El consumo de alimentos ultraprocesados enriquecidos con proteína crece rápidamente, impulsado por influencers y celebridades que los presentan como opciones saludables y eficaces para obtener un cuerpo musculoso.
Sin embargo, especialistas consultados por National Geographic advierten que, pese a la popularidad, estos productos pueden no ser la mejor elección para la salud y podrían desplazar otros componentes esenciales de una dieta equilibrada.
El fenómeno de añadir proteína a snacks y comidas rápidas responde tanto a la demanda del consumidor como a campañas de marketing. Según el informe 2025 de la National Restaurant Association, los llamados “convenience proteins” están entre las principales tendencias alimentarias del año.
Katie Sanders, profesora de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, explica que proliferan los alimentos con proteína añadida en formas muy procesadas, tendencia reforzada por la promoción en redes sociales y la influencia de personalidades mediáticas.
Discusión científica: recomendaciones y realidades
Aunque la proteína es necesaria, la comunidad científica cuestiona si los ultraprocesados deben ser la vía para consumirla. Brian St. Pierre, de Precision Nutrition, señala: “la proteína es la estrella del momento”, pero existe confusión respecto a las recomendaciones diarias.
En Estados Unidos, la guía oficial es de 0,8 gramos por kilogramo de peso corporal al día, cifra que, según Marily Oppezzo, del Stanford Prevention Research Center, apenas evita deficiencias. Oppezzo y St. Pierre recomiendan entre 1,2 y 2,2 gramos para quienes buscan mantener o ganar músculo, aunque advierten que más allá de ese rango no existen beneficios adicionales.
El cuerpo humano no almacena proteína. Si no se consume la suficiente, utiliza el músculo como reserva, lo que puede producir pérdida muscular y ósea. Este nutriente también regula la saciedad, permitiendo sentirse satisfecho con menos calorías.
Exceso de suplementos, déficit de fibra
A pesar del énfasis mediático en la proteína, la mayoría de los estadounidenses ya cumple las cantidades recomendadas, salvo adultos mayores. No hay evidencia de que la población joven necesite más proteína. La verdadera deficiencia en la dieta estadounidense es el consumo de fibra: el 95% no alcanza niveles aconsejados, según estudios recientes.
Expertos advierten que priorizar snacks proteicos ultraprocesados puede desplazar alimentos ricos verdaderamente en fibra y nutrientes, como frutas y cereales integrales. “La obsesión por la proteína puede desplazar frutas, verduras, fibra y fitonutrientes”, advirtió Oppezzo.
Marketing, género y nuevos ideales
Sanders sostiene que el auge de estos productos obedece también a cambios en los ideales corporales, especialmente femeninos. Cada vez más mujeres asocian la proteína a resultados deportivos, reforzando el mercado de snacks diseñados para ellas, como palomitas enriquecidas promovidas por celebridades.
Este marketing diferencia los envases dirigidos a mujeres, utilizando colores pastel y mensajes positivos, de los suplementos tradicionales para hombres.
Precauciones y límites
Expertos subrayan que estos ultraprocesados no deben ser la principal fuente de proteína. St. Pierre señala: “Una galleta de proteína sigue siendo una galleta”, y recomienda que estos alimentos no superen el 20% o 30% de las calorías diarias.
Si bien pueden formar parte de la dieta, no equivalen nutricionalmente a carnes magras, pescado, huevos ni legumbres. Además, el exceso de proteína puede ser perjudicial, sobre todo para personas con enfermedades renales o quienes consumen grandes cantidades de carne roja, con riesgos como aumento del colesterol.
La cultura del suplemento y la preparación obsesiva de comidas pueden, según Sanders, alejar a las personas del componente social y cultural de comer, reduciendo la alimentación a una búsqueda de resultados físicos y desdibujando el placer y el equilibrio.
Una dieta diversa y natural como clave
Frente a la complejidad de la oferta y las modas alimentarias, los especialistas coinciden en que la prioridad debe ser una dieta variada, con proteínas de calidad y alimentos poco procesados.
Carnes magras, pescado, huevos, productos de soja y lácteos, junto a frutas, verduras y cereales integrales, permiten alcanzar el equilibrio nutricional sin depender de ultraprocesados enriquecidos con proteína. La variedad y la moderación siguen siendo esenciales para la salud.