
La cinta de correr se ha consolidado como uno de los equipamientos preferidos tanto en gimnasios como en el hogar, especialmente por quienes buscan una alternativa versátil para ejercitarse durante todo el año.
A pesar de su popularidad, un error frecuente entre quienes se inician en su uso es caminar sujetándose a la máquina. Esta acción, motivada por la búsqueda inmediata de seguridad frente a la inclinación y el movimiento constante del tapiz, puede resultar contraproducente para la salud y el desempeño físico.
Razones detrás del hábito y su impacto en la mecánica de la marcha
El temor a una posible caída, unido a la inestabilidad inicial al caminar sobre una superficie móvil e inclinada, lleva a muchas personas a buscar apoyo en la estructura frontal de la cinta. Esta costumbre, muy observada en quienes se inician en la actividad, responde a una sensación de inseguridad más que a una necesidad real de protección.
Sin embargo, tal como advierten expertos consultados por Sportlife, este gesto tiene consecuencias negativas sobre la biomecánica de la marcha. Domingo Sánchez, especialista en actividad física, destaca que caminar sujetándose acorta la zancada y disminuye la frecuencia de paso, lo que limita la eficiencia del ejercicio.

Además, agregó: “La zancada se vuelve menos amplia y con menor frecuencia y, sobre todo, es que neutralizamos el efecto de los brazos a la hora de correr que tienen una importante función estabilizadora”.
El apoyo constante de las manos en la parte delantera de la máquina reduce el movimiento natural de los brazos, lo que afecta directamente la estabilidad del usuario. Los brazos libres no solo aportan equilibrio, sino que ayudan a propulsar el cuerpo hacia adelante, permitiendo una mejor distribución de fuerzas y reduciendo el riesgo de caídas por descompensación.
Consecuencias para la estabilidad lumbar y el riesgo de lesiones
La alteración biomecánica generada por la postura incorrecta tiene efectos concretos sobre la salud, especialmente en la región lumbar y pélvica. Al mantener las manos fijas, la cintura escapular pierde su capacidad de giro, lo que disminuye la estabilización a nivel lumbo-pélvico.
Esto puede derivar en molestias musculares, descompensaciones y un aumento de la probabilidad de lesiones, fundamentalmente en la zona baja de la espalda.

Sánchez precisa en Sportlife: “Si mantenemos las manos sujetas al frente, la cintura escapular no puede girar y la estabilización a nivel lumbo-pélvico será menor, perdiendo efectividad mecánica y estabilidad lumbar, algo que va a perjudicar notablemente nuestros lumbares”.
Por tanto, la práctica continuada de caminar apoyado compromete tanto la eficacia deportiva como la salud de la columna, con impacto en personas de todas las edades.
Además, los expertos recomiendan ajustar la velocidad y la inclinación según el nivel de cada persona, empezar con sesiones cortas para familiarizarse con el aparato y priorizar siempre la técnica por encima de la intensidad.
Recomendaciones para optimizar el uso de la cinta
Frente a estos riesgos, los especialistas consultados por Sportlife ponen el foco en la importancia de adoptar medidas sencillas para mejorar la eficiencia y la seguridad del entrenamiento en cinta. En primer lugar, se recomienda inclinar la cinta al menos un uno por ciento.

Esta pequeña pendiente permite activar de manera más significativa la musculatura posterior, incrementar el gasto energético y simular mejor las condiciones del ejercicio al aire libre.
Domingo Sánchez subrayó: “Basta con un 1% para lograr una mayor implicación de la musculatura posterior con un gasto energético mayor”. Esto contribuye a igualar en parte las demandas mecánicas y energéticas entre la cinta y la carrera en exterior, previniendo de este modo las descompensaciones y los fallos técnicos en la zancada.
Los especialistas de Sportlife insisten en que la clave para un trabajo eficaz y seguro sobre la cinta de correr es prescindir del apoyo frontal y adoptar una postura activa, con el cuerpo alineado y los brazos en movimiento.
Ajustar la inclinación y la velocidad, y priorizar el aprendizaje de la técnica correcta desde el inicio, asegura sesiones de entrenamiento más saludables, productivas y con menor riesgo de lesión. Así, el uso de la cinta de correr puede acercarse a la experiencia del ejercicio al aire libre y aportar todos los beneficios del entrenamiento cardiovascular y de fuerza, sin comprometer la salud lumbar ni la eficacia de la zancada.