El sistema inmunológico puede activarse antes del contagio real, al percibir señales de enfermedad en rostros virtuales que invaden el espacio cercano (Freepik)

Un estornudo en el transporte público, un rostro con sarpullido o simplemente un gesto de incomodidad en medio de una multitud pueden ponernos en alerta. Es una reacción instintiva que nos lleva a apartarnos.

Pero lo que hasta ahora parecía una mera conducta preventiva, relacionada con el asco o la aversión, podría tener un fundamento más profundo: la activación real de nuestro sistema inmunológico incluso antes de que el cuerpo entre en contacto con un patógeno. Así lo sugiere un novedoso estudio publicado en Nature Neuroscience, que demostró que señales visuales de enfermedad observada en realidad virtual provocan reacciones inmunes anticipadas en personas sanas.

Este hallazgo aporta evidencia a la idea de que el cuerpo humano no solo reacciona a infecciones reales, sino que también puede prepararse para un posible contagio cuando detecta señales de peligro en su entorno cercano.

Investigadores usaron realidad virtual para demostrar que el cuerpo reacciona inmunológicamente ante amenazas de infección simuladas (Freepik)

“Aunque sorprendente, nuestro hallazgo de que las respuestas inmunes pueden ser desencadenadas por infecciones simuladas presentadas en VR (realidad virtual) es consistente con el principio del detector de humo en sistemas biológicos”, afirmaron los autores del estudio, quienes además explicaron que el sistema de comportamiento diseñado para evitar enfermedades es “exquisitamente sensible” a los indicios de que alguien podría estar enfermo.

En otras palabras, el organismo no espera pasivamente a que se produzca un contagio. Cuando un rostro que exhibe señales de infección se aproxima, incluso si es digital, el cerebro lo reconoce como una amenaza y envía señales que desencadenan respuestas inmunológicas inmediatas. La novedad radica en que este proceso fue observado sin contacto físico alguno, únicamente mediante estímulos visuales en un entorno controlado de realidad virtual.

El experimento fue realizado con 248 voluntarios sanos equipados con visores de realidad virtual. A lo largo de cinco pruebas, los participantes observaron cómo se les acercaban avatares con distintas expresiones faciales. En algunos casos, las figuras mostraban un rostro neutro; en otros, tenían características visibles asociadas a infecciones virales, como erupciones cutáneas.

Avatares con signos de enfermedad provocaron en los participantes cambios en la actividad cerebral y en la sangre similares a una infección real

También se incluyó un grupo de control con expresiones de miedo. La distancia a la que estos rostros activaban reacciones fue evaluada mediante un test simple: los participantes debían presionar un botón tras recibir un leve toque en la cara, mientras el avatar se acercaba. Cuando las figuras mostraban signos de enfermedad, los participantes reaccionaban antes, es decir, cuando los rostros aún estaban más lejos. Esa diferencia fue clave.

Según los autores, demuestra que el cerebro interpreta estos signos como amenazas reales, aun sin tener prueba tangible del contagio. Este proceso, conocido como espacio peripersonal (SPP), refiere al área inmediata que rodea nuestro cuerpo y cuya invasión suele activar mecanismos de defensa. En este estudio, la intrusión de avatares infectados en ese espacio generó respuestas distintas a las de los rostros neutros o temerosos.

Las mediciones cerebrales reforzaron la observación. Mediante electroencefalogramas (EEG) y resonancia magnética funcional (fMRI), los investigadores identificaron una activación diferencial en regiones específicas del cerebro implicadas en la detección de amenazas.

Las células linfoides innatas se activaron al ver rostros infectados en VR, como también ocurre tras una vacuna contra la gripe

En particular, se detectó una mayor conectividad entre la red de prominencia —encargada de evaluar la relevancia de los estímulos— y el hipotálamo, una zona fundamental para la regulación del cuerpo. Esa comunicación sugiere un vínculo directo entre la percepción de señales de infección y el inicio de una respuesta neuroinmune.

A nivel biológico, los cambios no se limitaron al cerebro. Las muestras de sangre tomadas antes y después de la exposición virtual revelaron alteraciones significativas. “Vimos principalmente que hay una activación de una familia de células inmunes llamadas células linfoides innatas (ILCs) que son respondedoras tempranas en la inmunidad para básicamente alarmar a otras células inmunes”, explicó la profesora Camilla Jandus, de la Universidad de Ginebra y coautora del trabajo. Estas células forman parte de la inmunidad innata, el primer frente de defensa del organismo. Su activación indica que el sistema se prepara para una posible infección, incluso en ausencia de un virus real.

