“Aunque sean de venta libre, no hay que tomar suplementos sin supervisión médica”, coincidieron especialistas consultados por Infobae (Freepik)

Son las 2 de la mañana y Carla sigue inmersa en su celular scroleando sin poder dormirse. A medianoche tomó un suplemento de magnesio, que sumó hace unas semanas a su rutina para mejorar el descanso, pero no logra conciliar el sueño.

Carla podría ser cualquier persona que, agobiada por las actividades diarias y el ritmo de vida actual, decidió comprar por internet una de esas píldoras que se ofrecen como “la salvación” para el buen dormir.

Del colágeno al magnesio, de los multivitamínicos al ácido fólico, en el último tiempo el auge de los suplementos dietarios dejó de ser un fenómeno aislado para instalarse como parte de la vida cotidiana de millones de personas. ¿Pero cuántos los necesitan realmente? ¿Qué dice la ciencia sobre su eficacia? ¿Y cuáles son los riesgos de consumirlos sin indicación médica?

La respuesta, según tres especialistas consultados por Infobae, es clara: la suplementación puede ser útil, pero no debe usarse sin control ni justificación clínica.

Un fenómeno global: más consumo, más marketing

“Pensamos ‘tomo esta pastilla y estoy cubierto’, pero no funciona así”, advirtió el genetista Jorge Dotto sobre el auge de los suplementos (Freepik)

El aumento del consumo de suplementos no es una percepción aislada.

Para el médico genetista Jorge Dotto (MN 107.411), este fenómeno responde a varios factores, entre ellos el avance del conocimiento: “Hoy tenemos más información científica y eso es la evolución del conocimiento. Es medicina basada en la evidencia, y en algunos casos, los temas ‘explotan’ de manera masiva como este”, comenzó a analizar consultado por Infobae.

De acuerdo con el médico clínico Ramiro Heredia (MN 117.882) del departamento de Medicina Interna del Hospital de Clínicas José de San Martín en Buenos Aires, según datos de la Encuesta Nacional sobre Salud y Nutrición (NHANES, por su sigla en inglés), una gran encuesta nacional de los Estados Unidos, que evalúa el estado de salud y nutricional de adultos y niños “el 52% de la población consultada reportó haber consumido al menos un suplemento dietario en los últimos 30 días, y el 31% reportó el consumo de algún suplemento con multivitaminas y minerales”.

“La mayoría probablemente no tengamos que tomar suplementos”, aseguró el médico clínico Ramiro Heredia sobre la población general (Canva)

No obstante, este tipo de consumos no siempre responde a necesidades médicas reales. La licenciada en Nutrición Laura Romano (MN 5992) lo interpreta como una tendencia compleja, donde “hay una mayor conciencia sobre el bienestar y la salud preventiva” pero también “una industria muy hábil para capitalizar las inseguridades de la población”.

“Hoy vemos una especie de ‘efecto contagio’”, señaló Romano. En esa línea, advirtió que “hay muchísimo marketing y también mucho FOMO (ese miedo a estar perdiéndose de algo). Como ‘todos se suplementan’, parece que si no lo hacés, estás en desventaja”.

¿Todos necesitamos suplementos? La respuesta médica es no

“Uno de los mayores riesgos es el consumo de suplementos como atajo para no revisar hábitos”, afirmó Laura Romano (Freepik)

Las motivaciones detrás del consumo de suplementos son múltiples. Heredia enumeró algunas de las razones más frecuentes: “mejorar los niveles de energía, aumentar el rendimiento físico y cognitivo, tratar de ganarle al envejecimiento, prevenir enfermedades, mejorar la piel y el cabello, dormir mejor, cuidar el corazón y el cerebro”.

Sin embargo, fue contundente: “la evidencia para todo esto, en una población sana, adulta, sin un déficit demostrado, no es concluyente”.

De hecho, recordó que en 2022 la revista JAMA publicó una revisión de 84 estudios que incluyeron a más de un millón de individuos. El trabajo, realizado por la Task Force de expertos multidisciplinarios, concluyó que “la evidencia es insuficiente para recomendar el uso de suplementos de vitaminas y minerales para la prevención de la enfermedad cardiovascular y el cáncer”.

