La vacunación fue una de las conquistas más grandes de la medicina moderna, pero su caída pone en riesgo la inmunidad colectiva. (AP Foto/Juan Karita, archivo)

En los últimos años, el mapa inmunológico de la Argentina y también de todo el mundo, muestra un fenómeno preocupante: mientras los avances tecnológicos permiten detectar virus con una precisión inédita, la confianza social en las vacunas tambalea.

La pandemia por Covid-19 reconfiguró las percepciones sobre la inmunización y, en algunos sectores, encendió dudas que los especialistas consideran infundadas.

La consecuencia inmediata de esta desconfianza es clara: la reaparición de enfermedades que durante décadas parecían controladas, como el sarampión o la tos convulsa, y una pérdida de la llamada “inmunidad de rebaño” que protege a quienes no pueden vacunarse.

Un escudo que se construye entre todos

No vacunarse expone a la comunidad a enfermedades inmunoprevenibles, debilitando la protección de quienes no pueden vacunarse. (Freepik)

Durante el Seminario de Periodismo en Salud organizado por MSD Argentina, el pediatra Fernando Burgos, miembro del Departamento Científico de la Fundación Vacunar, fue enfático: “La vacunación no solo protege al individuo, sino que también contribuye a la inmunidad colectiva, resguardando a quienes no pueden vacunarse, contribuyendo a la protección de lactantes o a las personas inmunocomprometidas”.

El especialista explicó que la inmunización es uno de los pilares más efectivos de la salud pública moderna. Las vacunas previenen enfermedades, reducen la mortalidad y evitan complicaciones graves que décadas atrás eran causa de epidemias devastadoras.

Burgos recordó que gracias a ellas fue posible erradicar la viruela y reducir de forma drástica los casos de poliomielitis, sarampión y rubéola.

La inmunización protege a la población vulnerable, como los lactantes y las personas con sistemas inmunes comprometidos. (Min de Salud)

Sin embargo, los números actuales del Informe Nacional de Coberturas del Calendario Nacional de Vacunación (septiembre de 2025) exponen una tendencia que preocupa: mientras las dosis aplicadas en los primeros meses de vida mantienen coberturas altas —como la BCG (87,1%), la Hepatitis B neonatal (83%) o la Quíntuple/Séxtuple (84,7%)—, los refuerzos muestran caídas pronunciadas.

En algunas vacunas clave, como la triple viral o la de varicela en niños de cinco años, la cobertura desciende por debajo del 50%.

Burgos fue claro al advertir que “no vacunar a tiempo a niños y adolescentes expone a la población a enfermedades inmunoprevenibles que pueden tener consecuencias graves o incluso fatales y reduce la posibilidad de la resistencia a los antibióticos”. Un ejemplo paradigmático es el sarampión, que puede causar neumonía o encefalitis, mientras que la tos ferina resulta especialmente peligrosa para los lactantes.

El índice de vacunados por cada enfermedad y lo esperable, en color rojo (Min de Salud)

La inmunización, añadió el pediatra, no debe verse como una obligación administrativa, sino como una práctica constante de salud a lo largo de toda la vida.

“La vacunación no se limita a la infancia —explicó Burgos—, sino que debe acompañarnos durante toda la vida. El sistema inmune cambia con el paso del tiempo y, a medida que envejecemos, se vuelve menos eficiente para responder frente a las infecciones, un proceso conocido como inmunosenescencia. Mantener los esquemas actualizados permite reforzar las defensas naturales y reducir el riesgo de complicaciones graves.

La médica Virginia Verdaguer, directora de asuntos médicos para MSD Cono Sur, coincidió con esa visión: “La vacunación es una herramienta poderosa para protegerse y proteger a nuestros seres queridos de enfermedades prevenibles. La vacunación, mediante un proceso complejo, estimula al sistema inmune para la producción de anticuerpos que ayudan a prevenir las infecciones”.

El desafío, subrayan los especialistas, no radica solo en convencer a los padres o en garantizar la logística, sino en reconstruir la confianza social en un sistema que fue víctima de desinformación y fatiga sanitaria.

La vacunación en las primeras 24 horas de vida protege al recién nacido de enfermedades graves como la tuberculosis y la hepatitis B. (Foto: Ministerio de la Salud)

El costo de la desconfianza y la caída de las coberturas

El ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, expresó su preocupación por la disminución en las tasas de vacunación infantil. En una entrevista con Infobae en Vivo, advirtió que la erosión en la percepción pública tras la pandemia abrió un abanico de miedos que “debilitan uno de los pilares fundamentales de la salud pública”.

Quirós insistió en que “la enorme mayoría de las vacunas han sido testeadas durante décadas, no es el caso de la COVID, pero las demás están probadas y son herramientas insustituibles para salvar vidas”.

Su diagnóstico fue contundente: la primera dosis contra el sarampión alcanza apenas el 75% en la Argentina, y la cobertura de la segunda dosis es mucho más baja. Aunque estos valores no se consideran catastróficos, tampoco garantizan la inmunidad colectiva.