La red de prominencia cerebral se activa frente a amenazas percibidas, lo que desencadena una respuesta neuroinmune anticipada (Jovani Pérez)

Para evaluar si esta activación era comparable con una respuesta inmunológica tradicional, los investigadores analizaron también a personas que habían recibido la vacuna contra la gripe. Descubrieron que las alteraciones en las ILCs eran similares a las observadas en los participantes expuestos a los avatares infecciosos. La comparación sugiere que el cuerpo no distingue entre un riesgo virtual y uno biológico cuando la señal se percibe como creíble.

Estos resultados abren una nueva dimensión en la comprensión del vínculo entre el sistema nervioso y el inmunológico. Si bien ya se conocía que ambos sistemas interactúan durante una enfermedad real, la idea de una anticipación inmune basada solo en la percepción visual plantea nuevas preguntas.

El estudio proporciona otro buen ejemplo de la existencia de un mecanismo que responde a posibles amenazas de contagio incluso antes de que el sistema inmunitario haya entrado en contacto con los patógenos”, afirmó la doctora Esther Diekhof, de la Universidad de Hamburgo, quien no participó en la investigación.

Sin embargo, no todos los especialistas coinciden en el alcance de estas conclusiones. El profesor Benedict Seddon, del University College de Londres, advirtió que aún no está claro si estas respuestas anticipadas tienen un impacto real en la capacidad del sistema inmune para enfrentar una infección.

El hipotálamo mostró mayor conectividad ante avatares infecciosos, lo que sugiere una regulación activa del cuerpo antes del contagio (Difusión)

“Cuando nos infectamos, por ejemplo, con el SARS-CoV, pueden pasar uno o dos días para que la infección se establezca y el sistema inmunitario se dé cuenta y responda, mucho tiempo después del encuentro inicial que estimuló esta movilización de corta duración”, señaló.

Más allá de este debate, el estudio introduce un concepto provocador: la existencia de una respuesta inmune proactiva, integrada al sistema de vigilancia sensorial. Es decir, un organismo que no solo actúa ante el contacto con un patógeno, sino que se adelanta al posible peligro.

“Demostramos que el contacto potencial con avatares infecciosos que se aproximan, al entrar en el espacio peripersonal en la realidad virtual, es anticipado por áreas multisensoriales-motoras y activa la red de prominencia”, detalla el equipo en el informe. Esta respuesta, agregan, “induce cambios tanto en la frecuencia como en la activación de las células linfoides innatas, reflejando las respuestas observadas en infecciones reales”.

El hallazgo tiene implicancias importantes para el campo de la neuroinmunología, una disciplina que estudia cómo el cerebro y el sistema inmune se influyen mutuamente. Hasta ahora, las investigaciones se enfocaban en cómo el sistema nervioso modula la respuesta a una infección ya iniciada. Este trabajo, en cambio, propone que el proceso puede comenzar incluso antes del contacto físico, cuando una amenaza se percibe como inminente.

Los participantes reaccionaron antes cuando los avatares mostraban señales de infección, presionando un botón incluso a mayor distancia (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los científicos también señalan que esta activación anticipada parece estar mediada por el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, una vía conocida por regular la respuesta al estrés. La modulación de los mediadores neuronales observada durante la exposición a los avatares sugiere que la respuesta inmune no es aislada, sino parte de una estrategia coordinada que involucra al cerebro y a otros órganos clave.

“Nuestros resultados muestran que el contacto potencial con amenazas de infección virtual es predicho por las áreas frontoparietales del sistema PPS, activa la red de saliencia y desencadena una cascada de mediadores neuroinmunes, que en última instancia inducen cambios en la frecuencia y activación de las ILC”, concluyen los autores.

Aunque se trata de un estudio en etapa inicial, sus implicancias son profundas. No solo propone una nueva forma de entender la inmunidad, sino que también pone sobre la mesa una pregunta fascinante: ¿hasta qué punto nuestra percepción moldea las respuestas biológicas del cuerpo?