Las variedades de mostaza, como la amarilla, Dijon y picante, ofrecen perfiles bajos en grasas, azúcares y calorías, ideales para dietas equilibradas (Imagen Ilustrativa Infobae)

La mostaza ocupa un lugar destacado en la gastronomía de Estados Unidos desde hace más de un siglo, presente en millones de mesas como acompañante frecuente de diversos platos. Este protagonismo histórico se suma a un interés creciente por sus posibles beneficios nutricionales.

Según informó The Independent, este condimento se caracteriza por su versatilidad: existe en pasta, semillas y polvo, con variedades que incluyen la clásica mostaza amarilla, versiones picantes, Dijon e incluso combinaciones con miel.

Detrás de su sabor intenso se esconde una composición rica en compuestos vegetales, grasas saludables, fibra y antioxidantes, que concentran la atención de especialistas en nutrición. La nutricionista registrada Sapna Punjabi afirmó al medio británico que “las semillas de mostaza son diminutas pero poderosas, llenas de sabor y repletas de beneficios para la salud”.

Diferencias nutricionales entre las variedades

Un informe de USA Today señaló que la mostaza amarilla, la picante y la Dijon comparten un perfil bajo en grasas, azúcares y calorías, lo cual facilita su inclusión en platos con moderación energética.

La mostaza de Dijon aporta compuestos antioxidantes y antiinflamatorios, además de nutrientes que favorecen la digestión, la salud del corazón y el control del azúcar en sangre (Imagen Ilustrativa Infobae)

Lon Ben-Asher, nutricionista del Centro de Longevidad Pritikin, explicó: “La mostaza puede utilizarse como condimento bajo en calorías y puede ayudar a controlar el peso al realzar el sabor, como alternativa a muchas salsas, marinadas y aderezos altos en calorías”. En particular, una cucharada de mostaza amarilla contiene 9,2 calorías.

Por su parte, la mostaza con miel presenta una composición diferente: una cucharada aporta 69,5 calorías, 6 gramos de grasa y 2,4 gramos de azúcar. Si bien no se descarta, requiere considerarse dentro de un plan alimentario equilibrado. Esta diferencia ayuda a entender por qué la mostaza clásica mantiene el liderazgo en consumo masivo.

Aportes a la salud cardiovascular y metabólica

Uno de los componentes más estudiados de la mostaza es el omega-3, un tipo de grasa esencial que el organismo no produce en cantidades suficientes. La Facultad de Medicina de Harvard destaca su importancia para la salud cardiovascular, cerebral y articular, además de su relación con la reducción de riesgos asociados a enfermedades crónicas.

La Clínica Cleveland recomienda 1,6 gramos diarios para hombres y 1,1 gramos para mujeres, y una cucharada de mostaza amarilla proporciona más de dos gramos de grasas insaturadas, entre las cuales 0,6 gramos corresponden a este ácido graso.

Una cucharada de mostaza aporta omega-3 beneficioso para el corazón y, según estudios preliminares, podría ayudar a regular el azúcar en sangre (Imagen Ilustrativa Infobae)

El impacto metabólico de la mostaza también arrojó resultados interesantes. La Pilgrims’ Friend Society observó que una cucharadita de mostaza integral redujo a la mitad los niveles de azúcar en tres pacientes prediabéticos en el Reino Unido.

Además, una investigación india de 2019 halló resultados similares en 24 ratas diabéticas. Estos datos refuerzan el interés en sus posibles efectos sobre el control glucémico.

Compuestos antiinflamatorios, antioxidantes y minerales esenciales

Las semillas de mostaza contienen sinigrina, responsable de su sabor, reconocida por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos por su función antiinflamatoria, antimicrobiana, antifúngica y su papel en la cicatrización de heridas. Su aporte de fibra resulta beneficioso para la digestión y el tránsito intestinal.

El perfil nutricional incluye minerales con funciones sistémicas relevantes. La Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard destaca el selenio por su contribución a la síntesis de ADN y la protección celular.

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) resaltan que el magnesio interviene en la función muscular y nerviosa, la regulación de la glucosa y la presión arterial. “La mostaza también aporta valor nutricional gracias a su composición mineral de selenio y magnesio, importantes para numerosas funciones sistémicas”, explicó Ben-Asher a USA Today.

La mostaza contiene antioxidantes y ácidos grasos que promueven la salud hepática y ayudan en la desintoxicación del organismo (Crédito: Freepik)

Además, se encuentran glucosinolatos, antioxidantes citados por el nutricionista que protegen frente al estrés oxidativo y refuerzan el sistema inmunológico. La presencia de vitaminas A y E, junto con omega-9, promueve la salud de la piel y fortalece la defensa ante el daño celular.

Beneficios sobre la salud hepática

El análisis del medio estadounidense también destacó un aspecto menos difundido: el posible impacto de la mostaza sobre el hígado. Ben-Asher señaló: “La mostaza puede ofrecer beneficios al hígado de diversas maneras. Contiene compuestos con propiedades antiinflamatorias que favorecen la salud hepática“.

Asimismo, destacó que “las semillas de mostaza concentra ácidos grasos omega-3, que reducen la inflamación y contribuyen al buen funcionamiento del hígado. Además ayudan a los procesos de desintoxicación hepática y a la eliminación de toxinas y otras sustancias del organismo”.

La mostaza, más allá de su función como condimento, suma argumentos basados en evidencia para ser considerada un complemento valioso dentro de una alimentación balanceada.