El doctor Elmer Herta explora cómo la sociedad puede naturalizar el proceso de morir, superando miedos y supersticiones, y brindando herramientas para una despedida digna y consciente

Nadie nos prepara para la muerte. Ni siquiera el médico que nos atiende para vivir. Esta idea siempre atravesó al doctor Elmer Huerta, médico oncólogo y profesor experto de la Universidad George Washington de Estados Unidos y reconocido comunicador en salud desde la cadena CNN y otros medios globales.

Hace dos años, el doctor Huerta decidió dedicar dos años de su investigación científica a este intríngulis paradojal y también controversial: ¿puede un médico que trabaja por la salud y la vida saludable de las personas dedicarse a estudiar y a comunicar sobre la muerte y cómo prepararse para ese momento?

Morir se ha convertido en un espectáculo vacío y es por eso que los médicos debemos aprender a hablar de la muerte con nuestros pacientes. Hacer algo para naturalizarla”, afirma con contundencia desde Washington el doctor Elmer Huerta en diálogo exclusivo con Infobae.

El reconocido oncólogo y comunicador científico propone que los profesionales de la salud aborden el final de la vida con sus pacientes, desafiando tabúes y promoviendo una visión más humana y realista (Imagen Ilustrativa Infobae)

Dr. Huerta, siendo usted médico, el eslabón que cura en la cadena de la vida, qué lo motivó a escribir sobre la muerte, un tema al que los médicos no solo le escapan sino que muchas veces ni siquiera nombran

Huerta: Sabiendo que todos tenemos alguna experiencia con la muerte de un familiar o un amigo -aparte de que algún día nosotros la sufriremos-, y movido por la enorme falta de información y los temores supersticiosos e infundidos que rodean al tema de la muerte, el año pasado me lancé escribir el “El buen morir” (Editorial Planeta).

En ese texto, el médico oncólogo plantea 7 preguntas que considera fundamentales:

  1. ¿Cuál es la percepción sobre la muerte que ha tenido la humanidad a través de la historia?
  2. ¿Qué pasa desde el punto de vista biológico -con nuestro cuerpo- cuando morimos?
  3. ¿Por qué en la actualidad la decisión de morir recae muchas veces en los médicos y no en la persona enferma? Qué implica la medicalización de la muerte y el encarnizamiento terapéutico.
  4. Cuál ha sido la reacción de la sociedad ante esa medicalización de la muerte, de los movimientos por la muerte digna a la eutanasia.
  5. ¿Cómo podemos ayudar a un familiar que está en el trance de la muerte? ¿De qué se le habla y de qué no? ¿Cómo se exploran sus últimos deseos?
  6. ¿Qué cosas deben quedar en orden antes de morir?
  7. ¿Cómo se afronta el duelo entre los que quedamos?

La prevención y la preparación ante la muerte son ejes centrales en la obra de divulgación del especialista peruano. Siempre Huerta se refiere a muertes que no sean trágicas, que requieren otro enfoque (Imagen Ilustrativa Infobae)

Y luego profundizó el tema con un segundo libro, que de alguna manera propone prepararse para ese “trámite” que también impone la vida y que es la muerte …

Este año, motivado por las múltiples preguntas de mis pacientes y de otras personas que me rodean, quise abundar en el tema de tener las cosas listas antes de morir. Para eso hemos escrito, no sé si llamarlo un libro, es una especie de cuaderno de trabajo llamado “Todo en orden” (Editorial Planeta).

Este cuaderno está diseñado para ser llenado por la persona con una enfermedad crónica y que ve desmejorando su salud y sabe que va a morir, y que en un acto de amor y consideración para sus familiares, desea dejar todo en orden antes de partir. Obviamente, cualquier persona que no tenga una enfermedad terminal también puede empezar a llenarlo. Es una manera de organizar nuestras cosas», detalla el reconocido médico oncólogo a Infobae.

En esta investigación el doctor Huerta quiere que las personas profundicen en cuatro pasos clave:

  1. ¿Quién soy? Incluye una biografía, información sobre mi familia, mis mascotas y antecedentes de salud familiar.
  2. ¿Cuáles son las cosas más importantes para mí? Ya sea dinero, propiedades, negocios, inversiones, beneficios sociales e información tributaria.
  3. ¿Dónde se encuentran mis documentos más importantes? La localización de papeles, certificados, títulos, cuentas electrónicas, contraseñas bancarias y de tarjetas de crédito, entre otros.
  4. ¿Cuáles son mis últimos deseos y cómo quiero ser recordado? Incluye decisiones sobre resucitación, intubación, preferencias entre entierro o cremación, donación de órganos, cuidado de mascotas, arreglos especiales para el funeral y cartas personales a familiares y amigos cercanos.

