El auge de los consejos sobre menopausia centrados en la dieta y la pérdida de peso ha generado preocupación entre especialistas en salud femenina, quienes advierten que este enfoque podría aumentar el riesgo de trastornos alimenticios en mujeres de mediana edad.
Según informó TIME, aunque la conversación pública sobre esta etapa ha ganado visibilidad en redes sociales y medios, muchos de los mensajes y tratamientos disponibles se enfocan en la restricción alimentaria y el control del peso, relegando la salud integral y el bienestar emocional.
De tabú privado a tendencia mediática
Durante décadas, la menopausia fue un tema confinado al ámbito íntimo y familiar. En la actualidad, esta etapa —junto con la perimenopausia, que puede comenzar en la treintena y durar hasta ocho años— ha cobrado protagonismo en plataformas como TikTok y en una variedad de libros escritos por médicos, investigadores y celebridades, entre ellas Naomi Watts.
Esta mayor visibilidad ha permitido abordar abiertamente síntomas físicos, emocionales y mentales que suelen ser intensos, repentinos y con frecuencia mal diagnosticados.
De acuerdo con TIME, este avance ha sido acompañado por una proliferación de consejos y programas enfocados principalmente en la pérdida de peso. Empresas como Noom y Hers han lanzado productos específicos para esta etapa centrados en el control del peso, mientras que figuras como Halle Berry y entrenadores personales promueven rutinas para “combatir” el aumento de peso asociado a la menopausia.
Incluso libros influyentes, como The New Menopause, de la doctora Mary Claire Haver, dedican secciones extensas a la dieta, el ayuno intermitente y el monitoreo nutricional.
El peso como eje del discurso sobre menopausia
Los primeros síntomas que muchas mujeres notan al entrar en la perimenopausia son el aumento de peso y los cambios en la silueta corporal. Jessica Baker, doctora y gerente de investigación en Equip Health, una plataforma de tratamiento virtual para trastornos alimenticios, explicó a TIME que “las expectativas poco realistas sobre el envejecimiento han llevado a una mayor demanda de consejos sobre pérdida de peso en la menopausia”. De todos los cambios físicos en esta etapa, el aumento de peso es el más visibilizado y publicitado, afirmó.
La presión social para mantener una figura delgada se intensifica en la mediana edad, lo que impulsa a muchas mujeres a adoptar dietas restrictivas, ayunos o rutinas de ejercicio excesivas. Cynthia Bulik, directora fundadora del Centro de Excelencia para Trastornos Alimenticios de la Universidad de Carolina del Norte, advirtió en TIME que “todas estas cosas, si se siguen rígidamente, pueden ser una trampa y una puerta de entrada a un trastorno alimenticio”.
A su juicio, las recomendaciones estrictas sobre la ingesta de nutrientes y el seguimiento de metas diarias, como pasos caminados o gramos de proteína, pueden derivar en comportamientos poco saludables si se convierten en obsesión.
Riesgos de enfoques centrados en la dieta
El enfoque en la pérdida de peso durante la menopausia conlleva riesgos significativos. Según expertos citados por TIME, las mujeres en esta etapa presentan una mayor vulnerabilidad a desarrollar trastornos alimenticios. La restricción alimentaria constante y la preocupación excesiva por el cuerpo incrementan ese riesgo, especialmente entre quienes tienen antecedentes de este tipo de afecciones.
Bulik comparó la pubertad y la menopausia como “los dos extremos reproductivos y metabólicos”, ambos caracterizados por cambios hormonales prolongados que impactan el estado de ánimo, el apetito y los antojos. Esta combinación, junto a la presión social, puede aumentar la insatisfacción corporal y, en casos severos, derivar en conductas autodestructivas.
La doctora Haver ha advertido públicamente que el ayuno intermitente no es recomendable para personas con antecedentes de trastornos alimenticios. No obstante, muchos de estos trastornos no se diagnostican adecuadamente en mujeres de mediana edad, lo que dificulta su prevención.
El testimonio de una recaída evitada
La autora del reportaje de TIME compartió su experiencia personal con trastornos alimenticios, explicando que, tras años de tratamiento y recaídas, logró establecer una estrategia funcional. Sin embargo, al leer las recomendaciones de ingesta proteica en el libro de Haver, sintió la tentación de reanudar el seguimiento nutricional mediante una aplicación utilizada durante su recuperación.
“Me dije a mí misma que solo rastrearía las proteínas, no las calorías”, escribió. Tras tres días, comprendió cuán fácil sería recaer en la obsesión y decidió abandonar esa práctica, priorizando su salud mental.
Este testimonio ilustra cuán estrecho puede ser el límite entre el autocuidado y la recaída, especialmente cuando la cultura médica y social equipara salud con delgadez.
Subregistro y persistencia de los trastornos alimenticios
Los trastornos alimenticios son enfermedades complejas que, según TIME, reciben tratamiento apenas en el 20% de los casos. Las tasas de recaída son elevadas y muchos casos nunca se diagnostican, en parte por el estereotipo de que estas afecciones afectan solo a adolescentes.
Los datos indican que cerca del 60% de las mujeres que enfrentan un trastorno alimenticio en la mediana edad ya habían tenido uno en el pasado, aunque quizás en una forma menos grave. La perimenopausia puede actuar como detonante para su reaparición, en un contexto de presión social para mantener un cuerpo delgado.
Uno de los estudios más amplios sobre el tema identificó que el principal factor predictivo de un trastorno alimenticio es la práctica de dietas restrictivas. A esto se suman factores genéticos, traumas y altos niveles de estrés, todos ellos exacerbados por una cultura que prioriza la delgadez.
Transformaciones físicas y hormonales
La perimenopausia y la menopausia implican cambios hormonales que afectan múltiples sistemas del cuerpo. La caída en los niveles de estrógenos impacta la densidad ósea, el metabolismo, el colesterol y la salud de diversos órganos. Los síntomas incluyen insomnio, ansiedad, niebla mental, incontinencia, colesterol alto, alteraciones dentales, cambios en el cabello, adelgazamiento de la piel y sequedad vaginal.
Aunque el aumento de peso y la redistribución de la grasa abdominal suelen ser los más visibles, los especialistas citados por TIME insisten en que el foco debe estar en la salud general, no en la apariencia.
Críticas a la falta de evidencia y nuevas recomendaciones
A pesar del volumen de consejos sobre pérdida de peso, muchos carecen de sustento científico. Según Bulik, es frecuente que los médicos informen a sus pacientes que perder peso será más difícil con la edad, pero este mensaje tiende a centrarse en la pérdida de juventud más que en la promoción de salud.
En cambio, existen recomendaciones respaldadas por la evidencia: hacer ejercicio regularmente, dormir bien, evitar el tabaco, reducir el alcohol y consumir alimentos ricos en omega-3 son prácticas que mejoran la salud, independientemente de los cambios de peso.
La neurocientífica Lisa Mosconi, autora de The Menopause Brain, desaconsejó el ayuno intermitente y sugirió estrategias como la alimentación consciente, el manejo del estrés y la práctica de yoga como alternativas más seguras y eficaces.
Hacia una mirada más empática del cuerpo femenino
La información difundida por TIME concluye que, aunque la validación de los síntomas de la menopausia ha progresado, aún falta extender esa comprensión al ámbito de la imagen corporal. Los expertos consultados coincidieron en que esta etapa debe ser una oportunidad para aceptar el cuerpo tal como es y centrar los esfuerzos en el bienestar físico y mental, en lugar de perseguir ideales estéticos inalcanzables. Promueven hábitos saludables y aceptación corporal como ejes de una vida plena más allá del peso.