Para Romano, el problema aparece cuando se presenta a los suplementos “como soluciones mágicas, aplicables a todos por igual, sin considerar el contexto individual ni revisar antes aspectos fundamentales como la alimentación, el descanso, el movimiento o el manejo del estrés”.

“No todos necesitamos lo mismo, ni en la misma dosis, ni por el mismo tiempo”, señalaron los especialistas sobre la suplementación (Freepik)

En la misma línea, Dotto coincidió: “La mayoría de las personas que llevan adelante un tipo de alimentación saludable cubren perfectamente los requerimientos de micronutrientes y no hay necesidad de tomar un suplemento”. Aun así, advirtió que muchas veces, frente a síntomas difusos como fatiga o cansancio, se tiende a buscar una respuesta inmediata: “Si me siento mal, pensamos automáticamente: ‘¿qué tengo que tomar para sentirme bien (suplemento o medicamento)?’, pero no pensamos ‘¿qué tengo que sacar de mi dieta para lograr ese objetivo?’”.

Sin embargo, el genetista reconoció que “lo que más se ve es el riesgo de tener baja la vitamina D en sangre, que luego se confirma en la mayoría de los casos en los análisis de sangre”. “La vitamina D es crucial para el mantenimiento de la salud de los huesos y músculos, ya que ayuda al cuerpo a la absorción de calcio y fósforo. Pero, también tiene un rol clave en el funcionamiento del sistema inmune y cerebro -amplió-. Tiene efectos directos sobre el epigenoma (la colección de todas las etiquetas epigenéticas del ADN) y la expresión de más de 1000 genes de diferentes células y tejidos del cuerpo”.

Riesgos del consumo de suplementos sin control médico

“Mucho de este auge tiene que ver con la industria, la publicidad, las redes sociales, influencers e incluso algunos profesionales”, advirtió Heredia (Freepik)

Aunque el imaginario social asocia los suplementos con salud y prevención, su uso indiscriminado puede generar consecuencias adversas. “Uno de los mayores riesgos actuales es el consumo de suplementos sin indicación profesional”, remarcó Romano, quien señaló que “el hecho de que algo sea ‘natural’ no significa que sea inofensivo”.

Heredia fue directo: “Estos suplementos no dejan de ser medicamentos, que como pueden tener un efecto terapéutico, también pueden tener efectos adversos”. También apuntó a la influencia de redes sociales, influencers y hasta profesionales de la salud que “recomiendan su consumo a partir de experiencias personales y evidencia científica no concluyente”.

En su práctica clínica, Dotto identificó casos extremos: “El récord lo vi hace unos tres años, una mujer en New York, Estados Unidos. Se sentía mal y presentaba múltiples síntomas, ¡y tomaba 27 suplementos por día!”. El especialista, que trabaja con diagnóstico genético y manejo de intolerancias alimentarias, explicó que muchos síntomas asociados al déficit de energía tienen otras causas.

“Muchas veces nos consultan personas que dicen tener falta de energía y cansancio, y en la mayoría de los casos es un alimento o bebida rico en histamina que le está causando este malestar de cansancio diario que confirmamos cuando diagnosticamos que tiene una intolerancia a esta sustancia -explicó-. Un tipo de intolerancia alimentaria desconocida por el 99% de las personas y muy frecuente en la población general, ya que estimo que afecta a un 12-15%”.

Indicaciones clínicas: cuándo sí se recomiendan

“La suplementación no debería ser una moda, sino una herramienta justificada” (Imagen Ilustrativa Infobae)

Lejos de desestimar su utilidad, los tres profesionales coincidieron en que los suplementos pueden tener un rol clave, siempre que haya evidencia que lo justifique. Heredia aclaró que las recomendaciones generales no aplican “a embarazadas, a mujeres con deseo o con posibilidades de concebir, a personas con ciertas enfermedades crónicas, a personas con déficit nutricional documentado, ni a niños”.