“Es fundamental que nadie llegue al final sin haber conversado y plasmado sus deseos personales”, señala Elmer Huerta. (Imágen Illustrativa Infobae)

Facilitar la muerte sin dolor y sufrimiento

Uno de los capítulos principales de su libro examina la idea de “muerte digna” y los distintos matices alrededor de la eutanasia.

Para abordar el concepto de “saber morir” Huerta exploró todo el ABC alrededor de la muerte. Incluso propone que los pacientes y sus familias puedan decidir sobre la medicalización y optar por la eutanasia

“La palabra eutanasia —precisa Huerta— viene del griego eu, ‘buena’, y thanatos, ‘muerte’. Su sentido contemporáneo abarca el acto o la práctica de facilitar la muerte sin dolor ni sufrimiento a personas con enfermedades incurables que experimentan sufrimiento físico o psicológico severo”.

Pero, también puede ocurrir, que el “ensañamiento, encarnizamiento u obstinación terapéutica”, emerja cuando “el médico desea empezar o insiste en continuar, en un paciente terminal, un tratamiento médico cuya única finalidad es la de evitar una muerte inminente, prolongando su vida sin valorar la calidad de la misma”.

Huerta destaca la importancia de detener el ensañamiento terapéutico en pacientes terminales para preservar su dignidad (Europa Press)

A la pregunta de Infobae sobre el modo en que la eutanasia se discute en la medicina actual, Huerta argumentó que, “el avance de la tecnología y la sofisticación de los tratamientos hicieron que la decisión de morir ya no recaiga plenamente en las personas, sino en la estructura médica y hospitalaria, en especial en unidades de terapia intensiva”.

Vivimos en una era donde la muerte ha sido transformada en un espectáculo silencioso y vacío, donde muchas veces el médico es quien decide, por omisión o por acción, cómo, cuándo y dónde ocurrirá ese final”, subraya.

Huerta expone la diferencia entre cuidados paliativos, suspensión del encarnizamiento terapéutico y la eutanasia activa, en su investigación revisó legislaciones comparadas y señala que el debate suele actualizarse en la agenda público-política cuando se visibilizan historias particulares, aunque la resolución ética y clínica sigue siendo compleja en cada caso.

Dejar los asuntos ordenados es, según Huerta, “un acto de amor y de responsabilidad hacia los seres queridos” (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cómo interviene esta idea de hablar del final cuando la ciencia del siglo XXI propone la longevidad y aporta que las sociedades serán cada vez más longevas. ¿Un médico puede escribir y de alguna manera preparar a sus pacientes para celebrar la muerte?

La mirada sobre la muerte ha cambiado a lo largo de la historia y en este siglo XXI. Hoy, la idea de la longevidad, de vivir más y mejor, impulsa y exige que hablemos más abiertamente de la muerte. Hay que decirlo con claridad: es la otra cara de la vida.

Creo firmemente que la pandemia global por COVID-19, causada por un virus desconocido y responsable de tantas muertes en todo el mundo [N.delaR.: el SARS CoV2], modificó la percepción sobre la muerte y, en cierto modo, acercó a la sociedad a la idea de que todos, en algún momento, vamos a morir.

Siempre les digo a mis pacientes que la muerte tiene que ver con la vida; por eso es necesario afrontarla.

—¿Ha recibido críticas de sus colegas por estas ideas?

— Sí, claro que me han criticado, tanto en público como por escrito. Algunos detractores dicen que resulta contradictorio que un médico, que habla de la vida, se refiera a prepararse para la muerte. Yo creo exactamente lo contrario y no solo lo digo, lo practico. Como médico, invito a mis colegas a hablar de la muerte y, todos los días en mi consultorio, trabajo en la prevención para retrasar la llegada de la muerte tanto como sea posible.

Por supuesto, me refiero a las muertes inevitables, aquellas que corresponden al proceso natural de la vida, no a las muertes trágicas que son difíciles de comprender y de procesar racionalmente.

La lección de Juan Pablo II sobre la muerte

El caso de Juan Pablo II ilustra, según plantea el doctor Huerta, cómo la voluntad del paciente debe prevalecer ante criterios médicos.

La muerte de San Juan Pablo II en 2005, que Huerta menciona en su libro, brinda un ejemplo del rechazo al ensañamiento terapéutico.

“Después de sufrir severas complicaciones por una influenza durante el invierno boreal de 2005, el Papa Juan Pablo II desarrolló una severa insuficiencia respiratoria que obligó a que el 24 de febrero se le practicara en el hospital una traqueotomía para aspirar las secreciones acumuladas en sus vías respiratorias”, describe Huerta.

