La personalidad influye en la motivación y el disfrute del ejercicio, pero no limita los progresos físicos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Las diferencias en la forma de encarar el ejercicio físico no dependen solo de la fuerza de voluntad o la condición física.

Estudios recientes demuestran que los rasgos de personalidad influyen de manera significativa en la elección de la intensidad, el tipo de actividad y el nivel de compromiso con el entrenamiento. Sin embargo, la personalidad no impone límites a los resultados físicos que se pueden alcanzar.

La personalidad: el motor invisible del ejercicio

La personalidad desempeña un papel crucial en la motivación y el disfrute relacionados con la actividad física.

Un estudio desarrollado por el University College London (UCL) y el Instituto de Deporte, Ejercicio y Salud (ISEH), señala que los rasgos personales influyen en la preferencia y la satisfacción percibida durante el ejercicio, pero no determinan el éxito ni los cambios físicos que se pueden alcanzar con un programa de entrenamiento sistemático.

La constancia y los programas bien diseñados permiten avances físicos similares para todos los perfiles (Imagen Ilustrativa Infobae)

Comprender cómo las características individuales afectan la adherencia y la vivencia de la actividad física puede ayudar a personalizar los programas, facilitar la constancia y, sobre todo, transformar el ejercicio en una práctica placentera y sostenible. El enfoque actual apunta a reconocer la singularidad de cada persona y cómo eso puede transformar la relación con el movimiento.

Una investigación tras la pandemia

El estudio, citado por Psychology Today, tuvo como objetivo analizar en detalle el papel de la personalidad en la motivación, el compromiso y la satisfacción derivados del ejercicio físico. El contexto de la investigación surge después de los confinamientos por la COVID-19.

La muestra incluyó a 130 voluntarios, quienes realizaron una evaluación física en laboratorio, respondieron cuestionarios sobre los cinco grandes rasgos de la personalidad y el estrés percibido, y siguieron un plan de entrenamiento de ocho semanas.

Este programa consistió en tres sesiones semanales de ciclismo a diferentes intensidades y una sesión de fuerza. Después de cada entrenamiento, los participantes valoraron su disfrute, y al concluir, repitieron las pruebas físicas y los cuestionarios en laboratorio. Esto permitió analizar la evolución tanto física como psicológica a lo largo del protocolo.

Los escrupulosos logran mejores resultados físicos, aunque su motivación principal es la salud a largo plazo (Imagen Ilustrativa Infobae)

El logro físico no distingue perfiles

El resultado más relevante, recogido por Psychology Today, es claro: todos los participantes mejoraron en fuerza y resistencia, independientemente de su perfil de personalidad. Esto refuerza la idea de que, aunque las diferencias personales afectan el proceso y las sensaciones subjetivas, no establecen barreras reales a los beneficios físicos derivados del ejercicio regular.

El hallazgo desmitifica la creencia de que ciertas personalidades están condenadas a lograr menos avances físicos o a desistir rápidamente.

La evidencia indica que la constancia y la exposición a programas bien diseñados permiten progresos similares para todos, sin importar de dónde surge la motivación, ya sea el placer, la curiosidad, la disciplina o la búsqueda de alivio ante el estrés. La biología responde al estímulo regular, aunque el recorrido emocional y mental sea distinto según cada individuo.

El éxito en el ejercicio depende de la adaptación y de escuchar las propias motivaciones, más allá de la personalidad (Imagen Ilustrativa Infobae)

Escrupulosos, extrovertidos y su manera de moverse

Las personas escrupulosas —identificadas por su alto nivel de disciplina y organización— fueron las que más horas dedicaron a la actividad física cada semana y obtuvieron los mejores resultados en las pruebas: menor porcentaje de grasa corporal, mayor nivel de actividad y puntajes más altos en fuerza y resistencia del core.

A pesar de estos logros, el grupo no manifestó mayor disfrute por ninguna actividad en particular, lo que coincide con la interpretación de que su motivación principal es la salud a largo plazo más que el placer inmediato.

Los extrovertidos, en contraste, mostraron una preferencia clara por las actividades de alta intensidad. Este perfil disfrutó más de estas sesiones y se comprometió especialmente en las pruebas posteriores, obteniendo mejores avances en resistencia.

Estos dos perfiles muestran cómo rasgos contrapuestos pueden conducir a la adherencia y al progreso, cada uno siguiendo un motor interno distinto. Para los escrupulosos, el cumplimiento y la salud; para los extrovertidos, la intensidad y el estímulo. Ninguno es mejor: cada camino permite sostener el ejercicio cuando se adapta al propio estilo.

Los extrovertidos prefieren actividades intensas y muestran mayor disfrute y compromiso en el ejercicio (Imagen Ilustrativa Infobae)

El factor estrés: el caso de los neuroticistas

El neuroticismo se asocia a la tendencia a preocuparse y a la autocrítica. En el estudio, quienes presentaban un alto nivel en este rasgo valoraron especialmente la privacidad y la independencia durante el entrenamiento, decantándose por actividades más estructuradas y pausadas y evitando la supervisión constante.

Estas preferencias influyeron en su experiencia subjetiva, mostrando un disfrute particular cuando se respetaba su necesidad de control y espacio.

El caso de los neuroticistas refuerza la importancia de considerar tanto el bienestar subjetivo como el objetivo. Adaptar la dinámica y el entorno del ejercicio según las necesidades emocionales puede marcar la diferencia en la permanencia y la satisfacción con el programa.

La curiosidad mueve a los abiertos a nuevas experiencias

Otro rasgo analizado fue la apertura a nuevas experiencias, presente en el 77% de los participantes. Estas personas no se sintieron particularmente atraídas por las sesiones más intensas de ciclismo, pero sí demostraron una inclinación notable a participar en evaluaciones posteriores, impulsadas por la curiosidad y el deseo de conocer sus propios avances.

Un estudio revela que los rasgos personales condicionan la preferencia y el compromiso con el entrenamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este perfil sugiere que la motivación puede surgir del descubrimiento y la experimentación. La curiosidad se convierte en la fuerza que sostiene el hábito, incluso en ausencia de placer inmediato por la actividad puntual. Diversificar los estímulos y proponer desafíos alternativos puede ser especialmente eficaz para mantener motivados a quienes poseen este rasgo predominante, asegurando que el ejercicio no se vuelva rutinario ni previsible.

Más allá de las etiquetas: personalizar y escuchar el cuerpo

El estudio destaca que la práctica regular de ejercicio, en general, no alteró significativamente el nivel de estrés promedio. Este hallazgo invita a rehuir de etiquetas y clasificaciones rígidas: los rasgos de personalidad operan en un espectro y se modulan constantemente bajo la influencia de las experiencias y el contexto.

Los autores sugieren dedicar tiempo al final de cada sesión de ejercicio para reconocer las propias sensaciones físicas y emocionales. La clave reside en encontrar el propio modo de ejercitarse, sin seguir moldes fijos ni compararse con estándares ajenos.

Al fin y al cabo, el éxito en los hábitos de ejercicio no depende directamente de la personalidad, sino de la capacidad de adaptarse y de escuchar lo que motiva y sostiene a cada uno.