La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, según la Organización Mundial de la Salud y se encuentra influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos hasta religiosos y espirituales.
El Día Mundial de la Salud Sexual fue establecido en 2010 por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS). Su propósito es crear conciencia sobre la importancia de la salud sexual y reproductiva, promoviendo el bienestar físico, mental y social en la sexualidad.
Con frecuencia, las preocupaciones cotidianas, el trabajo, el cuidado de los hijos y otros compromisos suelen absorber la atención y llevar al descuido de la relación de pareja. Esta dinámica frecuente genera estrés y ansiedad, lo que repercute de manera negativa en la vida sexual. Las consecuencias abarcan desde dificultades en la comunicación hasta disfunciones que afectan la vida sexual y el vínculo afectivo.
Según la Clínica Mayo, en el deseo sexual pueden influir los factores psicológicos, las relaciones interpersonales e incluso los culturales. “Por ejemplo, la depresión, la ansiedad, una imagen corporal negativa, una relación nociva, y los antecedentes de abuso sexual o físico pueden repercutir sobre el deseo sexual“.
Es sumamente importante prestar atención a estos problemas ya que inciden en la salud y el bienestar integral de la persona.
El doctor Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación REPRO, afirmó: “Una vida sexual satisfactoria no solo fortalece el vínculo de pareja, sino que también favorece la fertilidad. El deseo, la excitación y el orgasmo son, en sí mismos, un ‘ejercicio aeróbico’ de intensidad que aumenta la circulación, mejora la oxigenación, y el aporte de nutrientes, libera hormonas, eleva el bienestar y favorece que el sistema reproductivo funcione en su mejor versión», destacó el médico.
También explicó la influencia del estrés y la ansiedad en la búsqueda de un hijo mediante un tratamiento de fertilización: “La presión, la ansiedad y la rutina de los tratamientos pueden impactar de manera negativa. Y aunque no siempre se hable de ello, la buena noticia es que la sexualidad tiene solución si se la atiende», remarcó.
De acuerdo al doctor Robert B. Weiss, sexólogo clínico y psicoterapeuta, “los efectos del estrés y la ansiedad, independientemente de su causa, pueden variar según la etapa de la relación (nueva o duradera), la dinámica relacional de la pareja y la capacidad de cada persona para gestionar estos sentimientos incómodos”.
Y añadió: “Para algunas personas, estos sentimientos pueden generar la necesidad o el deseo de distanciarse emocionalmente. Para otras, estos sentimientos pueden exacerbar conductas sexuales problemáticas, como la infidelidad, el consumo de pornografía y la actividad sexual compulsiva”, expresó en Psychology Today.
5 efectos del estrés y la ansiedad en la sexualidad
1. Disminución del deseo sexual, resultado frecuente de la sobrecarga emocional y mental. El exceso de responsabilidades, la preocupación constante y la falta de desconexión suelen generar un alejamiento del interés por la intimidad.
Según un estudio de la Universidad de Ohio, publicado en Affective Science, la anticipación de una conversación estresante en una pareja puede afectar su comportamiento y sentimientos. Esto demuestra cómo el estrés puede influir en la dinámica de la relación y, en consecuencia, en la vida sexual.
2. Aumento de la irritabilidad y los conflictos, una combinación que suele interrumpir los momentos de cercanía en la pareja. Las discusiones recurrentes y la intolerancia mutua crean un ambiente tenso, dificultan la comunicación y la comprensión recíproca, lo que también afecta la vida sexual.
3. Dificultad para relajarse y disfrutar de la intimidad constituye otro efecto relevante. El cuerpo y la mente en estado de alerta permanente presentan obstáculos para experimentar placer o presencia emocional durante el encuentro sexual. Este fenómeno se vincula con la incapacidad de “desconectar” de las preocupaciones externas, lo que interfiere en la respuesta sexual y el bienestar conjunto.
“Las presiones económicas y los conflictos familiares suelen generar distanciamiento emocional, lo que dificulta la intimidad emocional y física. Las parejas también pueden sentir mayor ansiedad debido a las expectativas, ya sean tácitas o explícitas, de una relación y una vida perfectas», detalló Weiss.
4. El estrés sostenido puede producir disfunciones sexuales, como la anorgasmia, la disfunción eréctil o el dolor durante las relaciones. Según la Clínica Mayo, “la ansiedad o la depresión sin tratar pueden ocasionar la disfunción sexual o contribuir a ella. Lo mismo sucede con el estrés crónico, los antecedentes de abuso sexual, la preocupaciones del embarazo y las exigencias de tener un bebé“.
Además, el estrés y las preocupaciones relacionadas con la salud mental pueden causar disfunción eréctil o empeorarla, según la entidad.
5. La incomunicación sobre deseos y necesidades sexuales, debida a la ansiedad, restringe la posibilidad de que la pareja encuentre soluciones o busque ayuda profesional.
6. Preocupaciones sobre la imagen corporal: “el estrés y la ansiedad pueden llevar a excesos en las comidas (y entre comidas) y a una reducción del ejercicio, lo que a su vez puede generar inseguridad en la imagen corporal, particularmente en las relaciones nuevas”, explicó Weiss.
7. Distancia geográfica de la pareja: “Estar separados por cuestiones como viajes de trabajo y compromisos familiares puede generar una falta de cercanía y la comunicación virtual a menudo parece insuficiente”, indicó el experto.
La importancia de hablar, conocerse y buscar ayuda
El doctor Pasqualini destacó que la sexualidad es una parte esencial de los hábitos de vida saludable. “Sin embargo, muchas parejas no se animan a hablar de gustos, necesidades o herramientas que pueden mejorarla: desde juguetes sexuales hasta recursos audiovisuales. Y cuando las dificultades persisten, la consulta con un/a sexólogo/a especializado/a puede revertir situaciones que de otra manera afectarían tanto la vida íntima como el proyecto reproductivo».
Finalmente, el doctor concluyó: “En definitiva, se puede vivir sin sexo, pero si se lo tiene y se lo cuida, es un plus que potencia la salud, la fertilidad y la calidad de vida. Por eso, visibilizar y dar lugar a la sexualidad en el tiempo de búsqueda es fundamental: porque hablar de lo que no se habla puede marcar la diferencia”.
Recomendaciones para fortalecer la intimidad del doctor Weiss
- Reservar tiempo exclusivo en pareja, con encuentros presenciales o citas virtuales en caso de distancia.
- Comunicar abiertamente las fuentes de estrés y emociones, para fortalecer el vínculo y facilitar el apoyo mutuo.
- Limitar compromisos laborales y sociales externos para priorizar la relación.
- Crear pequeños rituales compartidos, como mirar una serie juntos o salir a caminar, que refuercen la intimidad.
- Practicar el autocuidado con hábitos saludables, ejercicio y atención plena, para favorecer el bienestar y la confianza.
- Organizar el tiempo y fijar límites para reducir el estrés y favorecer la conexión emocional.