Y sigue: “El 31 de marzo 2005, ya en su habitación del Vaticano, Juan Pablo II desarrolló una severa septicemia o infección generalizada, consecuencia de una infección urinaria, por lo que sus médicos aconsejaron volverlo a internar en el hospital. Nunca olvidaré la noche que, cubriendo la enfermedad del Papa para CNN en Español, llegó la noticia de que estaba muy grave en su habitación y que, cuando sus médicos intentaron reingresarlo al hospital, Juan Pablo II dijo que ya basta de sufrimiento, que no quería regresar al hospital y que lo dejaran morir en su cama, en su habitación y rodeado de los que más quería. Sus últimas palabras fueron: «Déjenme ir a la casa del Padre»“.

Organizar el final en orden

Huerta explica que la falta de organización puede generar serios inconvenientes en momentos críticos, como una enfermedad grave o el fallecimiento. Los familiares pueden enfrentar dificultades para encontrar documentos esenciales, realizar trámites o conocer los deseos del fallecido. Por ello, propone utilizar este cuaderno como un repositorio donde se registren datos clave y localizaciones de objetos y documentos importantes.

Su libro “Todo en orden” enfatiza la importancia de actualizar esta información periódicamente y guardarla en un lugar seguro, conocido por personas de confianza. Recomienda no ver esta tarea como una preocupación morbosa, sino como una forma de garantizar tranquilidad a los familiares, reducir su carga en momentos difíciles y dejar un testimonio personal valioso para futuras generaciones.

Recuerda que afrontar la muerte y preparar la información esencial no implica perder la alegría de vivir, sino asumir la vida y la muerte con realismo, dignidad y cariño hacia los demás.

Decidir el último día, como el Papa Francisco y Mario Vargas Llosa

La decisión del papa Francisco de permanecer en su residencia durante sus últimos días es un ejemplo citado por Huerta sobre el respeto a la voluntad personal en el final de la vida (REUTERS/Guglielmo Mangiapane)

Huerta resumió a Infobae: “Tanto en mi consultorio como en mis libros y programas de radio y televisión, aliento a la gente a vivir, se puede preparar y aceptar la muerte y vivir mucho. ¡No hay contradicción allí!“

Y volvió sobre dos personajes de enorme relevancia mundial y muy cercanas para los latinoamericanos: “Mire usted -señala Huerta a Infobae- las enseñanzas del Papa Francisco y del magnífico escritor peruano Mario Vargas Llosa, ambos tomaron decisiones sobre su último día».

El Papa Francisco falleció el pasado 21 de abril de 2025 a los 88 años. El deceso se produjo apenas un día después de que el pontífice hiciera una aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de Pascua.

El día antes de morir, Francisco brindó una misa emotiva y profunda en la Plaza San Pedro con más de 35 mil fieles esperándolo con ansias. ( Maurizio Brambatti/Pool via REUTERS)

El Papa había salido de una prolongada hospitalización tras padecer una neumonía grave que lo mantuvo ingresado durante 38 días. Estuvo en estado delicado y había enfrentado dos episodios críticos de salud durante el año.

A lo largo de su papado, el pontífice argentino desafió su delicada condición física para cumplir con su misión.

Francisco, el Papa incansable, el Papa valiente, el Papa rebelde. Pocas personas en el mundo a los 88 años, con un pedacito de pulmón derecho menos por una temprana cirugía en la Argentina a los 21 —que derivó e imprimió a lo largo de su vida un estatus delicado de salud.

La familia de Mario Vargas Llosa contó detalles de su despedida, resaltando la importancia de respetar los deseos y el entorno en el cierre de la vida, como propone Elmer Huerta (Foto: CNN)

El día antes de morir, Francisco brindó una misa emotiva y profunda en la Plaza San Pedro con más de 35 mil fieles esperándolo con ansias.

Mario Vargas Llosa, murió el 13 de abril de este año. En sus últimos meses de vida, el Nobel de literatura optó por visitar lugares emblemáticos vinculados a sus obras más conocidas.

El entorno del premio Nobel de Literatura relató que, tras recibir la noticia de su enfermedad -sin cura- en el verano de 2020, Vargas Llosa decidió comunicarse con sus tres hijos, Álvaro, Morgana y Gonzalo, mediante una carta.

Huerta a Infobae:

Esta carta propició un acercamiento feliz entre el padre y los hijos, -que se había resquebrajado cuando el escritor se separó en 2015- tras medio siglo de matrimonio, y del inicio de su relación con Isabel Preysler.

La misiva, escrita en un momento clave, facilitó un nuevo vínculo dentro de la familia y ofreció un contexto de cercanía y apoyo en la etapa final de la vida del talentoso escritor.

“Alrededor de la muerte las creencias y la desinformación la complica y no permite celebrar como hacían las civilizaciones antiguas. La muerte es el paradigma de lo inexorable… todos nos vamos a morir; y los médicos debemos aprender a hablar de la muerte con nuestros pacientes», remarca Huerta a Infobae.