En el caso del embarazo, señaló que “las mujeres embarazadas o con deseo de concebir deben tomar diariamente ácido fólico: sabemos que esto previene defectos en el cierre del tubo neural y así, enfermedades del sistema nervioso en el niño por nacer”.

Romano lo resumió con claridad: “Desde la nutrición, se indica cuando hay una necesidad concreta —una carencia evidenciada en análisis o en la clínica del paciente— y no como recurso automático”.

Dotto, por su parte, indicó que su equipo trabaja con análisis genéticos para identificar predisposiciones individuales a deficiencias de vitaminas como la A, B2, B6, B7, B9, B12, C y D. “Cuando identificamos variantes de riesgo, recomendamos su dosaje en una rutina de sangre y una nutricionista diseña un plan de alimentación personalizado de acuerdo a los resultados genéticos”, señaló.

Y enfatizó: “En caso de que sea necesario utilizar un suplemento porque hay evidencia clínica o un dato de laboratorio que lo demuestre, debería ser indicado por un médico o nutricionista, luego de una evaluación clínica y un análisis de laboratorio correspondiente”.

Vitaminas clave bajo la lupa

“Estos suplementos no dejan de ser medicamentos”, señaló Ramiro Heredia, y advirtió sobre sus efectos adversos (Freepik)

En la experiencia clínica y genética de Dotto, dos micronutrientes se destacan por su relevancia y frecuencia de déficit: vitamina D y vitamina B9 (folato). Sobre la primera, explicó que “es crucial para el mantenimiento de la salud de los huesos y músculos, ya que ayuda al cuerpo a la absorción de calcio y fósforo. Pero también tiene un rol clave en el funcionamiento del sistema inmune y cerebro”.

La deficiencia de vitamina D, indicó, “es una condición frecuente en la población con antecedentes ancestrales europeos, especialmente los que provienen del norte de Europa”. Se estima que afecta al 35% de la población mundial, con una prevalencia de insuficiencia que llega al 50%.

Sobre el folato, explicó que se estudian variantes del gen MTHFR que afectan su metabolismo, especialmente en mujeres con problemas de fertilidad. En esos casos, se indica metilfolato, “la versión activa de la vitamina B9 que es diferente a la versión sintética de esta vitamina llamada ácido fólico”.

Heredia también subrayó la importancia de prestar atención a ciertas poblaciones, como veganos y vegetarianos, en quienes “muchas veces se revisan y controlan los niveles, por ejemplo, de vitamina B y sus metabolitos”.

La manera correcta de comenzar: diagnóstico y acompañamiento profesional

“No se trata de demonizarlos”, señaló la nutricionista Laura Romano, pero advirtió sobre el uso de suplementos sin indicación profesional (Freepik)

Los tres especialistas fueron unánimes en un punto: nunca hay que automedicarse, aunque los productos sean de venta libre.

Heredia lo explicó con precisión: “Si tenemos interés en tomar suplementos, lo ideal es consultar a nuestro médico clínico, generalista o de familia, es decir, nuestro médico de cabecera y que éste, basado en nuestra situación personal, antecedentes médicos, hábitos, enfermedades y en análisis clínicos, si tenemos algún déficit en particular, elija qué suplemento, en qué dosis y por cuánto tiempo lo vamos a tomar”.

Romano propuso preguntas clave antes de incorporar cualquier producto: “¿Esto responde a una necesidad real? ¿Me lo indicó un profesional que conoce mi historia clínica? ¿Lo estoy usando como complemento de un estilo de vida saludable, o como un atajo para no cambiar lo que realmente necesito revisar?”.

Dotto también fue enfático y consideró que “aunque sean de venta libre, no hay que tomar suplementos sin supervisión médica”. Y recomendó, además, prestar atención a las fuentes de información: “Si se ve alguna publicación sobre cualquier tema en las redes sociales, siempre recomiendo observar si están incluidas las referencias bibliográficas en el texto principal o un comentario del autor que validan el contenido compartido”.

Finalmente, Romano recordó que “la base siempre van a ser los hábitos. Comer mejor, movernos más, dormir bien, cuidar el estrés. Los suplementos pueden sumar, pero nunca reemplazar esto que es la clave”.