desistir si la primera reacción es negativa. Servir un alimento nuevo junto a otro que el niño ya acepte puede facilitar la transición. Además, variar las texturas y presentaciones, en trozos pequeños o puré, puede aumentar la probabilidad de aceptación.
“Los niños pueden necesitar probar algunos alimentos muchas veces antes de que les gusten”, señala el organismo estadounidense.
Porciones adecuadas y evitar la presión para comer
La presión para que los niños terminen toda la comida o la utilización de la comida como recompensa son prácticas desaconsejadas por los expertos. UNICEF recomienda confiar en los instintos del niño y no obligarlo a comer más de lo que desea.
“No te pelees con tu hijo o hija porque no se haya terminado toda la comida”, aconseja la organización. Si el niño mantiene un peso adecuado, está activo y parece saludable, es probable que esté recibiendo los nutrientes necesarios.
Heart.com sugiere servir porciones pequeñas, adaptadas al tamaño del estómago infantil, que es mucho menor que el de un adulto. Una regla práctica es ofrecer una cucharada de cada alimento por cada año de edad del niño. Elogiar al niño por probar o comer, aunque sea en pequeñas cantidades, refuerza una relación positiva con la comida.
Respecto a la comida como premio, UNICEF advierte que esta práctica puede llevar a asociar ciertos alimentos con el buen comportamiento y otros con el castigo, lo que podría derivar en hábitos poco saludables en la adultez. En lugar de recompensar con comida, se recomienda ofrecer actividades lúdicas o paseos.