El reloj del dengue ya empezó a correr, y el invierno puede ser un aliado posible. Mientras las temperaturas bajan y la amenaza del mosquito Aedes aegypti parece alejarse, los especialistas insisten en lo contrario: el momento de actuar es ahora. Con la frase. Por eso, iniciar el esquema de vacunación durante los meses fríos es clave para llegar al verano con la protección completa frente al dengue, una enfermedad que ya no conoce estaciones como lo fue años antes.
“El invierno no es una pausa, es una ventana de oportunidad”. Con esta frase, la Dra. Florencia Cahn, directora de vacunas de la Fundación Huésped y miembro de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología, subraya la urgencia de actuar antes de que el dengue vuelva a golpear con fuerza en la Argentina.
La advertencia no es retórica: los especialistas insisten en que los próximos tres meses resultan decisivos para iniciar el esquema de vacunación y así llegar al verano con la protección completa que ofrece la vacuna tetravalente. En este contexto, la noticia principal es clara: expertos recomiendan comenzar la vacunación contra el dengue durante el invierno para garantizar la inmunización total antes de la temporada de mayor circulación viral.
El dengue ha dejado de ser una enfermedad limitada a zonas tropicales o a ciertos meses del año. En los últimos años, el virus ha encontrado condiciones propicias para expandirse en el país, con brotes cada vez más intensos, frecuentes y extendidos territorialmente. Según los especialistas la estrategia de vacunarse en invierno responde a la necesidad de completar el esquema de dos dosis, separadas por 90 días, antes de que aumenten los casos en verano. La vacuna tetravalente requiere este intervalo para alcanzar la inmunidad óptima, lo que convierte al invierno en el momento ideal para iniciar el proceso.
La Dra. Cahn, advierte sobre un error común: “Muchas personas creen que la segunda dosis de la vacuna funciona como un refuerzo, pero no es así. El esquema completo requiere dos dosis. Con una sola, la protección a largo plazo es incompleta”. La puntualidad en la aplicación de la segunda dosis resulta fundamental para lograr el nivel de inmunidad que reduce de manera significativa tanto los casos sintomáticos como las hospitalizaciones.
El impacto de la vacunación ha sido contundente. De acuerdo con los resultados del programa TIDES, que evaluó la eficacia y seguridad de la vacuna en más de 20.000 personas durante 4,5 años en ocho países de América Latina y Asia, la vacunación logró reducir un 84% las hospitalizaciones por dengue y un 61% los casos sintomáticos.
Estos beneficios se observaron tanto en personas con antecedentes de infección como en quienes nunca habían contraído el virus. El Dr. Pablo Bonvehí, jefe de Infectología del Hospital Universitario CEMIC y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, destaca: “Estamos hablando de una vacuna que, con dos dosis, reduce significativamente la probabilidad de cursar un cuadro clínico que requiera internación”.
La vacuna tetravalente, disponible en Argentina desde noviembre de 2023, se basa en un virus atenuado derivado del serotipo DENV-2, modificado genéticamente para ofrecer inmunidad cruzada frente a los otros tres serotipos. Su registro abarca a partir de los 4 años, aunque existen contraindicaciones para mujeres embarazadas o en período de lactancia y personas con inmunodeficiencias. La consulta médica y la prescripción resultan imprescindibles antes de iniciar el esquema.
El acceso a la vacuna se ha ampliado tanto en el sector público como en el privado. Algunas provincias han adquirido partidas para inmunizar a poblaciones de mayor riesgo, mientras que en el ámbito privado puede conseguirse en vacunatorios, farmacias y droguerías. El precio es similar o inferior al de otras vacunas modernas, y más de 50 obras sociales y prepagas ofrecen cobertura parcial o total.
Además, existen descuentos por pago en efectivo y opciones de cuotas sin interés en algunos centros.
El contexto epidemiológico argentino refuerza la urgencia de la vacunación. Desde 2010, los intervalos entre epidemias se han acortado de manera notable, tendencia que se intensificó en los últimos cinco años. Los años 2023 y 2024 concentraron el 83% de los casos históricos registrados en el país desde la reemergencia del dengue en 1998. En la temporada 2024-2025, el Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud notificó 20.296 casos sospechosos de dengue, de los cuales el 93% fueron autóctonos y el 7% importados de países como Brasil, Cuba, México, Maldivas, Tailandia, India y Perú.
El brote más reciente desbordó centros de salud, incrementó las consultas en guardias y provocó un alto ausentismo escolar y laboral. La región Centro, integrada por CABA, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, ha pasado a concentrar más del 50% de los casos nacionales durante la epidemia de 2024, desplazando a las históricas zonas del NOA y NEA. Además, desde 2023 se ha constatado la circulación viral durante el invierno en el NEA y un inicio más temprano de los casos, lo que evidencia un cambio en la temporalidad del dengue.
La Dra. Analía Urueña, directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad Isalud, explica que la infección por dengue puede ser asintomática o leve en el primer contagio, pero el riesgo de formas graves aumenta con una segunda infección por un serotipo diferente.
“Luego de una primera infección, se logra la protección permanente contra ese serotipo, mientras que es transitoria contra los otros tres. En una segunda infección por dengue, la presencia de un serotipo diferente al de la primera vez aumenta significativamente el riesgo de desarrollar formas graves de la enfermedad, que pueden llegar a ser potencialmente mortales”, señala. Incluso en la primera infección pueden presentarse cuadros graves, lo que refuerza la importancia de la vacunación, también para quienes ya han tenido dengue.
La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud coinciden en que la vacunación debe integrarse en una estrategia más amplia, que incluya la eliminación de criaderos de mosquitos, la educación comunitaria, el monitoreo ambiental y la atención clínica oportuna. A nivel global, aproximadamente la mitad de la población mundial está en riesgo de contraer dengue y se producen entre 100 y 400 millones de infecciones cada año.
El comportamiento epidemiológico del dengue resulta impredecible y depende de factores como el clima, la presencia del vector, la movilidad humana y la prevalencia de serotipos. Los especialistas advierten que la expansión del dengue no responde solo a patrones climáticos o geográficos, sino también a la urbanización desordenada y la falta de infraestructura básica para el manejo del agua y los residuos.
“El abordaje del dengue exige un enfoque multisectorial, sostenido y basado en evidencia científica. La vacunación es, sin duda, una de las herramientas más eficaces y disponibles para reducir la carga de enfermedad en la población”, concluye la Dra. Urueña.