Cada vez son más quienes exploran alternativas dinámicas para entrenar en menos tiempo y lograr cambios notorios. En este panorama, Sprinting, la tendencia de ejercicio de alta intensidad que se ha vuelto popular en redes sociales, atrae tanto a entusiastas del fitness como a profesionales de la salud. Promovido como el método “definitivo” para quemar grasa y transformar el cuerpo en poco tiempo, este entrenamiento basado en ráfagas cortas y explosivas de carrera genera debate entre sus adeptos y detractores.
Detrás de su viralidad, la ciencia confirma que el sprinting aporta beneficios notables para la salud cardiovascular, muscular y cerebral, aunque no se trata de una fórmula milagrosa para bajar de peso ni ganar músculo de manera rápida. Así lo expone National Geographic, que reúne opiniones de especialistas y resultados de estudios actuales.
¿En qué consiste el sprinting?
Implica esfuerzos máximos de carrera durante intervalos breves, desde 15 segundos hasta un minuto, seguidos de periodos de descanso o recuperación activa. Su principal diferencia frente a los entrenamientos de cardio tradicionales es la intensidad alta en lapsos cortos. En declaraciones recogidas por National Geographic, Ken Clark, entrenador certificado y profesor asociado de kinesiología en la West Chester University de Pensilvania, se trata de “una opción sobresaliente para variar la rutina de entrenamiento”, siempre que no existan limitaciones físicas o lesiones previas.
Una sesión habitual alterna sprints y pausas adecuadas para que el cuerpo recupere fuerza suficiente antes de repetir el esfuerzo. Clark insiste en la importancia de cuidar la técnica: el pie debe apoyarse cerca de la cadera o el centro de masa y no conviene alargar demasiado la zancada, esto podría incrementar el riesgo de lesiones.
Beneficios probados: corazón, músculo y cerebro
El principal atractivo del sprinting es su capacidad para elevar el VO₂ max, la cantidad máxima de oxígeno utilizada durante el ejercicio, considerado uno de los mejores indicadores de salud cardiovascular. Katie Hirsch, investigadora y profesora asistente de ciencias del ejercicio en la University of South Carolina, señala que “con los sprints se llevan los sistemas corporales al límite, provocando una fuerte señal de adaptación”. Incluso dos sesiones semanales pueden proporcionar mejoras significativas en capacidad cardiovascular y salud muscular.
Especialistas de National Geographic remarcan que el sprinting no solo optimiza el funcionamiento del corazón y los pulmones. Heather Vincent, vicepresidente de investigación y directora del University of Florida Health Sports Performance Center, afirma que este entrenamiento “puede apoyar la salud general del corazón y reducir factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial y el colesterol”.
Durante los sprints, se reclutan fibras musculares de contracción rápida, responsables de la velocidad y la potencia, que suelen permanecer inactivas en ejercicios de baja intensidad. Con el tiempo, estas fibras tienden a reducirse, lo que afecta la movilidad y la coordinación. “El sprinting ayuda a preservarlas”, afirma Vincent, facilitando así una mejor agilidad en la adultez.
Además, el sprinting impacta positivamente sobre la densidad ósea. Esta modalidad fortalece huesos, en especial columna, caderas y fémures, a diferencia de ejercicios como el ciclismo. Un meta-análisis de 2023 citado por National Geographic demostró que los corredores de distancias cortas tienen mayor densidad mineral ósea que los de largas distancias.
En el ámbito cerebral, Vincent resalta que hay evidencia sobre la capacidad del sprinting para ayudar a combatir el deterioro cognitivo vinculado a la edad, como el Alzheimer. El aumento del flujo sanguíneo cerebral durante el ejercicio intenso sería clave en este efecto.
Evidencia científica y diferencias individuales
La ciencia ha identificado diferencias de respuesta entre hombres y mujeres. Un estudio de 2016 evidenció que mujeres que realizaron solo cuatro minutos semanales de intervalos de sprint durante 12 semanas lograron mejoras mayores en el VO₂ max, frente a los hombres con el mismo protocolo. “Hemos constatado que más mujeres obtienen respuestas favorables”, expone Hirsch en el reportaje de National Geographic.
