En una distendida pero profunda conversación sobre el cambio personal, Estanislao Bachrach, doctor en biología molecular y destacado divulgador de las neurociencias, remarcó en Infobae en Vivo, la importancia de detectar los automatismos que predominan en la vida cotidiana y cómo estos influyen decisivamente en la resistencia al cambio, tanto en la vida privada como profesional.
“Lo que más cuesta cambiar es lo que uno repite sin darse cuenta, pero el cerebro solo quiere que sobrevivas, no que seas feliz”, dijo el científico. Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.
Desde una perspectiva tan científica como humana, Bachrach desplegó su experiencia al vincular el ahondamiento en la divulgación de la neurociencia con la aplicación concreta de sus aprendizajes en su propia vida, un camino de transformación personal y pública que definió con honestidad: “Hasta hace algunos años, quizás todas las cosas que yo contaba de divulgación no las aplicaba a mi propia vida personal, profesional. Hace siete años que aplico todo. Algunas cosas me funcionan, otras no, porque son todas herramientas, no son fórmulas mágicas”.
El origen biológico de la resistencia al cambio
La charla tomó vuelo cuando Bachrach brindó su mirada sobre la resistencia al cambio en las personas. Desde su mirada, aseguró que “el ser humano para sobrevivir —el Homo sapiens en África— se dio cuenta que la mejor manera de ganarle al leopardo era ahorrando energía. Cuanta más energía ahorraba en el día, más chances tenía de que cuando aparecía el leopardo o el tigre, pudiera correr más rápido, treparse a un árbol, tirarse al río”.
De esa lógica de supervivencia, Bachrach afirma que “la forma que tiene el cerebro de ahorrar energía es a través de los hábitos. Cuando estamos haciendo siempre lo mismo, pensando siempre lo mismo y sintiendo siempre lo mismo, no gastamos mucha energía. Entonces, cuando queremos pensar distinto, hacer algo diferente, probar cosas nuevas, cambiar, eso sería gastar energía”.
Según su análisis, el problema surge porque, aunque hoy las condiciones han cambiado, el cerebro sigue “resistiéndose”, pues “aprendió durante 2 millones de años que había que hacer siempre lo mismo, pensar lo mismo y sentir lo mismo. El cerebro no está impactado por tu bienestar, no le importa si sos feliz o no, le importa que estés vivo y nada más”.
Bachrach profundizó sobre cómo ese “ahorro de energía” evolutivo choca hoy con la voluntad de cambio. Expresó: “Eso es una lucha ahora de la mente, de tu actitud, de tu forma de ver la vida, de pensar, de decirle a tu propio cerebro ‘para atrás y déjame probar algo distinto’”.
Reflexionando sobre la diferencia entre hábito y rutina, sostuvo: “No es lo mismo. El hábito es pensar, sentir o hacer siempre lo mismo y a veces son las cosas que nos impiden cambiar o incluso las cosas que nos hacen sentir mal. En general, culpamos al otro, a tu pareja, a tu jefe, al país, a la inflación, de que nos sentimos mal, o al tráfico. Pero no es mi mujer, no es mi marido, soy yo que siempre pienso de la misma manera que me termina haciendo sentir incómodo. Eso es un poco lo que uno puede cambiar”.
El rol de la disciplina, la atención y la práctica
Para Bachrach, hay una clave ineludible: la disciplina y la constancia. “Como toda habilidad o toda cosa que uno quiere aprender o mejorar de uno mismo, requiere de un poco de esfuerzo, de atención, de tiempo. Y los adultos en general tenemos fiaca, tenemos pereza. Bueno, ya está, más o menos la piloteo”, sentenció, atribuyendo gran parte de la inercia cotidiana a la falta de motivación para modificar los automatismos.
Consultado sobre cómo logró “blindarse” frente a situaciones estresantes como el tráfico automotor, que suelen alterar el ánimo de la mayoría, Bachrach compartió: “Primero porque veía el impacto que tenían mis hijos: un papá puteando, nervioso, que aceleraba y frenaba, o que a veces agarraba la banquina, cosa que tampoco está bien. Sí, eso me llamó la atención”.
Detalló que puso en marcha una de las técnicas que recomienda, inspirada en el trabajo del experto psicoterapeuta James Gross. “Me puse a pensar en qué estaba pensando cuando estaba en el tráfico. Me empecé a dar cuenta, y ‘darse cuenta’ son las dos palabras más importantes de todo este laburo. Me di cuenta de que la mayoría de las cosas que pensaba no eran reales: ‘no voy a llegar y me van a echar’, ‘voy a llegar tarde a esa cena’, y bueno, puedo avisar a la producción”. Remarcó que gran parte de los temores son “fantasías exageradas”, que no se corresponden con la realidad.
Estrategias, técnicas y adaptaciones evolutivas
En la entrevista, Bachrach abordó la importancia de “elegir estratégicamente qué batalla dar”: “La relación con mi hijo, las conversaciones complejas con mi pareja, mi jefe que no me cae bien… Bueno, o me cambio de laburo o es el jefe que tengo, la jefa que tengo. ¿Qué puedo hacer yo para estar un poco más tranqui? Y cuando elegí la batalla sí, empezamos con las técnicas. De verdad que funciona”.
Acerca de la ansiedad y el manejo de la agresividad cotidiana, remarcó el valor de la observación y la aceptación: “En vez de batallar contra la ansiedad o la agresividad que te surge en ciertas situaciones, a veces hay que observar esa emoción. Para eso existe un montón de herramientas: la terapia, el coaching son las más conocidas. Lo importante es saber que nunca es tarde, que no es que uno ya es grande o viejo, esto siempre se puede aprender”.
El divulgador destacó la necesidad de persistir en la búsqueda de herramientas, sean de la neurociencia, la terapia cognitivo conductual, disciplina religiosa, o cualquier enfoque útil.
Otro eje central de la conversación fue el contraste entre “reacción” y “respuesta”.
Bachrach sostuvo: “Cuando uno reacciona a veces se equivoca, se enoja, comete errores y, aparte, lastima al otro mucho. Entonces, esa reacción más tardía que se convierte en una respuesta es como un pensamiento. Bueno, vino Gonzalo, vino así tranqui, no me voy a enganchar. Voy al baño, agarro un vaso de agua. Después se entiende eso”.
Este ejercicio, según explicó, no solo mejora la vida personal sino que se replica especialmente en el mundo del deporte, al que acompaña como asesor en neurociencia. “Si vas a caerte en un partido, durante diez minutos dejate caer solo uno porque vas perdiendo en una y luego volvé. El partido sigue y tenés que seguir jugando. Trabajamos mucho con deportistas sus reacciones y respuestas, y ellos mismos terminan dándose cuenta de que llevan esas herramientas a la familia y al ambiente personal”.
En su experiencia con atletas de élite, el divulgador recalcó que “el objetivo principal de un deportista es estar en el presente. Cuanto más tiempo esté en el partido y no desconcentrado o peleándose con su mente, más chances de hacerlo bien tiene”. Lo mismo ocurre en otros ámbitos de la vida, donde sostener la atención y la autogestión son las verdaderas llaves del bienestar y la efectividad.
Entrevista completa a Estanislao Bachrach
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• De 9 a 12: Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.
• De 18 a 21: Jesica Bossi, Diego Iglesias, María Eugenia Duffard y Federico Mayol.
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