Las coberturas de vacunación infantil bajaron por debajo del 50 por ciento en algunos refuerzos clave del calendario nacional. (Min de Salud)

Incluso en jurisdicciones con alta disponibilidad de recursos, como la Ciudad de Buenos Aires, los estándares están lejos del ideal. Las autoridades temen que el virus pueda reingresar en el país a través de viajeros o eventos internacionales y generar brotes en poblaciones parcialmente inmunizadas.

El ministro también describió un panorama más amplio: “Nuestra medicina se sostiene con niveles presupuestarios comparables a países en vías de desarrollo, aunque la calidad profesional es del primer mundo”. En números concretos, el gasto sanitario per cápita ronda entre los 1.000 y 1.300 dólares al año, mientras que en Europa es cinco veces mayor y en Estados Unidos, diez veces más. Esta brecha económica afecta directamente la capacidad de los sistemas para sostener campañas de vacunación extensivas y sostenidas.

En ese contexto, la vacunación se vuelve no solo una decisión individual, sino también una política de Estado que necesita financiamiento, planificación y compromiso social.

La vacunación no termina en la infancia, mantener los esquemas actualizados refuerza las defensas naturales en todas las edades.
( REUTERS/Baz Ratner)

La reconstrucción del escudo: señales alentadoras

A pesar del panorama de alerta, los datos más recientes del Ministerio de Salud de la Nación muestran una tendencia esperanzadora. Durante 2024 se registró un repunte notable en las coberturas de vacunación, con incrementos de hasta 15 puntos porcentuales en varias dosis esenciales.

Entre los avances más significativos se encuentra la vacuna contra la Hepatitis B, que pasó del 68,1% al 83%; la BCG, de 73,8% a 87,1%; la Quíntuple a los seis meses, de 68,8% a 78,8%; y la triple viral acelular en embarazadas, de 62,2% a 72,4%. También se observaron progresos en las franjas de 5 y 11 años, que alcanzaron coberturas de entre 70% y 76%.

Estas mejoras se deben, en parte, a la implementación del nuevo indicador de cobertura ampliada por cohorte, que permitió unificar criterios entre jurisdicciones y evaluar con mayor precisión el impacto real de las campañas.

El Registro Nominal de Vacunación Electrónico (RNVe) jugó un papel crucial: permitió digitalizar la información de cada persona y mejorar el seguimiento de dosis aplicadas. En 2024, el 62% de las vacunas se registró sin demora en el sistema NOMIVAC, y otro 25% dentro de los 15 días posteriores, lo que representó un salto en eficiencia y trazabilidad.

La digitalización no solo facilitó la gestión sanitaria, sino que también permitió reducir pérdidas. Gracias a un nuevo sistema de cálculo y seguimiento de stock, el Ministerio evitó descartes millonarios y logró una eficiencia presupuestaria equivalente a 120 millones de dólares en 2025.

La inmunosenescencia debilita el sistema inmune con los años, las vacunas son esenciales para prevenir complicaciones graves. (Min de Salud)

La innovación como motor de protección

Entre los hitos del último año, destaca la incorporación de la vacuna contra el virus sincicial respiratorio (VSR), aplicada en embarazadas. En su primer año de implementación alcanzó una cobertura del 67,8% y permitió una reducción del 62% en hospitalizaciones asociadas al virus, además de una caída del 70% en ingresos a terapia intensiva de bebés menores de seis meses.

Estos resultados marcaron un punto de inflexión en la inmunización materno-infantil. Por primera vez, una vacuna previno de forma directa una de las principales causas de internación respiratoria en lactantes.

“Contar con información precisa nos permite seguir fortaleciendo, junto a las provincias, la cobertura de vacunas en todo el país. Además, a través de la planificación y la optimización de las compras logramos evitar descartes millonarios y eficientizar los recursos del Ministerio de Salud. Con tecnología, transparencia y una administración eficiente, podemos mostrar resultados concretos en el cuidado de la salud de los argentinos”, indicó el ministro de Salud de la Nación, Mario Lugones, en su cuenta de X.

El registro electrónico de vacunación permitió mejorar la trazabilidad, optimizar recursos y evitar descartes millonarios. (Min de Salud)

La inmunización, una responsabilidad compartida

Los especialistas coinciden en que las vacunas son víctimas de su propio éxito: al reducir drásticamente las enfermedades que combaten, las nuevas generaciones ya no las perciben como una amenaza real. Pero los virus y las bacterias no desaparecieron, solo permanecen bajo control gracias a la inmunidad colectiva.

El desafío actual no se limita a mantener los niveles de cobertura, sino a recuperar la confianza social. Para Burgos, la estrategia debe incluir comunicación clara, educación continua y políticas públicas sostenidas. “La vacunación es una herramienta poderosa para protegerse y proteger a nuestros seres queridos”, repitió, recordando que su efecto se multiplica cuando la comunidad actúa en conjunto.

Vacunarse, entonces, no es solo una decisión sanitaria. Es un acto de solidaridad, una elección que resguarda a los más vulnerables y refuerza el contrato social que sostiene la salud pública.

En un mundo donde las desinformaciones circulan más rápido que los virus, la inmunización vuelve a ser una frontera simbólica entre el conocimiento y la incertidumbre. Mantenerla firme depende de todos.