Este entrenamiento provoca el llamado efecto afterburn o consumo excesivo de oxígeno post-ejercicio, lo que incrementa el gasto calórico incluso tras finalizar la actividad. Vincent explica que, comparado con ejercicios de resistencia sostenida, el sprinting logra una quema de grasa más elevada durante la recuperación y en reposo.
En relación con el desarrollo muscular, un estudio de 2009 citado por la revista indicó que las mujeres experimentan un mayor incremento en la hormona del crecimiento después del sprinting, lo que podría favorecer su desarrollo muscular. Los expertos recalcan que el sprinting, por sí solo, no produce músculos significativamente más grandes sin combinarse con entrenamiento de fuerza.
Límites y realidades: qué no es el sprinting
A pesar de la imagen que proyectan algunas redes sociales, el sprinting no es una solución mágica para perder grasa o incrementar masa muscular de manera notable. “En las redes sociales se exagera mucho; no se logra una transformación extrema solo con este método”, aclara Hirsch.
Vincent subraya que, aunque puede aumentar el gasto calórico y contribuir al mantenimiento muscular, “no reemplaza el entrenamiento de fuerza, pero sí ayuda a preservar tamaño y potencia muscular”. Para reducir grasa corporal, lo esencial es mantener un déficit calórico más allá del tipo de ejercicio. Un estudio de 2017 citado por National Geographic estableció que los efectos del sprinting sobre la composición corporal son similares a los del ejercicio de intensidad moderada. La clave para perder grasa está en la constancia y la sostenibilidad de la rutina.
Seguridad y pautas para comenzar
Este entrenamiento requiere una base física sólida y una evolución gradual. Clark recomienda no pasar de la inactividad total a los sprints intensos sin una preparación previa. Para quienes parten de un nivel bajo, caminar o trotar resulta más adecuado inicialmente. Tras lograr una condición básica, los sprints se incorporan de manera paulatina, de preferencia bajo supervisión profesional.
Hirsch aconseja iniciarse con dos sesiones semanales, sin exceder tres, para evitar el sobreentrenamiento. Durante las primeras semanas, los sprints deben realizarse al 70 u 80% del esfuerzo máximo, permitiendo una adaptación adecuada. Luego de aproximadamente tres semanas, la intensidad puede subirse al 90 o 95%. Vincent recomienda intervalos cortos, de 10 a 30 segundos, y pausas completas, esperando que la frecuencia cardíaca baje antes del próximo sprint.
El calentamiento resulta fundamental. Vincent sugiere caminar o trotar de cinco a diez minutos, seguido de movimientos dinámicos como balanceos de piernas, rodillas altas o saltos. Los ejercicios pliométricos, como saltos de caja, ayudan a preparar los músculos para el esfuerzo explosivo.
La elección del calzado y la superficie no debe descuidarse. Clark recomienda campos de césped artificial y zapatillas adecuadas para minimizar el impacto. Las cintas de correr también son válidas, siempre que no sean excesivamente rígidas.
En personas con osteoartritis o lesiones en las extremidades inferiores, Vincent aconseja evitar los sprints de carrera y optar por intervalos de alta intensidad en bicicleta, piscina o elíptica, aplicando el mismo principio de esfuerzo máximo y pausas largas.
Integrar el sprinting de manera equilibrada
Los especialistas consultados por National Geographic remarcan que el sprinting no debe verse como una alternativa única ni como sustituto del resto del entrenamiento. “El cuerpo necesita variedad para adaptarse”, sostiene Vincent. “Conviene trabajar diferentes áreas: fuerza, alta intensidad, cardio de baja intensidad y movilidad. Si se descuida algún componente, aumentan los riesgos de desbalance y de lesión”.
Clark, Hirsch y Vincent coinciden en que el sprinting puede aportar variedad y resultados efectivos si se adapta a las capacidades individuales y se practica de forma progresiva y segura. La información publicada destaca la importancia de escuchar al cuerpo, priorizar la técnica y dedicar tiempo suficiente tanto al calentamiento como a la recuperación.