La colaboración entre ojos y cerebro es fundamental en la manera en que los seres humanos interpretan la realidad. Aunque las imágenes que percibimos no siempre se corresponden con lo que realmente sucede, esta alianza sensorial fue decisiva para la evolución y la supervivencia de la especie, según publicó National Geographic. Pero, ¿cuál es el límite?
Lo cierto es que el sentido de la vista comienza con las células especializadas de la retina, conocidas como bastones y conos, que capturan la intensidad y el color de los rayos de luz que atraviesan la córnea. Estas señales son enviadas al cerebro, que las interpreta y nos permite, por ejemplo, disfrutar del espectáculo cromático de una puesta de sol.
Además de captar imágenes, los ojos tienen la capacidad de enfocarlas y detectar movimientos inesperados en cuestión de milisegundos, una capacidad que, en épocas prehistóricas, significaba la diferencia entre la vida y la muerte. Aquellos homínidos que reaccionaban rápidamente a estímulos visuales tenían mayores probabilidades de evitar ser presa de depredadores.
Los movimientos sacádicos y sus implicancias
La clave de esta capacidad reside en los movimientos sacádicos: rápidos desplazamientos oculares que permiten escanear el entorno de forma eficaz. Durante una conversación, los ojos no permanecen fijos en un único punto del rostro del interlocutor, sino que se mueven de manera inconsciente entre los ojos, la boca, la nariz y otros elementos del entorno. Sin embargo, no recordamos el recorrido de estos movimientos, solo las imágenes fijas que forman nuestra percepción global.
Este mecanismo es una respuesta adaptativa a las limitaciones físicas y cognitivas de nuestra biología. Para captar todo el campo visual con la misma nitidez, necesitaríamos ojos y cerebros mucho más grandes y consumidores de energía. En su lugar, el cerebro “rellena” los vacíos de información para ofrecernos una imagen coherente. Esta estrategia, aunque eficiente, es vulnerable: ilusionistas y magos la explotan para crear engaños.
La ciencia desvela los límites de la percepción visual
El estudio, publicado en Nature Communications, se centró en los movimientos sacádicos y permitió a la ciencia entender mejor la relación entre percepción y procesamiento cerebral. Según investigaciones del Cluster of Excellence Science of Intelligence de la Universidad Técnica de Berlín (TU Berlín), estos movimientos pueden durar entre 20 y 200 milisegundos, dependiendo de la distancia recorrida por la mirada. Durante la lectura, por ejemplo, el tiempo promedio entre palabra y palabra es de apenas 20 a 30 milisegundos.
El estudio también planteó una cuestión clave: ¿qué ocurre cuando un objeto se mueve más rápido que nuestros ojos? La respuesta, según los investigadores, es que simplemente se vuelve invisible. Además, comprobaron que la velocidad de los movimientos sacádicos de cada persona predice el umbral a partir del cual un estímulo deja de ser perceptible.
Una ventaja competitiva en el mundo moderno
La variabilidad genética confiere a algunas personas una mayor velocidad ocular, lo que les proporciona una ventaja en situaciones que requieren reacciones ultrarrápidas. Los investigadores sugieren que profesionales como jugadores de videojuegos de acción, fotógrafos de naturaleza, pilotos de competición y beisbolistas podrían compartir esta característica.
Esta habilidad les permite captar detalles fugaces y tomar decisiones precisas en fracciones de segundo, una capacidad indispensable para enfrentar retos como ganar una partida, localizar un animal en la espesura, conducir un monoplaza de Fórmula 1 o batear una pelota a 150 km/h. Sin embargo, en áreas como la fotografía, la preparación y el conocimiento del entorno, junto a un inevitable componente de azar, siguen siendo determinantes para lograr resultados extraordinarios.
Más allá del ámbito deportivo o artístico, los hallazgos también abren nuevas líneas de investigación en neurociencia, psicología cognitiva y diseño de interfaces visuales. Comprender los límites y capacidades del sistema visual humano podría influir en la forma en que se desarrollan sistemas de realidad aumentada, entrenamiento militar y tecnologías de asistencia para personas con dificultades visuales, marcando así un nuevo horizonte para la aplicación práctica del conocimiento sobre los movimientos sacádicos.